(Texto de la columna de apertura de Luis Majul en el programa +Voces en LN+ el 30 de noviembre de 2021) En el medio de un nuevo récord del riesgo país, a punto de quedarnos sin reservas, todavía atravesados de indignación por el sobreseimiento escandaloso de la vice, y preocupados por la nueva amenaza de la variante ómicron.
¿Por qué a Cristina, la dirigente política más tóxica, dañina y cobarde del país, nadie se le anima?
Si volvió a perder como en la guerra.
Si la decenas de candidatos a los que bendijo, junto a su hijo, Máximo Peligro Kirchner, fueron derrotados por goleada.
Si acaba de publicar una carta que la muestra más temerosa y más débil que nunca.
Si ni siquiera salvó la ropa en el bastión que tomó prestado, el conurbano bonaerense.
Si fue tapada de votos en su provincia, la de Santa Cruz, con sus candidatos saliendo terceros, cómodos.
Si lo que logró a través de sus dos jueces amigos, Daniel Obligado y Adrián Grunberg, el sobreseimiento y la no comparecencia a juicio oral en la causa Los Sauces Hotesur, lo puede perder con la próxima apelación.
Si el cobro millonario de las dos jubilaciones de privilegio la colocan en el peor de los mundos, como la persona más egoísta y menos generosa de la política argentina.
¿Por qué a Cristina nadie se le anima?
Si no la soportan ni el presidente.
Ni la CGT.
Ni el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
Ni el ministro como el de economía, Martín Guzmán.
De la producción, Matías Kulfas.
De desarrollo social, Juanchi Zabaleta.
De obras públicas, Gabriel Katopodis.
De turismo, Matías Lammens.
De trabajo, Claudio Moroni.
¿Por qué, desde el propio peronismo, no la exponen frente a la opinión pública de una buena vez?
Si me permiten, con todo respeto, una sencilla opinión: el que tenga lo que hay que tener para enfrentar a Cristina, crecerá dentro y fuera del peronismo.
Será valorado por demostrar el coraje que hace falta para enderezar este maltratado país.