Paliza. Voto castigo. Terremoto político. Ponele el nombre que quieras. El Frente de Todos perdió en casi todo el país. Incluso en lugares impensados. Y por más del 10 por ciento de los votos. Es difícil que pueda revertir semejante derrota en las elecciones generales del 14 de noviembre. Una vez más, los encuestadores no llegaron a percibir la magnitud de del desastre. Ahora vendrán los primeros análisis.
Se dirá que fue por el vacunatorio y los vacunados VIP. Por la vacuna de Pfizer que no llegó en tiempo y forma y provocó decenas de miles de muertes. Por el desastre de la administración de la pandemia. Por la falta de un plan económico racional. Sin embargo, esta derrota es hija de un un pecado original. Uno al que casi nadie quiere mencionar, porque en su momento fue opacado por la victoria de diciembre de 2019. Se trata, nada más y nada menos que unción de la fórmula presidencial contra natura. Ella instalando con su dedo al presidente y al mismo tiempo esmerilándolo, sin permitir ni acompañar un proyecto alternativo. Ella es la gran madre de la derrota, junto a los chicos grandes de La Cámpora, liderados por Máximo, su hijo, y también los es el gobernador que grita pero no gobierna, Axel Kicillof. Ella tratando de instalar una agenda personal, de impunidad y venganza, lejos de las víctimas del COVID, lejos de la multiplicación de pobres y desocupados y con las escuelas cerradas, mientras la gente los veía festejar y vacunarse antes que nadie. Haciendo vida de casta, sin importar nada más. Así, que aunque le quieran hacer cargar a Alberto Fernández toda la responsabilidad de esta impactante derrota, hay que decir, una vez más urgente, que la madre de la derrota es ella, su hijo, Máximo, Kicillof, y un poquito más allá, Sergio Massa y el propio presidente. No hay que ser un gran analista político para adivinar que ahora Cristina se radicalizará, que intentarán darle a la maquinita de fabricar billetes sin respaldo de aquí a noviembre de manera irresponsable, y que también intentarán imponer a un jefe de los fiscales del palo entre gallos y media noches. La oposición, desde Horacio Rodríguez Larreta hasta los principales dirigentes del radicalismo, deberían estar muy atentos para que esto no termine todavía peor. Es decir: para que el resentimiento y el odio por la derrota del oficialismo no se transformen en medidas que puedan perjudicar a la mayoría de los argentinos. Ese será el gran desafío que deberán asumir de inmediato.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia