(Texto de la columna de Luis Majul en el programa +Voces por LN+ el 1 de octubre de 2021) Cristina, la dañina, con el país incendiado de pobreza y de muerte por covid, la mariscal de la derrota de las últimas paso, ahora quiere meter a Macri en el mismo barro de corrupción y desprestigio, donde ella chapotea desde hace años.

Por eso, hoy, hasta un niño podría deducir que el llamado a indagatoria y la prohibición de salir del país contra Macri, por parte del juez federal subrogante de Dolores, Martín Baba, podría no ser ajeno al fuerte ataque de la vice contra el ex presidente y su familia ( pero también contra Horacio Rodriguez Larreta y María Eugenia Vidal)

Justo ella, la misma que se pasa las instituciones por donde ya sabés, la misma que ni siquiera se dignó a entregarle la banda y el bastón a su sucesor, calificó a los principales dirigentes del pro como “republicanos de morondanga”.

El primer ataque de Cristina a Macri y su familia, incluida la madre del expresidente fue el miércoles pasado.

Te la hago corta. Ella, como buena piscópata política, acusó a Macri de cometer delitos y mantenerse impune al mismo tiempo que se victimizaba diciendo que el ex presidente la perseguía a ella y enfermaba a su hija Florencia.

Horas después, el juez Baba, que subroga al hipercristinista Alejo Ramos Padilla, el del operativo puf, desde el juzgado federal de Dolores, pidió la indagatoria de Macri junto con la prohibición de salir del país.

Macri, que todavía permanece en los Estados Unidos y tenía planeado viajar a Qatar, fue citado por Baba, sospechoso de haber participado de un presunto espionaje ilegal a los familiares de las victimias del submarino Ara San Juan.

¿qué raro, no?

En el medio de la elección que podría terminar con otra estrepitosa derrota, un juez adicto intenta cambiar el sentido de la campaña y la conversación pública.

¿no te huele un poco al caso de Santiago Maldonado?

¿no te suena a otro manotazo de ahogada desesperado para evitar otro ruidoso fracaso?

Prestale atención el tuit de hoy, donde Cristina hace uso y abuso una vez más, del jueguito perverso del espejo: el que sugiere “ellos son tan corruptos y tan autoritarios como nosotros” y termina: “están a solo un diputado de poder cambiar la constituciòn”.

Cristina, la dañina, miró ayer con displicencia al presidente cuando Alberto Fernandez volvió a plantear un país sin peleas ni divisiones.

Cristina no tiene paz.

Y ya soltó a los pit bull de su grupo de tareas sucias para atacar a alguien a la que le parece envidiar su juventud, su origen y su currìculum. Curriculum que no incluye, la media docena de causas por corrupción y lavado que sí soporta ella.

Hablamos de María Eugenia Vidal.

Porque primero le pegó debajo del cinturón casi al final de la campaña de las paso.

Y ayer, el más berreta agresivo y violento de su entorno, el ex espía Rodolfo Tailhade, volvió a hablar de Vidal como si fuera una delincuente.

Es que cristina, la dañina, está mal débil que nunca.

En el pico de su imagen negativa, como mostramos ayer en un estudio de fixer.

Con parte de su núcleo duro, y de su base -la de millenials, la de generación z, la que no tiene el secundario completo- enojado y decepcionado.

Es que ya no la aguantan más.

Con la decepción de quienes la votaron junto a Alberto Fernandez porque suponían que volvería más buena y mas moderada.

Con la irrefrenable pulsión de romper todo, incendiar todo, o destruir todo, con tal de que justicia no la condene por chorra, por corrupta y por mentirosa.