(Columna de hoy de Luis Majul en La Cornisa - texto y video) Con su explosiva carta del jueves, Cristina, furiosa y negadora, incapaz de asumir su enorme responsabilidad por la tremenda derrota, rompió todo. Porque dejó al presidente grogui, al borde del knock out, y al gobierno, hecho pedazos, atado con alambre, herido de gravedad, y con rumbo incierto.

Y atención: porque la decisión de último momento de manotear los 4.300 millones de dólares del FMI provenientes del Derecho Especial de Giro (DEG) para
usarlos en la campaña electoral en vez de pagar la deuda, podría llevar a la Argentina al borde de la hiperinflación.

Hubo un momento, en esta semana trágica, en que parecía que Alberto patearía el tablero.

“Aceptale la renuncia a Wado y dejalos pedaleando en al aire. Es ahora o nunca”, le aconsejaron dos ministros que le responden.

Alberto, si lo pensó, tardó demasiado en tomar la decisión.

Fueron horas cruciales.

Le sirvieron a Cristina para escribir y publicar la explosiva carta.

Casi al mismo tiempo, se habían conocido los brutales audios de la mediocre dirigente Fernanda Vallejos.

Pero no te comas el amague: era la vicepresidenta hablando por boca de una incondicional, como las representó Gabriel Lucero, creador de “Gente Rota”.

Sin embargo, lo que terminó de derrumbar al presidente fue el brutal ataque, personal, a su secretario de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi.

Entre el jueves y el viernes se terminaron de cocinar los cambios.

No hay que ser un fino analista para comprender que se trataron de decisiones de apuro.

Un verdadero manotazo de ahogado.

Basta detenernos en los nombramientos más controvertidos.

Uno es Juan Manzur, flamante jefe de gabinete. Acaba de pedir licencia como gobernador. Hay mar de fondo en el gobierno porque la ministra de la mujer,
Elizabeth Gomez Alcorta, lo acusó en su momento de evitar un aborto legal a una chica de 11 años que había sido violada.

Manzur, además, tiene un lío bárbaro en su provincia, Tucumán, porque el vice, Osvaldo Jaldo, se atrincheró y declaró que lo iba a reemplazar hasta que
vuelva.

El otro es Aníbal Fernández.

Mariscal de la derrota junto a Cristina, cuando compitió con María Eugenia Vidal por la gobernación, es, básicamente, un maleducado con cargo público.

Jamás demostró ser eficaz.

Anibal Fernández es el cobarde que se encargó, por pedido de Cristina, de ensuciar al fiscal Alberto Nisman después de muerto.

El mismo que afirmó que la inseguridad era más que nada una sensación.

El que declaró, sin ponerse colorado, que en Alemania había más pobres que en la Argentina.

Las nuevas designaciones disparan preguntas incomodas, atravesadas por las malas noticias.

¿Cómo podrá seguir gobernando el presidente, después de este brutal ataque de su vicepresidenta?

¿Cómo gestionará Alberto junto a de Pedro, si se rompió la mínima confianza que habían construido?

¿Cómo queda parado Martín Guzmán, a quienes algunos ministros consideran un traidor, por haberse acercado demasiado a Cristina, y mientras Máximo Kirchner
pugna por voltearlo?

¿Cuáles son los antecedentes de Santiago Cafiero, para hacerse cargo nada menos que de la política exterior de la Argentina?

¿Dónde terminará Sergio Massa, después de ser meneado como un probable jefe de gabinete?

Quienes conocen los rasgos de la perversión política de Cristina creen que su irresponsable movida tuvo tres objetivos simultáneos.

Uno: Impedir que Juntos por el Cambio aprovechara una semana entera para explicar por qué le habían propinado al peronismo la derrota más grande de su
historia.

Dos: embestir al presidente en su mayor momento de debilidad.

Tres: Protegerse a ella misma, pero también a su hijo, Máximo Kirchner, y el gobernador que grita pero no gobierna y que ahora está escondido y no aparece ni
siquiera para la foto, Axel Kicillof.

Porque son ellos tres, de verdad, los más castigados, y con razón, por el voto de la gente.

Pero que nadie se confunda.

Es incorrecto pensar que Cristina es la villana y Alberto la víctima.

Son las caras de una misma moneda.

El resultado de una fórmula contra natura.

Los comandantes de la peor gestión de gobierno desde la restauración democrática.

Los responsables de los hechos que explican que apenas hayan superado el 30 por ciento de los votos a nivel nacional y el 33 por ciento en la provincia de
Buenos Aires.

¿Por qué hechos fueron castigados?

-LA LIBERACIÓN DE PRESOS K.

-LA LIBERACIÓN DE PRESOS POR COVID.

-EL VACUNATORIO VIP.

-LA CUARENTENA ETERNA.

-EL OLIVOS GATE.

-EL CIERRE DE ESCUELAS.

-EL CIERRE DE EMPRESAS.

-EL CIERRE DE NEGOCIOS.

-EL AUMENTO DE MÁS DEL 200 POR CIENTO DEL DÓLAR.

-EL BRUTAL AUMENTO DE LA POBREZA.

-LA FUGA DE GRANDES EMPRESAS DEL PAÍS

-LA HUIDA DE GRANDES EMPRESARIOS.

-EL ADOCTRINAMIENTO EN LAS ESCUELAS PRIMARIAS Y SECUNDARIAS.

-EL BLOQUEO DEL CONTRATO CON PFIZER.

-LAS MÁS DE 114 MIL MUERTES POR COVID.

Quienes quieren bien al Presidente temen que otra contundente derrota el próximo 14 de noviembre lo deje a las puertas de una debilidad política extrema.

Pero, si fuera sincero consigo mismo, reconocería que la anomalía política con la que llegó al máximo cargo, es decir, su pacto con el diablo, tarde o
temprano, podría terminar mal.

Muy mal.

¿Qué tan mal?

Que te lo cuente él mismo.