El gobierno es una máquina de fabricar mentiras, y su primera candidata a diputada nacional por la provincia más grande y más importante de la Argentina es una máquina de instalar discusiones irrelevantes, desde la intranscendente idea de que en el peronismo siempre se garchó hasta la hipótesis de que la astrología predijo “el derrumbe” de las Torres Gemelas, como si su caída se hubiera producido debido a un terremoto. Pero Victoria Tolosa Paz, quien durante un reportaje en La Cornisa usó, sin ponerse colorada, una palabra inexistente, adjetivizar, sigue hablando, de manera apabullante, con prisa y sin pausa, porque necesita hacerse conocida, sin importar demasiado lo que diga, sino la convicción con que lo grite.
Lo mismo hacen, con ciertos matices que no vienen al caso, el Presidente Alberto Fernández, su vice, Cristina Fernández y el gobernador que no gobierna pero grita, Axel Kicilloff, para coronar la peor campaña electoral de la historia reciente de la democracia, en el marco de uno de los peores gobiernos desde 1983 hasta la fecha, en abierta competencia con el de Fernando De la Rúa. Miente Alberto cuando anuncia que transformará en trabajo genuino los planes sociales que heredó de Macri, porque hasta ahora, lo único que hizo fue multiplicarlos. Miente además, cuando, junto con Cristina, asegura que el gobierno anterior endeudó a la Argentina como ninguna otra gestión, porque las estadísticas oficiales muestran que el actual lo vienen endeudando a un ritmo más veloz que cualquier otro período, con distorsiones en la economía que podrían explotar de un momento a otro. Y miente, la vice también, cuando sube a su cuenta de Facebook el testimonio de un carnicero, entrevistado por TN, para sostener que el precio de la carne está bajando abruptamente, gracias al cepo a la exportación, sin recordar que durante el último año, el kilo promedio subió casi el 80 por ciento, un 20 por ciento más que el ritmo de la ya de por sí altísima inflación. Y Kicillof falta a la verdad de manera descarada, cuando sostiene que impulsa el plan de vacunación más exitoso de la historia, porque su distrito, además de albergar casi la mitad de los fallecidos por COVID, es uno de los más lentos en la aplicación de vacunas.
Pero además de mentir, el oficialsmo es una máquina de instalar falsos debates, lo que lo exime de discutir sobre los datos concretos que evidencian su ineptitud. Para nombrar solo tres: la brutal devaluación de la moneda, cercana a un 200 por ciento, el enorme crecimiento de la pobreza y de la desocupación y el desastroso manejo de la pandemia, con una cantidad de muertos por millón de habitantes muy superior al promedio mundial y miles de casos que demuestran que repartieron vacunas entre sus amigos y parientes de manera irregular, con el agregado de que el presidente festejaba el cumpleaños de su compañera sin protocolo, al mismo tiempo que calificaba de idiotas y amenazaba con la fuerza pública a quienes no cumplían con el aislamiento estricto.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia