(texto de la columna de apertura de Luis Majul en el programa +Voces por la señal LN+ del 7 de diciembre) ¿Saben por qué Macri no fue reelecto en 2019? Sí. En efecto, por el fracaso de su política económica. ¿Y saben por qué más? Porque algunos de sus socios de la UCR no jugaron a fondo para apoyar la fórmula Macri Pichetto.

Vos te preguntarás ¿y por qué no jugaron a fondo?

Porque especulaban, ya entonces, con su propio futuro personal.

¿Quiénes?

Para muestra basta un botón: Ricardo Alfonsín, a quien Alberto le pagó con una embajada, la de España, con ingresos de 15 mil dólares por mes.

¿Tuvo esa impronta la conducta de Martín Lousteau, en abril de 2017, cuando renunció a la embajada de los Estados Unidos para probar suerte como candidato a jefe de gobierno de la Ciudad.

Lo venimos diciendo desde hace tiempo.

Cada vez que la UCR se rompió, terminó facilitando el triunfo del kirchnerismo.

2003

La fórmula Kirchner-Scioli terminó obteniendo, en la primera vuelta, más del 22 por ciento de los votos.

La encabezaba por Ricardo López Murphy, logró 16 y medio por ciento de votos.

La liderada por Lilita Carrió, 14 vor ciento.

La del quinta columna radical, Leopoldo Moreau, 2 por ciento.

Carlos Menem obtuvo el 25 por ciento, pero no se presentó en la segunda vuelta y así transformó a Kirchner en presidente.

2007

Cristina, directamente, eligió como compañero de fórmula a un radical, Julio Cobos. Así, ganó en primera vuelta, con más del 45 puntos por ciento.

Otro radical, Gerardo Morales, fue segundo en la fórmula liderada por Lavagna: terminaron obteniendo el 17 por ciento.

Y otra radical de cuna, Carrió, sacó el 23 por ciento de los votos.

2011

El resultado que logró la fórmula Cristina- Boudou, ese año, también fue como producto no solo de su viudez y del repunte de la economía, sino de la división de los dirigentes radicales, o afines al radicalismo.

54 por ciento Cristina.

17 por ciento la fórmula Binner - Norma Morandini.

11 por ciento, Ricardo Alfonsín.

Si se hacen las cuentas bien, y se mira más allá de la superficie, está claro que los tiburones k ya olieron sangre y van por el doble premio mayor. Uno: los votos que puedan caranchear como producto de la pelea. Y dos: la impunidad.

Empecemos por la impunidad. Hay una jugada en marcha para evitar que el fallo de la Corte les quite el control del Consejo de la Magistratura, la herramienta más fuerte para controlar y presionar a los jueces. Y hay, también, una gran expectativa de Cristóbal López y Fabián de Sousa para que el Tribunal Oral número tres revise el fallo por el que fueron procesados, condenados y presos por evasión fraudulenta. Para eso, están haciendo lo que mejor saben hacer: atacar al periodista que informó primero, Hugo Alconada Mon, y perseguir a los funcionarios de la AFIP que aportaron las pruebas del delito a la justicia.

A nosotros, las internas nos aburren.

Ya sabés que Rodrigo de Loredo decidió romper el boque de diputados radicales, porque no acepta que de nuevo Mario Negri sea presidente.

También sabés que Lousteau y Gerardo Morales estuvieron a punto de agarrarse a piñas ayer a la mañana, y que el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, los tuvo que separar.

Pero lo bueno de esto, es que, antes, incluso, que el periodismo, les acaba de pegar un par de gritos, bien fuertes, a los radicales que se pelean, gran parte de la gente que los acaba de votar.

Los que presionan para que cambie el rumbo uno de los peores gobiernos desde 1983 hasta la fecha.

Con más de 18 millones de pobres

Y 10 millones de indigentes.

Una inflación anual de más del 50 por ciento.

Casi 117 mil muertos por COVID.

El dólar de 60 pesos a 200.

Porque así está la Argentina, gracias a tantos años de peronismo explícito.

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