¿Por qué se pelean? ¿Por qué son tan hipócritas? ¿Por qué festejan en el medio del COVID y la pobreza? La semana que acaba de pasar fue una de las peores del año. La semana en que la oposición se convirtió en un cabaret y se hizo funcional al kirchnerismo. La semana en que el presidente echó a un ministro por televisión desde Perú. 

La semana en que se conocieron las polémicas visitas a la quinta de Olivos en medio de una cuarentena irrestricta que destruyó a la economía y no evitó miles de muertes, sino todo lo contrario. Y todo esto en un contexto sanitario, económico y social que bien podría ser considerado como el peor en la historia de la Argentina.

Sería bueno que todos lo tengan presente.

En el oficialismo y en la oposición también.

Porque mientras Facundo Manes ataca a sus rivales internos con un lenguaje propio del kirchnerismo, al declarar:

“ESPERO QUE NO SE GASTEN LOS IMPUESTOS DE LOS PORTEÑOS EN LA CAMPAÑA DE LA PROVINCIA”.

·Los números de muertos por COVID ya superan a los 105 mil.

·6 millones de argentinos siguen esperando la segunda dosis de la Sputnik V.

·Hay 10 millones de dosis sin aplicar.

·La variante Delta es una amenaza cierta y muchos padres se están preguntando, en medio de semejante angustia, si será conveniente mandar a los niños a la escuela, o esperar hasta que aclare un poco más, o el ritmo de la vacunación se acelere.

Y una indignación todavía mayor atraviesa a buena parte de la sociedad después de la publicación de los registros oficiales de las visitas a la quinta de
Olivos.

¿Por qué son tan hipócritas?, es una pregunta recurrente.

Elegí el ejemplo que más te guste.

El de los policías avanzando contra Sarita, la señora de la reposera que quería tomar sol porque necesitaba vitamina D.

El del remero al que persiguieron en un helicóptero porque quería entrenar al aire libre.

Hacé un repaso rápido sobre la búsqueda incesante de culpables por parte de Alberto, Axel Kicillof, Gollán, Kreplak y su repetidores y repetidoras. Y te van a abrumar.

Porque con este gobierno siempre la culpa la tiene el otro:

·Los chetos que viajaron al exterior y trajeron el bichito.

·Los runners.

·Los niños que intercambiaban en barbijo en las escuelas que cerraron durante casi 200 días seguidos.

·Los automovilistas que volvían de la costa en Semana Santa.

·El personal de salud que se había relajado.

Quizá la imagen más indignante sea, después de todo, la de buena parte de la familia Moyano en Olivos, antes o después del asadito.

Hoy, Silvina Martínez nos va a dar más detalles de más polémicos ingresos y estadías de personas que no tenían por qué salir de casa.

Algunas muy conocidas.

Pero el árbol y sus adornos festivos no deberían tapar el bosque.

Un bosque que incluye al vacunatorio VIP y los vacunados de privilegio.

Un bosque que incluye también la gravísima decisión de bloquear la firma del contrato con Pfizer, determinación que costó miles de vidas y que debería ser
investigada hasta el final.

Y como telón de fondo, los aumentos de agosto para las expensas, los alquileres, la medicina prepaga y el gas natural comprimido.

Pero hablemos sobre cuestiones de fondo.

Hablemos del pase sin escalas de un millón 700 mil argentinos de la clase media a la clase baja en el último año y medio, según el Banco Mundial.

Hablemos de una devaluación de la moneda de entre el 150 y el 200 por ciento.

Hablemos de cómo el salario viene perdiendo contra la inflación desde hace más de tres años.

Hablemos de cómo cayó el precio de los departamentos en los dos últimos años. Más del 30 por ciento, promedio, en todo el país.

Hablemos de lo que ya no podemos comprar con un billete de mil mangos.

·No podemos comprar un kilo de vacío, porque sale 1.100 pesos.

·No podemos comprar un kilo de colita de cuadril, porque vale 1.200 pesos.

·Tampoco un kilo de milanesa de peceto, porque vale casi 1.300 pesos.

·Ni un litro de aceite de Oliva, porque cuesta 1.300 pesos también.

Es que el billete de 1000 no llega a 6 dólares.

A 5.55 dólares, si tomamos la cotización del viernes pasado.

Por eso: dejémonos de embromar.

Hablemos sobre cuestiones de fondo.

Hace más de 10 años que en la Argentina no se crea empleo formal y legítimo.

En el mismo lapso, la cantidad de empleados públicos creció de dos millones y medio a tres millones 200 mil.

Hablemos de las cosas que importan.

La deuda pública argentina, hoy, es la más alta de toda la historia.

Llega a casi 344 mil millones de dólares.

Equivale a un 100 por ciento por encima de la riqueza que produce el país en un año.

Compartamos otro dato que impresiona:

En los últimos 70 años Argentina es el país de Latinoamérica que más tiempo pasó en recesión.

Un 35 por ciento sobre el total.

Incluso por encima de Venezuela, que no llega al 30 por ciento.

Las consecuencias están a la vista.

De cada diez chicos, 6 son pobres.

La canasta básica de alimentos supera los 65 mil pesos. Sin embargo, más de la mitad de los argentinos sobrevive con un ingreso de 60 mil pesos por mes.

Y escuchá esto: según el INDEC, los que ganan 85 mil pesos son parte del 10 por ciento más rica de la Argentina.

Vamos de nuevo: hoy, una persona que percibe menos de 500 dólares podría ser considerada rica.

Así de bajo hemos caído.

Y vamos a terminar el año con una inflación cercana al 50 por ciento.

La quinta más alta del mundo.

La segunda de la región, detrás de Venezuela.

En 1983 no había planes sociales.

Solo la caja PAN cubría menos de un millón de personas.

Hoy hay 22 millones de habitantes que dependen de un plan social.

Y más de 30 millones de personas que reciben de una forma o de otra, un cheque del Estado.

Los que prometen sacarnos de esto ¿Se van a seguir peleando como si fueran niños? ¿Van a seguir retándonos mientras festejan cumpleaños y nombramientos como Kreplak? ¿Nos van a decir que en un ratito vamos a volver a ser felices cuando todavía no tienen idea de cómo enfrentar la nueva variante del COVID?