La vigencia del proyecto político que lidera la Presidenta está en crisis. Y todo parece indicar que Cristina, al final, Eterna no va a ser. Antes de fin de año, y después de las próximas elecciones legislativas, se sabrá con certeza si Ella tiene posibilidad de ser reelecta, con la reforma previa de la Constitución, o si le deberá entregar el mando a otro dirigente, en 2015.
Su proyecto está en crisis, en principio, porque Ella no tiene herederos con votos. Y también porque no le darían los números como para forzar su continuidad. "La Presidenta se quedó sin juego político", me dijo un hombre que responde a Daniel Scioli. Es uno de los armadores del peronismo bonaerense que se la pasan haciendo cuentas todo el día. Él grita a los cuatro vientos que no hay forma de que el Frente para la Victoria alcance, durante las próximas elecciones legislativas, el piso de 40% de los votos que necesitaría para reivindicar su derecho de discutir la reforma de la Constitución.
Un trabajo de Poliarquía cuyos resultados se conocieron a principio de este año parece confirmar el diagnóstico. Hay conclusiones para destacar. Dos son determinantes. Una: el mal humor y el pesimismo sobre el futuro de la mayoría de los argentinos avanzan con cierta prisa y poca pausa. El 40% de los consultados cree que la situación económica empeorará; el 23%, que se mantendrá como hasta ahora, y el 32%, que podría mejorar. La segunda conclusión: es prácticamente imposible que, durante la próxima competencia, el Gobierno consiga los dos tercios de los votos tanto en Diputados como en el Senado para imponer la reforma con reelección. En Diputados, hoy, el FpV y sus aliados conforman una mayoría de 53 por ciento. Para lograr los dos tercios, deberían renovar las 51 bancas que ponen en juego y sumar otras 36. Sólo podrían alcanzar ese objetivo con el 55 por ciento de los votos en todo el territorio nacional. Es decir: con una elección parecida a las presidenciales de octubre de 2011. Y eso no será posible. No sólo porque la Presidenta no puede ser candidata. Además, porque su imagen viene cayendo, y mucho, desde que ganó por paliza.
Por otra parte, en el Senado, por el sistema electoral, al oficialismo no le sería posible reunir los dos tercios ni con el 60 o el 70% de los votos. Además, como en la Cámara alta ingresan dos por la mayoría y uno por la minoría, es posible que el oficialismo pierda una o dos de las bancas que tiene por la ciudad: las de Daniel Filmus y Samuel Cabanchik. En las provincias de Córdoba y de Santa Fe, a los seguidores de Cristina no les iría mejor. Por las dudas, el ex ministro de Economía Roberto Lavagna les viene pidiendo a quienes pretenden seducirlo con una candidatura que antes se recuerden dos puntos concretos. Uno es el compromiso para que no haya reelección. El otro es que ayuden a garantizar una elección transparente. Lavagna cree que Cristina Fernández, en octubre de 2011, no obtuvo el 54%, sino un poco más del 46%. Igual, el mismo trabajo de Poliarquía sostiene que el 66% de los consultados está en contra de una reforma para volver a elegir a la Presidenta. Incluso, entre quienes la votaron, casi el 40% se opone a la reforma de la Constitución.
La otra gran pregunta de la encuesta es a quiénes votarán los argentinos como presidente de acuerdo con cómo perciben el futuro. Daniel Scioli aparece como el gran candidato si la situación se mantuviera estable o si el declive de la economía fuera lento y progresivo. Y Mauricio Macri emerge como la mejor alternativa si la crisis se volviera más profunda y más grave. Es notable como, desde que se instauró el cepo cambiario y fue creciendo el precio del dólar paralelo, los argentinos vienen poniendo la economía y la insuficiencia de su sueldo como la primera preocupación, junto con la inseguridad. También se manifiesta una angustia por el futuro económico cuando los consultados responden que dejaron de comprar electrodomésticos nuevos o disminuyeron la frecuencia de sus salidas al cine o a cenar. Pero la foto de final de ciclo que se percibe hoy puede no constituir el resultado de la película. El Gobierno todavía conserva un núcleo duro de votantes de entre 30 y 35%. Se trata de una parte de los argentinos a los que el economista Víctor Becker considera tributarios del "paternalismo semifeudal". Es una buena porción de unas 15 millones de personas cuya supervivencia depende del Estado y no del sector privado. Son casi 2 .500.000 empleados públicos; 1.200.000 que reciben pensiones no contributivas; 4.500.000 que son beneficiados por la asignación por hijo y por embarazo; 5.700.000 jubilados, y cerca de un millón que cobran diferentes "planes de empleo". En un contexto de deterioro lento, ese "voto cautivo" estaría más cerca de Scioli o de Hermes Binner que de Macri, a quien el aparato de propaganda oficial presenta como un privatista insensible, aunque por ahora no privatizó ninguna escuela y ningún hospital.
Pero algunas de las respuestas a estos interrogantes se conocerán en agosto, cuando se celebren las primarias, o en noviembre, con el resultado definitivo. Los que disfrutan con hacer apuestas por anticipado ya están arriesgando pronósticos. Unos sostienen que serán muy parecidas a las de junio de 2009, cuando Francisco de Narváez, Macri y Felipe Solá le ganaron a la lista testimonial de Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Otros creen que resultarán, para el oficialismo, todavía peor. Se remontan, en la comparación, a octubre de 1997, cuando Graciela Fernández Meijide aplastó a Chiche Duhalde en medio del fuerte rechazo contra las políticas económicas del gobierno de Carlos Menem. Para ponerle contexto a la comparación, se debería recordar que el Frente para la Victoria cuenta con una ventaja que el menemismo, entonces, no tenía. Porque la oposición, ahora, está mucho más dividida y fragmentada que entonces. Además, Fernando de la Rúa parecía de amianto y Carlos "Chacho" Álvarez se encaramaba como la gran esperanza contra la hipercorrupción de los años noventa.
¿Es consciente Cristina Fernández de lo que está en juego durante los próximos meses? ¿Tiene un plan para contrarrestar la idea de que su poder tiene un límite y se empieza a diluir? El mismo día de la derrota en las elecciones legislativas de 2009, Ella le reprochó a Néstor Kirchner que habían perdido porque el Grupo Clarín los había traicionado. El mismo ex presidente pareció darle la razón cuando diagnosticó, frente a sus dirigentes de confianza, que si hubieran contado con la ayuda de los medios críticos él habría triunfado por una diferencia de dos o tres puntos. Ahora mismo el Gobierno trabaja en un borrador de proyecto de ley para expropiar las redes de Cablevisión, con objeto de intervenirlo y más tarde llamar a licitación para explotar distintas zonas geográficas. Se trata de otro manotazo de ahogada, pero nadie podría acusarla de bajar los brazos y darse por vencida.
Publicado en La Nación