(texto y video de la columna de ayer de Luis Majul en el programa +Voces) Todas las encuestas dicen lo mismo. La tendencia es alarmante. El rechazo hacia las principales figuras del gobierno está en niveles altísimos. Muy parecidos a los que había en diciembre de 2001, cuando nació la consigna “que se vayan todos”.

Repudian a la abrumadora mayoría: desde el presidente hasta el último ministro.

Por supuesto, a la cabeza del rechazo, se encuentran Cristina Kirchner, su hijo Máximo y Hugo Moyano. Están en “el subsuelo”. En el fondo del mar.

También está subiendo, aunque en menor medida, el nivel de rechazo hacia casi todos los dirigentes de la oposición. Le exigen que no se peleen y que se empiecen a preparar para gobernar.

Ni siquiera las figuras consideradas por afuera del sistema se salvan de esta enorme ola de descontento: Javier Milei, por un lado, y Facundo Manes, por otro, empezaron a bajar su imagen positiva y subir la negativa.

Es porque cada vez que toman posición sobre temas de la grieta (como el uso libre de las armas o el lenguaje inclusivo) dejan de ser vistos como “antisistema”.

Al hartazgo y la ira contenida muchos la subliman a través del humor. Nosotros, de vez en cuando, también, para abrir una ventanita en medio de tanto agobio.

La explicación de este clima de fin de época no es muy complicada. El país está hecho pelota. Y el gobierno que venía a ponerlo de pie está resultando un desastre.

En las encuestas de humor social muchos argentinos sienten que el cambio de gobierno se encuentra demasiado lejos. Al mismo tiempo, todos los días nos levantamos con una nueva mala noticia sobre los tres asuntos que más nos preocupan.

La inflación.
La seguridad.
La corrupción.

En el rubro corrupción, la sociedad incluye los temas más variados.

Desde la inmoralidad de querer sacarse de encima la responsabilidad que les cabe por el tema del avión. Es porque lo vinculan con el asesinato del fiscal Alberto Nisman y los atentados contra la embajada de Israel y la Amia, hasta la decisión de la oficina anticorrupción de renunciar como querellante en el juicio oral de Vialidad, donde Cristina está procesada como jefa de una banda de ladrones.

Desde el hartazgo con una dirigencia que vive desconectada de la realidad, hasta la indignación que provocan cuando hacen y dicen cualquier cosa. Lo primero que se les viene a la cabeza.

Sobre la inseguridad nuestra de cada día ¿Qué más se podría agregar? Cada cinco minutos hay un caso digno de una serie de Netflix.

Te cuento el más reciente. No le falta ningún condimento. Es el caso de Damián, el chofer al que un chorro le afanó su micro, escapó por la Panamericana, chocó a decenas de autos y salió en libertad a las pocas horas. Damián casi se lo cruza en la comisaría. Él iba a declarar. El chorro se iba a su casa. Nos lo contó hoy en 8:30 AM. También nos dijo que tuvo que pagar el costo del acarreo él. Y que fue a lo de un amigo a comprar una goma nueva: el lunes costaba 100 mil pesos. El martes, 130 mil pesos.

Mientras tanto, el ministro Sarasa Guzmán se pelea con el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, para ver quién gestiona peor. ¿La inflación? Descontrolada y sin indicios de que se vaya a desacelerar. ¿El dólar? Sigue en su récord histórico, aunque hoy bajó 3 pesos. Y todo parece indicar que para evitar un salto que lo lleve, a 280, o a 300 pesos, de una sola vez, van a implementar un super cepo, mientras rezan para que la bomba no les explote a ellos sino al próximo gobierno.