(Texto de la columna de apertura de Luis Majul en el programa +Voces por LN+ del 22 de diciembre) No hay nada que festejar, pero Cristina festeja. Con casi 117 mil muertos por COVID. Con más de 90 muertos por la represión policial durante la cuarentena.
·Con el ajuste a los jubilados.
·La brutal caída del salario.
·La liberación masiva de presos por covid.
·El aumento de la pobreza y de la indigencia.
·El apoyo a dictaduras como las de Venezuela y Nicaragua.
·La cuerentena eterna
·Los 18 meses sin clases.
·Las 23.000 pymes cerradas.
·El cepo al dólar.
·La devaluación de la moneda, con el dólar pasando de 60 a 200 pesos.
·Los impuestazos.
¿Qué? ¿Te la perdiste festejando y encima sin barbijo?
Tampoco es verdad, como dijo en el videíto del festejo, que la justicia que la persigue.
De hecho hay dos jueces, Daniel Obligado y Adrián Grunberg, que, lejos de perseguirla, la absolvieron y le redactaron un fallo a su medida, evitándole, por ahora, el juicio oral y público en otra causa llena de pruebas: Hotesur Los Sauces.
Y de hecho, hay otros dos jueces, Javier Ríos y Fernando Machado Pelloni, que acaban de salvar a sus empresarios amigos, Cristóbal López y Fabián de Sousa, en una causa por defraudación contra el Estado. Una maniobra que les permitió quedarse con mas de mil millones de dólares de impuestos para comprar empresas y medios que hoy siguen manejando Cristina.
También es una burda mentira decir que llegó Papa Noel para Macri porque una sala de la Cámara Federal dictaminó, al final que no hubo ninguna asociación ilícita montada por el expresidente, el ex jefe de la AFI Gustavo Arribas y su segunda, Silvia Majdalani.
Lo que pasó, de verdad, es que la causa se cayó porque los camaristas sostuvieron que lo que hubo fueron cuentapropistas de la AFI, queriendo sacar provecho de sus posiciones.
Para que se entienda bien: lo que falló fue su opereta, que incluyó, entre otras cosas, tratar de embadurnarme también, de una manera muy burda, confundiéndome con Pirincho, el alias de un periodista de América TV.
¿Te acordás cuando ella misma grabó, para darle más relevancia mediática al asunto, un videíto con su voz en off que arrancaba diciendo: “Estoy yendo al juzgado federal de Lomas de Zamora…”
Bueno: la opereta se cayó.
Y también se cayó la otra gran opereta. La del de Puf, Puf, porque la Cámara de Casación, acaba de dictaminar que a la denuncia contra el extorsionador Marcelo Dalessio (pero que apuntaba a voltear al fiscal de la causa de los Cuadernos de la Corrupción, Carlos Stornelli y al Juez Claudio Bonadio) tampoco la va a tramitar más el impresentable del juez de Dolores, Martín Bava, sino los jueces federales de Comodoro Py en la ciudad, ya que los hechos denunciados tuvieron como escenario la capital de la Argentina.
¿Te acordás como armaron el Puf Puf, según le confesó Eduardo Valdés a Juan Pablo Schiavi?
Por eso, cuando Cristina festeja (no habiendo nada que festejar) o cuando miente, queriendo embarrar a todos con la corrupción que pesa sobre sus espaldas, hay que detenerse unos segundos. Detenerse y recordar, por ejemplo, lo disociada que cada tanto aparece de la realidad, como aquella noche del 10 de diciembre de 2013 cuando ella bailaba mientras se incendiaba todo.