Mala perdedora. Irresponsable. Tóxica. Dañina. Todas estas calificaciones y adjetivos le caben a la vicepresidenta que ayer hizo públicas, en una carta larguísima, las diferencias con el presidente de la Nación. Egocéntrica, agresiva, sin medir las consecuencias de lo que acaba de hacer, la misiva no solo terminará de consolidar la peor derrota electoral de toda la historia del peronismo. Además pone en cuestión la propia continuidad del gobierno, con un Presidente que duda entre sacársela de encima, aceptar, de manera sumisa lo que ella propone o renunciar, cuando todavía no supera la mitad del tiempo de su gestión.
A la carta se la podría sintetizar en dos grandes ideas. “Yo te puse y vos no cumpliste con el pacto preestablecido. Ojalá puedas honrar la palabra empeñada”. Hasta ayer, a última hora, el presidente repetía ante un grupo de incondicionales entre los que se encuentran Vilma Ibarra, Gustavo Béliz, Julio Vitobello y Juan Pablo Biondi: “No estoy dispuesto a gobernar con una pistola en la cabeza. Lo que hizo Wado de Pedro no es solo una traición política; es una traición personal; perdimos por un montón de razones, pero, especialmente, porque nos alejamos de la moderación. No quiero tener que nombrar a un gabinete nuevo, completo, para después tener que cambiarlo al día siguiente de la próxima elección”. Sus amigos lo animan para que rompa con Cristina, y empiece a gobernar sin esa mochila que lo condiciona. Pero Alberto todavía no terminaba de decidir si aceptar la renuncia a De Pedro y/o entregar a su jefe de gabinete, Santiago Cafiero. Hoy será un viernes demasiado largo. Y habrá más informaciones para este boletín.
Columna de Luis Majul en Radio Rivadavia - 17 de septiembre de 2021