(texto y video de la columna de ayer de Luis Majul en el programa +Voces por LN+) Algo está pasando en Comodoro Py.  Y, también, algo muy serio está pasando dentro del gobierno. Lo que está pasando en Comodoro Py no es bueno para Cristina. Y lo que sucede dentro del gobierno no es bueno para los argentinos, porque la pelea entre Alberto contra Cristina y Máximo por el acuerdo con el FMI, ya es abierta, salvaje y podría incluir carpetazos.

Vamos por partes.

Los fiscales y jueces que en 2019 parecían muertos de miedo ante el regreso al poder de la vice, de a poco se están sacudiendo el estrés y avanzan, a paso firme.

La decisión de la Cámara de Casación de dejar firme el procesamiento de Cristina como jefa de una asociación ilícita y haber participado en 27 hechos de sobornos en la causa cuadernos de las coimas es un golpe durísimo para la ex presidenta.

Además, mete presión a los jueces del tribunal oral que siguen durmiendo la causa.

Por si te olvidaste, el chofer Oscar Centeno confirmó ante los jueces que Roberto Baratta le llevó bolsos con dinero al edificio de Arenales y Uruguay, la esquina de la corrupción, donde vive Cristina.

También a la casa de gobierno y la Quinta de Olivos.

Demasiado tarde para “apretar a los jueces” como le pedía cristina a su mayordomo, Oscar Parrilli, en las escuchas legales que nosotros publicamos y la mayoría de los medios y colegas se cansaron de reproducir.

Además, avanza a paso firme, el jucio oral de la causa Vialidad, donde ayer, el Presidente, se transformó en cómplice de los delitos de Cristina, al mentir sobre lo que pensaba sobre los negocios sucios de la obra pública, que manejaban, Julio De Vido, José López (el de los bolsos), Baratta y otros ex funcionarios procesados y condenados.

Dicen que Alberto se hizo presente ayer en Comodoro Py para mostrarle a Cristina que estaba cumpliendo con su pacto con el diablo: “yo te aporto impunidad y vos me transformás en Presidente”.

Dicen también, muy cerca del Instituto Patria, que a Cristina, el testimonio de Alberto no la terminó de conformar.

Que no le alcanzó, y que en las próximas horas podría hacer cualquiera de estas dos cosas:

-Escribir otra cartita, como la carta bomba que publicó después de las paso, y de la que todavía siguen desprendiéndose esquirlas.

-O pedirle a gente como Fernanda Vallejos que le vuelva a recordar a Alberto lo que piensan ella, el corrupto de Amado Boudou, Cristina y Máximo, sobre el entendimiento con el fmi.

A Cristina, Máximo y los chicos grandes de la Cámpora, los Albertistas los consideran unos farsantes y unos tramposos. Cada tanto, repiten, en off: “¿porque, junto con las renuncias que nos revolearon, dejan las cajas multimillonarias que manejan?”

Ayer les dije que sumaban mil millones y en efecto, me quedé recontra corto.

Me faltaron tres ceros.

Son 980 mil millones.

Casi un millón de millones.

El equivalente a un billón de pesos en argentina.

3.900 millones de pesos de la Anses.

262.000 millones de YPF.

456 mil millones de Pami.

63.500 millones de Aerolíneas Argentinas.

114 000 millones de la secretaría de Inclusión Social.

Y 71.000 milones del ministerio del Interior.

Bien.

Ahora, desde el Instituto Patria, cansados de los machos del off, se empezó a diseminar una amenaza de carpetazo  directamente dirigida al presidente, y a algunos de sus hombres de mayor confianza.

La información es Damián Nabot, un gran periodista de la nación.

Incluye:

  • el seguimiento de la causa del Olivos gate, cuya condena máxima podría incluir, “inhabilitación para ocupar cargos públicos”
  • una lupa en lo que Cristina considera “negocios del albertismo”. ¿cuáles?
  • supuesta intermediaciones en la aduana de un asesor de Alberto junto a jerarcas de la ex side.
  • la licitación del censo que viene.
  • las compras directas de vacunas, a un precio demasiado alto.

“si quieren jugar sucio, nosotros estamos más curtidos que ellos” le adjudican a una fuente muy cercana a Cristina haber dicho, esta semana.

Si, al final, empieza la guerra abierta, seguro conoceremos a un nuevo Alberto Fernandez.

O por lo menos uno parecido al del año 2015.