(Texto de la columna de Luis Majul en el programa +Voces de hoy) No griten más, empiecen a gobernar y si les queda tiempo, lean un poquito.

Hoy, El Presidente, nos volvió a gritar a todos.

Incluso Cristina, se dio el lujo de sugerirle que baje un cambio y no se ponga nervioso, mientras, al mismo tiempo (porque no da puntada sin hilo) le pidió que ponga orden. Lo que es lo mismo que decir: “llamá la atención de quienes te tendrían que cuidar”.

Pero Cristina, debería mirarse un poco al espejo. Porque ella también, cuando se queda sin argumentos, grita y se pone como loca.

¿Y qué decir del gobernador que grita pero no gobierna, Axel Kicillof? ¿O del mismo Máximo Kirchner, que nos da clase desde su púlpito de la banca de Diputados?

Porque además de no gritar, el gobernador debería revisar un poco su vocabulario, o enriquecer su lectura.

Y de paso, chequear un poco los datos.

Porque no solo fue la burrada del tiempo de verbo. También se equivocó con el dato. Porque el gobierno que sacó de circulación el billete con la cara de San Martín y lo reemplazó por una moneda de cinco pesos fue el suyo. El del Frente de Todos. O el de Alberto, que no es lo mismo pero es igual.

Pero también debería ilustrarse un poco más la candidata Victoria Tolosa Paz. Porque está muy divertido, para eludir las respuestas, meter a Macri en el medio.

Pero alguien le tendría que avisar que hay una gran diferencia entre adjetivar y adjetivizar.

La diferencia es que el verbo adjetivizar no existe.

Pero volviendo a los dirigentes que gritan. ¿Por qué ya que estamos, Máximo Kirchner, el heredero, no aprovecha para bajar el tono y sacarle picante al contenido de lo que dice?

Y ya que estamos pidiendo. Además de no gritar ¿por qué no se dejan de atajar penales, como dice Cristina, de hacerle goles en contra, y empiezan a gobernar de una buena vez?

Y ya que estamos pidiendo ¿por qué no se dejan de manipular datos y gritar hechos con no son ciertos, como la idea de que Hoy, en el programa de Paulino R, lo explicó, con lujos detalle el ex ministro Hernán Lacunza, a quien no se lo puede tildar ni de exagerado ni de macrista convencido.