Mauricio Macri puso el dedo en la llaga cuando habló en contra de cómo usa el Gobierno Fútbol para Todos (FPT). Sus asesores en comunicación todavía están tratando de apagar el incendio. Dicen que no era necesario ponerse en contra de quienes disfrutan de la transmisión de fútbol gratuita. Que entre quienes están a favor de FPT se encuentran los votantes a los que Macri necesita convencer para ser presidente en 2015. Que tendría que haber aclarado, de inmediato, que lo que desea es una transmisión de fútbol gratis, pero no financiada con dinero del Estado, que es la plata de los impuestos de todos los argentinos. Que tendría que haber dado más detalles de su propuesta, para que pudiera ser apoyada por la mayoría. Los voceros oficiales salieron a pegarle debajo del estómago.
El jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, hizo una interpretación libre e interesada de la "metida de pata" del jefe de la ciudad. Denunció que Macri quería "eliminar Fútbol para Todos" aunque nunca había dicho eso. E interpretó que las verdaderas intenciones del ex presidente de Boca eran "devolverle el negocio a Clarín". Con semejante ruido, fue imposible plantear una discusión más o menos seria. Hay varios asuntos para considerar. Me parece que el más importante es: ¿debe el Estado gastar más de 1000 millones de pesos por año, o más de 3,5 millones de pesos por día, para que una parte de los argentinos mire fútbol de manera gratuita y se intoxique con propaganda oficial que se usa para atacar al propio Macri, a José Manuel de la Sota; al presidente de Boca, Daniel Angelici, o al enemigo político de turno? ¿Es correcto que el Estado use el dinero de los impuestos de los argentinos para financiar el enorme déficit de River, Independiente, Racing y otros equipos de primera división? ¿Se debe sostener un sistema que, desde que se inició, en agosto de 2009, nos viene costando 5000 millones de pesos de los cuales cerca de 3000 millones fueron a parar a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y, a su vez, fueron repartidos discrecionalmente por Julio Humberto Grondona? Desde que la Presidenta anunció su puesta en marcha, con la desmesurada e infeliz comparación del secuestro de personas a manos de la dictadura con el secuestro de goles por parte de la empresa Torneos y Competencias, prometió que al costo de realización de FPT iba a financiarlo la comercialización de los derechos de transmisión. Es decir, el sector privado, a través de la publicidad.
Cristina Fernández pronosticó que los ingresos no sólo alcanzarían para eso. También aseguró que se lograría un excedente. Y que ese dinero se destinaría a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y "a la promoción del deporte olímpico". Hay que decirlo con todas las letras: la jefa del Estado no cumplió con lo que prometió. No hizo honor a su palabra. O la engañaron quienes le vendieron la gran idea o mintió a sabiendas, porque suponía que no tendría que pagar ningún costo político. La última opción parece la más lógica, porque en el verano del año 2010, Néstor Kirchner dio la orden de que no se emitiera más publicidad privada y que Fútbol para Todos se transformara, sin disimulo, en un escandaloso instrumento de propaganda política. Desde ese momento, la empresa de camiones Iveco aparece como el único sponsor de las transmisiones.
La segunda gran pregunta es: ¿por qué la Jefatura de Gabinete le gira a Grondona semejante cantidad de dinero, que va aumentando mes tras mes, sin someterse a ninguna auditoría? El escándalo de Sueños Compartidos estalló cuando se confirmó que, entre otras cuestiones, el gobierno nacional le dio al proyecto de Madres de Plaza de Mayo cientos de millones de pesos que no pasaron ni por el Parlamento ni por ningún control previo, y cuyo uso no fue auditado ni por la Secretaría de Vivienda ni por el Ministerio de Planificación. Cuando le pregunté quién era el encargado de autorizar semejante giro de plata del Estado, Sergio Schoklender me dijo que quien daba la orden de pagar en tiempo y forma era el propio Kirchner, como si hubiese sido el dueño del dinero de todos los argentinos. Ahora que Kirchner no está, ¿quién atenderá los pedidos de Grondona? ¿La propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner? En el presupuesto 2013 se escribió que FPT les costará a los argentinos más de 1200 millones de pesos, pero la experiencia muestra que, después de la presión de los clubes y de la AFA, el Estado terminará girando entre el 30 y el 50 por ciento más de lo que calcula a priori. En este año electoral, en el que se decide, entre otras cosas, la posibilidad de que Cristina Fernández sea reelegida, el Gobierno volverá a vulnerar todas las leyes y normas éticas, porque tendrá en FPT un instrumento multimillonario de propaganda con el que los otros candidatos no podrán ni empezar a competir.
En noviembre del año pasado un juez rosarino autorizó a Daniel Vila, presidente de Independiente de Rivadavia de Mendoza, a acceder a toda la documentación de cómo se había repartido el dinero de FPT durante 2012. Su aplicación práctica le hubiera permitido acceder a los balances de la AFA y también de los clubes de fútbol. La reacción del Gobierno y del propio Grondona impidió que los hinchas de fútbol y los argentinos que pagan sus impuestos conozcan cómo se mueven los fondos de un negocio millonario. Los vericuetos de FPT no serían tan escandalosos si los clubes no tuvieran semejante déficit o si los dirigentes que se roban el dinero pudieran ser declarados en quiebra y condenados por la Justicia. Solo River, Boca, Independiente y Racing soportan un déficit de más de 500 millones de pesos. El dinero que reciben desde 2009 del Gobierno a través de FPT no los hizo más sanos, sino todavía más proclives a gastar recursos ajenos. Las barras bravas de todos esos clubes, de una manera u otra, reciben parte de esos recursos, a través de la entrega de entradas, la compra de banderas, el negocio de los cuidacoches o el tour de viaje para ver el superclásico. No hay que ser un experto en la materia para concluir que algunos no sólo reciben dinero de los impuestos de los argentinos, sino que forman parte de los grupos de choque de agrupaciones políticas y sindicatos, como ha sido denunciado una y otra vez. No creo que sea una mala decisión hacer que millones de argentinos tengan la posibilidad de ver a sus equipos en vivo y en directo. Vengo criticando desde hace mucho, incluso desde antes de que el Gobierno se peleara con Clarín, el modelo de transmisión alentado por el denominado Fútbol de Pimera. Pero la prioridad de un país como la Argentina, con semejante deuda social, educativa y de infraestructura, no debería ser el fútbol, sino otra muy distinta. Desde LA NACION, Alejandro Casar González se tomó el trabajo de hacer la cuenta de lo que se podría haber hecho con la plata de Fútbol para Todos desde agosto de 2009 hasta julio de 2012. Medio millón de viviendas sociales, 36 hospitales de alta complejidad, 666 escuelas, casi 15 millones de asignaciones por hijo y casi 20.000 comedores escolares fueron algunas de las inversiones alternativas. Pero Ella y sus aplaudidores ahora dicen que criticar la asignación de recursos a FPT es conservador y de derecha. Que la alientan los que pretenden quitarle la alegría al pueblo. Ella siempre dice que la historia la juzgará. Tiene razón.
Publicado en La Nación