Una serie de encuestas vienen alarmando al Frente de Todos en general y a Cristina Fernández y Axel Kicillof en particular. ¿Se está perdiendo en la provincia de Buenos Aires? ¿Los votantes fieles del cornurbano profundo, por caso, La Matanza, están empezando a abandonar al kirchnerismo? ¿Se está produciendo un cambio de tendencia y por eso la vice tuvo que salir en auxilio del gobernador que no gobierna pero grita a poner las cosas en su lugar?
Los que siguen los números desde Juntos por el Cambio sostienen que nada ha cambiado. Que, según su información, en el ámbito de la provincia, el principal partido de la oposición todavía se encuentra unos diez puntos por debajo del oficialismo. Que la marca Frente de Todos aún le ganaría a la de Juntos por el Cambio, aunque para las PASO del 14 de septiembre todavía falta mucho. Lo que sí registran las encuestas es un creciente malestar de las bases peronistas debido a tres cuestiones muy concretas. Una: mezcla explosiva de cuarentena eterna y restricciones con falta de trabajo y suba descontrolada de los precios. Dos: al prolongado cierre de las escuelas, con el consiguiente desbarajuste dentro de los hogares de todas las clases sociales. Y tres: la justificada sospecha, que todavía se mantiene, de que primero eligieron vacunarse ellos, y dejaron, para lo último, después de cientos de miles de contagiados y fallecidos, al pueblo que dicen tanto cuidar y amar. Hay un dato extra en una de las encuestas que colocan a Cristina en el peor de los mundos: muy lejos de la gente, deliberadamente apartada de la pandemia, como si no quisiera contaminarse con una situación tan dolorosa, de la que nadie está exento ni puede salvarse solo. Parece que sus asesores le advirtieron que esa falta de empatía le estaría quitando decenas de miles de votos. Y no solo entre los moderados que la eligieron en diciembre de 2019, porque aparecía escondida entre Alberto Fernández y Sergio Massa. También entre los jóvenes de veintipico, quienes antes veían a Kicillof y a los chicos grandes de La Cámpora con simpatía y ahora los perciben como un grupito de burócratas que usan a la política para acumular más dinero y más poder. La propaganda K que transformó a la campaña de vacunación en campaña electoral también los estaría perjudicando. Y el sistema paralelo de vacunación k en la provincia de Buenos Aires tampoco los estaría ayudando. Habrá más informaciones para este boletín.
Columna de Luis Majul en radio Rivadavia