Ayer, casi en simultáneo con la publicación del escandaloso fallo de la jueza María Eugenia Capuchetti que cerraba, de manera parcial, por falta de delito, la denominada causa por el vacunatorio VIP, se conoció otro dato ignominioso: entre los pocos vacunados VIP de El Calafate se encuentran el jardinero y la empleada doméstica de la vicepresidenta Cristina Fernández. La novedad fue publicada por el periodista Nicolás Wiñazki, en el sitio de Todo Noticias, después del mediodía. Se trata de Ramón Angel Díaz y su esposa María Zazo Gómez, empleada, desde hace muchos años, de la ex presidente de la Nación.

Díaz Días y Zazo Gómez fueron las únicos dos individuos que lograron inocularse la primera dosis de Sputnik V el 30 de enero pasado, sin registrarse como personal de Salud. La explicación que dieron ante las fuentes judiciales que obtuvieron el dato es que fueron beneficiados porque ambos tenían en ese momento, más de 60 años. Sin embargo, la vacunación oficial para ese rango etario, en la provincia de Santa Cruz, se inició recién en abril, tres meses después. Díaz Días ya había quedado involucrado en Los Sauces, una de las causas de corrupción que ya fue elevada a juicio oral. Los Sauces el mismo nombre de una empresa que Néstor y Cristina usaron como supuesta inmobiliaria para aumentar su patrimonio declarado ante el fisco en alrededor de 9 millones de dólares. Es la cifra que acumularon alquilando inmuebles en Buenos Aires a dos contratistas del Estado, quienes les pagaron sobreprecios por la renta de esas propiedades. Uno era el socio del matrimonio, el rey de la obra pública, Lázaro Báez. El otro era el zar del juego y de los medios k, Cristóbal López. La firma “Los Sauces”, a pesar de generar millonarios dividendos a sus dueños, nunca tuvo un domicilio registrado, jamás presentó balances y tenía un solo empleado: el jardinero Ramón Ángel Díaz Díaz. El caso todavía no tiene fecha de inicio para sus audiencias orales. Sin embargo, entre los procesados se encuentran Cristina, Máximo y Florencia Kirchner.

En una declaración testimonial ante el juez Claudio Bonadio, Díaz Díaz dijo: “Solo corto el pasto y arregló el jardín” en la casa de El Calafate.

Las fuentes judiciales pudieron detectar al jardinero y la empleada doméstica de Cristina porque la diputada Graciela Ocaña, en su momento, denunció que un lote de vacunas rusas, identificado con el número 486081120R, había sido enviada por fuera del circuito habitual a El Calafate. Agregó más información: detalló que las dosis viajaron al sur el 23 de enero pasado, pero de un modo extraordinario. ¿Por qué? Porque un vuelo de Aerolíneas Argentinas con destino a El Calafate retrasó su salida desde el aeropuerto de Ezeiza debido a una orden política.

La nave recién pudo despegar cuando personal de la Policía Aeroportuaria logró entregar a la tripulación las Sputnik V, por fuera de los protocolos normativos. Ocaña denunció que esas dosis habían sido aplicadas a allegados al poder, quienes aprovecharon su influencia política para inocularse antes de que les correspondiera de acuerdo al plan estatal. La ministra de Salud, Carla Vizzotti, que contaba con información sensible, protegió a la vicepresidenta. En un comunicado de prensa, Vizzotti admitió que el ministerio de Salud había realizado la operación Sputnik V a El Calafate, pero descartó cualquiera maniobra ilegal vinculada a “vacunados VIP”. La ministra argumentó que era habitual que los hospitales cuya administración está bajo órbita del gobierno nacional elevaran solicitudes a Salud de pedidos extras de vacunas al stock asignado de acuerdo a criterios “no especificados”. Ayer, en su dictamen, la jueza Capuchetti, después de cerrar parte de la causa por inexistencia de delito, admitió que aplicarse la vacuna por fuera del protocolo podía ser considerado una inmoralidad.

Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia