(Columna publicada en Diario La Nación) Los responsables de Juntos que trabajan para la candidatura de Diego Santilli en la provincia de Buenos Aires son optimistas. Los números que manejaban al cierre de la campaña les otorgaban un “empate técnico” contra el Frente de Todos. Apenas uno o dos puntos por debajo. 37 por ciento a 38 por ciento, con entre un 10 y un 15 por ciento de indecisos, para ser más precisos. Y a la hora de medir a Santilli contra Facundo Manes, afirman que “el Colo” obtendría entre el 65 y el 70 por ciento de los votos, contra el 35 o 30 por ciento. Al optimismo lo vienen amasando desde la semana pasada, por un informe sobre los principales distritos, recibido por un pequeño grupo de intendentes.

Por supuesto, suman de manera automática, para las elecciones generales del próximo 14 de noviembre, los votos del ex vicejefe de gobierno de la Ciudad y del neuro científico. Según ese trabajo, en Lomas de Zamora, los de Juntos pierden 38 por ciento a 41 por ciento; en Moreno, 30 a 40 por ciento; en Tres de Febrero, donde lidera el intendente Diego Valenzuela, ganan 41 a 27 por ciento, en San Isidro, donde Gustavo Posse hace campaña para Santilli, 54 por ciento a 13; en Bahía Blanca, con el intendente Héctor Gay a la cabeza, 41 a 17 por ciento; en La Matanza, el corazón del kirchnerismo, pierden 26 por ciento a 40 por ciento; en Almirante Bronw, 36 a 39 por ciento; en Morón superarían al Frente de Todos por un punto, 39 a 38; en Lanús, con el apoyo del intendente Néstor Grindetti, terminarían 38 a 29; en La Plata, jurisdicción bajo la conducción del intendente Julio Garro, la oposición superaría al Frente de Todos, 34 a 28 por ciento; en Vicente López, el distrito del intendente Jorge Macri, terminarían 40 a 29 por ciento. A pesar de estos números “alentadores”, los dirigentes de Juntos de la provincia se muestran moderados.

Es que todavía los persiguen dos fantasmas. Uno: el de la fiscalización. Muchos de ellos creen durante las PASO de 2019, se perdieron por lo menos 3 puntos por la falta de control. Ahora entienden que, a pesar de no ser gobierno, están mejor parados. Con por lo menos 38 mil fiscales “asegurados” a lo largo y a lo ancho de toda la provincia. El otro fantasma es el del voto oculto. El que en agosto de 2019 no apareció en las encuestas y terminó con un “resultado catastrófico”. Con una diferencia de casi 17 puntos entre Axel Kicillof y María Eugenia Vidal: 49 a 32 por ciento de los votos emitidos. ¿Puede haber el domingo un voto oculto parecido al que emergió en esa ocasión? Cerca del presidente Alberto Fernández sostienen que no está “oculto”, sino mal medido. Que aparece en dos encuestas presenciales que mandaron a pedir y que llegaron a los barrios más difíciles de penetrar. Según ambos trabajos, el Frente de Todos, en provincia, terminaría superando a la oposición por una diferencia de entre 5 y 7 puntos, lo que sería reivindicado casi como una hazaña. O una verdadera proeza, en el medio de la pandemia y el crecimiento de la pobreza, la desocupación, el aumento de la inseguridad y la pérdida de más de un año completo de clases en el distrito. Las fuentes que manejan cifras en Juntos por el Cambio de la provincia más grande la Argentina argumentan: “en 2019 nos puteaban a nosotros de los lindo; ahora pasa lo mismo con el Frente de Todos. Están enojados más con ellos que con nosotros, que son los que prometieron y no cumplieron”.

Si el resultado final en la provincia se acerca a lo que suponen, estiman que, por efecto del voto útil, podrían terminar ganando la general del próximo 14 de noviembre. Sin embargo, reconocen que no tienen clara ni la incidencia de la lista de Florencio Randazzo ni de José Luis Espert. Y menos claro tienen todavía si la oposición que representan podrá evitar esta vez que el gobernador Axel Kicillof pueda controlar la legislatura provincial con la obtención de una nueva mayoría. ¿Y qué esperan los dirigentes de Juntos por el Cambio que gobiernan la Ciudad? Que la suma de las tres listas, la que encabezan María Eugenia Vidal, Ricardo López Murphy y Adolfo Rubinstein, termine alcanzado un 48 por ciento, contra el 25 de la que encabeza Leandro Santoro. La imaginan así: con más del 30 por ciento para Vidal, más del 10 para “el buldog” y un poco más del 3 por ciento para Rubinstein. Si sus predicciones se confirman, Horacio Rodríguez Larreta se sentirá con derecho a reinvindicar el liderazgo de la oposición. Porque eso habrá significado que la estrategia electoral que forzó no habrá fallado.

La estrategia de Mauricio Macri es otra. Envalentonado por las invitaciones a participar del cierre campaña en el cierre de la Ciudad, pero también en Santa Fe, Córdoba y otros distritos, y sin el peso ni el desgaste de la gestión, el ex presidente juega a varias bandas. Para él, lo mejor que le puede pasar a la oposición es contar con varios “presidenciables”. No tiene problemas en nombrarlos: Patricia Bullrich, Gerardo Morales, Rodríguez Larreta, Vidal, Alfredo Cornejo y Martín Lousteau. Macri es el más optimista de todos los dirigentes de la Coalición. Mientras los seguidores del jefe de gobierno vaticinan que en la provincia se perderá por una diferencia de más de cinco puntos y que la suma de votos a nivel país podría llegar a resultar un empate técnico, el expresidente sostiene que no sería extraño ganar en provincia, y los siguientes distritos, donde la coalición ya obtuvo buenos resultados a pesar de la derrota de diciembre de 2019. Estos son: Santa Fe, Córdoba, Mendoza Corrientes, Jujuy, Entre Ríos, Tucumán y Chubut. Macri ahora insiste en que su principal logro fue mantener una masa crítica del 41 por ciento de los votos, a la que considera un piso electoral para empezar a construir una nueva mayoría. Los analistas que piensan como argumentan su optimismo así: ningún partido oficialista en el mundo que haya tenido que lidiar con la pandemia y sus múltiples consecuencias pudo ganar; el Frente de Todos no tendría por qué ser la excepción.

Macri también disfruta de lo que considera un paulatino endurecimiento del discurso de Santilli, Vidal y el propio jefe de gobierno de la Ciudad. “No es que los arrastramos nosotros. Los arrastró la realidad y la malísima gestión del peor presidente de la democracia que tuvo la Argentina, que, además, es un mentiroso serial”, explicó al ex jefe de Estado a varios periodistas con los que conversó durante las últimas horas. Cerca de Vidal son menos entusiastas. Su diagnóstico es que, si bien la bronca cada vez está más direccionada hacia este gobierno, hay una parte de los argentinos que todavía no terminó de “indultar” al gobierno anterior. Por eso hace hincapié, primero, en el llamado para que le gente vaya a votar y le ponga un freno o un basta a los atropellos del oficialismo. Por eso repitió, en el cierre de campaña, la palabra “basta” junto a los términos “vacunatorio y vacunados vip”, “quite de la libertad”, “cierre de las escuelas”, “mentiras sobre el salario”, “los haberes jubilatorios” y la “vuelta al asado”. Por eso habló del cumpleaños de Fabiola Yañez y el adiestrador de Dylan, cuando hasta el momento no había sido tan específica.

Ella cree, que más allá de las ambiciones personales, hay que evitar, con el último envión, que el Frente de Todos logre el quorum propio en Diputados. “Cristina lograría poner un jefe de los fiscales que le responda, y eso sería el principio del fin del equilibro institucional”, alertó. Los que trabajan para el proyecto Rodríguez Larreta 2023 sostienen que, de acuerdo a sus proyecciones, el Frente de Todos perdería 2 senadores nacionales pero no la mayoría en la Cámara Alta. Y que en Diputados, la relación de fuerzas quedaría muy parecida a la de ahora, con una diferencia de uno o dos legisladores más para el Frente de Todos o para Juntos. Es decir: lejos del peligro de una Argentina convertida en Venezuela, como alertó en su momento Mario Negri, presidente del bloque interparlamentario de Juntos por el Cambio.