Ayer, en Voces, en el día en que la Argentina superó la trágica cifra de los 100 mil muertos, nos preguntamos si en el fondo nos gusta que nos mientan, o si elegimos saber la verdad, por más dolor y tristeza que nos provoque.
Hoy trataremos de ser más claros todavía: excepto el haber empezado temprano con la cuarentena y haber montado un sistema de salud, público y privado, que hasta ahora pudo soportar el embate del COVID sin colapsar, este gobierno hizo casi todo mal, y eso incluye el no hacerse cargo de las muertes que no pudo o no supo evitar.
Vamos a los hechos:
-Cuando el virus ya impactaba en el mundo, el ministro de Salud Ginés González García se manifestó más preocupado por el dengue que por el COVID 19. Y dijo una burrada por la que tendría que haber renunciado al otro día: que tardaría en llegar y mucho a la Argentina, ya que China estaba lejos de nuestro país.
-Desde que la pandemia comenzó, el gobierno se enamoró de la cuarentena eterna y el presidente empezó a hablar de una manera extraña, como si siguiera en campaña. Así, todos oímos cuando Santiago Cafiero, en vez de hacerse cargo de sus propios errores, dio por sentado que Macri hubiese sido mucho peor en el manejo de la pandemia. Y el presidente fue repitiendo frases que cada día lo iban condenando más. La más emblemática: prefiero un 10 por ciento más que 100 mil muertos por Covid.
-El gobierno nacional, pero también el de la provincia, es responsable de haberle puesto un cepo a la educación presencial, cuyo daño es difícil de calcular pero que tardará muchos años en ser reparado.
-El presidente, pero también Máximo Kirchner, Cristina Fernández, Axel Kicillof, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak, son responsables de haber trabajado para evitar la firma del contrato con Pfizer, una acción, que, según buena parte de la comunidad científica, le hubiera evitado a la Argentina por lo menos 20 mil muertos.
-A nosotros nos corresponden las generales de la ley: estamos entre los millones de argentinos directamente afectados por la muerte de un familiar directo. Aún así, jamás me atrevería a decir que a los funcionarios de este gobierno habría que llamarlos asesinos. Si me entristece que sigan haciendo política con la pandemia, y que no se hagan cargo de los graves y enormes errores que cometieron y siguen cometiendo.
-También me repugnan y entristecen los vacunados VIP y el sistema paralelo de vacunación militante que montaron en la provincia de Buenos Aires. Todos sabemos que si el gobernador que grita pero no gobierna hubiera acordado con todos los municipios el uso de los 1.700 centros de salud y no el sistema de postas con el sello de su gobierno, hoy el distrito más grande de la argentina no tendría, por ejemplo, más de 2 millones de vacunas sin aplicar, sobre las casi 5 millones que ya se entregaron pero que no se inocularon.
-Podrán seguir en campaña, pero los datos son datos.
-La Argentina es el octavo país del mundo en muertos por millón de habitantes.
-La Argentina es el peor país del mundo para vivir en pandemia. El número 53 sobre los 53 analizados, según la escala de Bloomberg.
-La Argentina es uno de los países de Latinoamérica con menor porcentaje de segundas dosis aplicadas, con apenas el 11 por ciento. Estamos en el puesto número 14, detrás de Chile, con casi 60, Uruguay, con el 56 por ciento, República dominicana, con el 30 por ciento, El Salvador, con el 19 por ciento, Cuba, con el 17 por ciento, Costa Rica y Mèxico, con el 16 por ciento, Colombia, con el 15 por ciento, Brasil y Guyana con el 15 por ciento y Panamá con el 14 por ciento.
-El Presidente dijo hace 48 horas que su gobierno protegió y cuidó, en especial, a los adultos mayores. Lo desmintió Eugenio Semino en esta radio, al afirmar, que de los 100.250 muertos por COVID, el 85 por ciento son adultos mayores.
-El Presidente también dijo que los adultos mayores habían sido los primeros en ser protegidos. Es mentira: los primeros fueron los vacunados VIP, como Horacio Verbitsky, Carlos Zannini y su mujer y el jardinero y la empleada de Cristina en el Calafate, entre otros tantos miles.
-A esta altura, no necesito decirte que Argentina es uno de los países del mundo que peor enfrentó las consecuencias económicas derivadas de la pandemia. El aumento de la pobreza, el cierre de empresas, la pérdida de puestos de trabajo y la devaluación de la moneda son todavía mayores a los de la crisis de diciembre de 2001.
Y como si esto fuera poco, la pérdida de libertades individuales y de autonomía, juntos con los derechos de acceso igualitario a la salud y la educación, son más que evidentes, aunque todavía estemos en el medio de la pandemia.
En este contexto, el cepo al dólar, a la educación presencial y al ingreso y salida del país son parte de una misma política que nos hace más parecidos a Venezuela y a Cuba de lo que muchos intelectuales frívolos suponen.
A pesar de la tristeza que implican estos datos, una encuesta de Sinopsys parece determinar que la mayoría de los argentinos nos estamos despertando: el 73 por ciento identifica al gobierno como el mayor responsable de las consecuencias de la pandemia en la Argentina.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia