Una mala noticia para Cristina Fernández: sus ataques a Daniel Scioli la perjudican mucho más a Ella que al propio gobernador. Y una buena noticia para los argentinos: cuando la realidad se filtra por el hermético dispositivo del que La Presidenta se vale para tomar decisiones cruciales, Ella parece capaz de volver sobre sus pasos y corregir algunos de los errores que viene cometiendo desde que ganó las elecciones en octubre del año pasado. Los sícristinistas sostienen que el préstamo de 600 millones de pesos a Scioli no significa una tregua, sino un acto de sensatez: “Cristina no se los dio antes porque no los tenía”( ¿No los tenía, de verdad?). Y explican que la movida contra el gobernador implicó un gran avance. “Ahora sabemos que a Daniel lo podemos empezar a lastimar por el lado de la gestión” interpretó un secretario de Estado que se negó a comentar el daño a Scioli que, según él, le implicó el ataque a Cristina. La Presidenta no solo debió volver sobre sus pasos al comprobar que las encuestas la colocaban como la principal responsable del no pago en tiempo y forma del salario anual complementario. Ahora también debe soportar el costo de recurrir, otra vez, a la caja de los jubilados para tapar el agujero fiscal que impedía a Scioli pagar el medio aguinaldo de una sola vez. Por su parte, al gobernador casi no le habría hecho mella la embestida presidencial. Y sus hombres se encargaron de difundir, con los números en la mano, que, una semana después del llamado de atención de la Presidenta, Scioli ya había encontrado el camino para cumplir con sus obligaciones, cuando ya daba por sentado que no recibiría más asistencia financiera de la Nación.
“La jugada, a Cristina, le salió mal, porque se basó en fundamentos falsos. Porque es cierto que la provincia tiene un déficit estructural derivado de la injusta distribución de la coparticipación. Pero también es verdad que, en términos estructurales, está mucho mejor que Santa Fe, Santa Cruz, Entre Ríos y la mayoría de las provincias a las que el gobierno asiste mucho más que a nosotros, y sin embargo Ella no les señala con el dedo”, me dijo un alto funcionario de trato diario con Scioli. El, como el resto del gobierno con sede en La Plata, parece estresado, y se prepara para combatir en silencio hasta que llegue el momento de “la batalla final”: la conformación de listas para las elecciones legislativas del año que viene. Igual, le queda resto para tomar con humor la supuesta incidencia de Diego Armando Maradona en la pelea entre Cristina y Daniel cuando les pidió a ambos que no dejen sin pagar el medio aguinaldo de los empleados públicos. “Diego es un amigo, pero cuando la Presidenta nos mandó a decir que nos iban a prestar los 600 millones de pesos y nos iban a autorizar a endeudarnos, Maradona todavía no había hecho declaraciones”, informó. La pregunta del momento es si, así como la Presidenta tuvo la flexibilidad como para modificar una decisión tan importante al comprobar que su imagen venía cayendo en picada, sería capaz, por ejemplo, de desandar el camino que llevó al dólar paralelo, a casi tocar el techo de los 7 pesos la semana pasada. O si podría, después de escuchar a sus ministros no rupturistas como Julio De Vido o el propio Florencio Randazzo, sentarse a una mesa económica y social, a negociar el aumento del mínimo no imponible con el camionero Hugo Moyano.
Uno de los responsables de una de las encuestadoras que menos se equivoca planteó una mirada más amplia que la de los sucesos de los últimos días. “El ataque a Scioli la perjudicó, pero la verdad que la imagen de Cristina Fernández ya viene bajando desde diciembre por una combinación de factores que no se pueden modificar de la noche a la mañana. Las restricciones a la compra de dólares que se inició en octubre, la tragedia de Once que dejó 51 muertos, las sospechas de que el vicepresidente Amado Boudou quiso hacer negocios incompatibles con su cargo y el desgaste natural de una jefa de Estado que gobierna con un estilo confrontativo desde diciembre del año 2007" son algunas de las razones de la caída que recuerda el sociólogo. De cualquier manera, los líderes de la oposición no tendrían demasiados motivos para festejar. Primero, porque el descenso de la imagen positiva de Cristina Fernández tendría un límite preciso. Le permitiría, con todo, gozar de un apoyo de alrededor del 35 por ciento. Se trata del porcentaje de los argentinos que parecen darle su adhesión y su voto, haga lo que haga. Y en segundo lugar, porque cada vez que Ella se confunde en una pelea cuerpo a cuerpo con quienes pretenden asumir su cargo en 2015, como Scioli o Mauricio Macri, terminan perjudicando, más o menos, también a ellos, y bajando su intención de voto. ¿Por qué? Porque los muestra en el medio de conflictos, aunque ni Scioli ni Macri los produzcan, o porque los hace aparecer con poca determinación, si se los compara con la energía con la que confronta la Presidenta. Los únicos límites objetivos que tiene Cristina Fernández son el tiempo, la Constitución y la economía. Al tiempo y el desgaste que produce no se lo puede detener. A la Constitución se la podría modificar, aunque hoy no parecen dadas las condiciones. A la economía, desde que ganó, Guillermo Moreno y Axel Kicillof la están maltratando, y sus consecuencias ya están siendo registradas, incluso, por la propia jefa de Estado. Solo el precio de la soja, aquel yuyo vilipendeado por Ella en pleno conflicto con el campo, le estaría dando un poco de aire antes de ingresar, de manera oficial, a la primera recesión con inflación desde el año 2003.
Publicado en El Cronista