(texto de la columna de Luis Majul del viernes 2 de septiembre de 2022 en LN+) Habrá que repetirlo hasta el cansancio, como si fuera un rezo laico, aunque a mucha gente no le guste. O los datos completos no les cierren.

Primero los hechos, después las opiniones y finalmente un aviso: aunque nos amanecen con nombre y apellido, nunca nos vamos a callar.

Los hechos:

-Un hombre solo le disparó a la vicepresidente, la gatilló dos veces, pero la bala no salió, y el Cristina resultó ilesa.
-Fue ayer, a las 21:10, y ni ella misma, ni su custodia, se dieron cuenta hasta varios minutos después.

Lo primero que se vio fue una imagen desde un costado, que aportó la televisión pública y rápidamente fue viralizada.

Lo segundo fue otra imagen, donde se pudo ver a Cristina Kirchner, casi de frente, y el arma, apuntándole por encima de la cabeza.

Los hechos:

-Un hombre solo le disparó a la vicepresidente, la gatilló dos veces, pero la bala no salió, y el Cristina resultó ilesa.
-Fue ayer, a las 21:10, y ni ella misma, ni su custodia, se dieron cuenta hasta varios minutos después.

Lo primero que se vio fue una imagen desde un costado, que aportó la televisión pública y rápidamente fue viralizada.

Lo segundo fue otra imagen, donde se pudo ver a Cristina Kirchner, casi de frente, y el arma, apuntándole por encima de la cabeza.

¿Cómo una persona con un arma pudo acercarse tanto a la vicepresidenta y disparar?

¿Cómo ni siquiera se dieron cuenta?

¿Cómo no la protegieron ni se organizaron para una vía de escape?

Después del acuerdo entre la Nación y la Ciudad, aumentaron la custodia de la vice a 100 personas. Todas dependientes de la policía federal.

Cien personas, aparte de su custodio personal, el ex luchador de kickboxing, Diego Carbone.

Fue tan evidente la falta de profesionalismo de quienes la deben cuidar de verdad, que hasta Hebe de Bonafini exigió a las pocas horas del hecho la renuncia del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

Sin embargo, el presidente, hoy, poco antes de las 9 de la mañana, lo sentó a su lado, junto al resto del gabinete.

Pero no nos precipitemos.

Sigamos el hilo de los hechos.

Alberto, antes de la medianoche de ayer, le habló al país, en cadena.

Sabemos que consensuó el discurso con Cristina, y recién después lo leyó.

A esa altura, los principales dirigentes del oficialismo y la oposición habían repudiado el hecho. Con fuerza y responsabilidad institucional. Sin dobles lecturas ni sobre interpretaciones.

Para citar solamente a dos opositores, destaquemos los tuits de Macri y de Horacio Rodríguez Larreta.

"Mi total solidaridad con @CFKArgentina y mi más enérgico repudio y condena a lo sucedido esta noche.

La Justicia tiene que actuar rápidamente para esclarecer los hechos.
    — Horacio Rodríguez Larreta (@horaciorlarreta) September 2, 2022"

"Mi repudio absoluto al ataque sufrido por Cristina Kirchner que afortunadamente no ha tenido consecuencias para la vicepresidenta. Este gravísimo hecho exige un inmediato y profundo esclarecimiento por parte de la justicia y las fuerzas de seguridad.
    — Mauricio Macri (@mauriciomacri) September 2, 2022"

Sin embargo, poco después, el Presidente, abandonó su rol de jefe de Estado para colocarse en el lugar de dirigente político partidario.

Primero, responsabilizando a la oposición, los fiscales, los jueces, los medios y los periodistas por el brutal ataque a Cristina.

Y después, disponiendo un feriado nacional, algo que casi ningún país del mundo hace, en estos casos.

Es grave.

Doblemente grave.

El presidente señalando con el dedo a quienes no piensan como él está teniendo efectos inmediatos y concretos.

Porque otros dirigentes, sin votos ni apoyo popular, con causas judiciales abiertas por delitos de corrupción, como Pablo Moyano y de violencia, como Luis Delía, ya nos están señalando con el dedo, con nombre y apellido.

A muchos de nosotros.

Los que hacemos periodismo sin miedo a las amenazas.

Tuit de D’Elía:

-La Bersa es de Lanata. El cargador es de Leuco. Las balas son de Feinmann. La mira es de Jhony Viale. La empuñadura es de Majul. El cañón es de TN La portación es de Echecopar. El gatillo es de LN+ La instigación es de Clarín. El plan es de la Embajada. El brasileño es un perejil.

Pero también el presidente disponiendo de un feriado de un momento a otro, volvió a enfurecer a una parte de la sociedad.

Porque puso sal en la herida traumática de la pandemia.

De la cuarentena eterna que tanto mal nos hizo a millones de argentinos.

Avivó la impotencia que genera que una sola persona, a golpe de decreto, puede hacer lo que quiere con nuestro tiempo y nuestra existencia.

Ahora volvamos a los hechos, sin ningún agregado.

El atacante se llama Fernando Andrés Sabag Montiel y tiene 35 años. Disparó con un arma marca Bersa Thunder, calibre 32.
Le encontraron en la casa 100 municiones.
Su perfil en las redes sociales demuestra que tenía antecedentes. De hecho, el año pasado, había sido detenido por portación de armas no convencionales.
Hasta ayer vivía en San Martín y, en su perfil de Facebook, le había dado me gusta a páginas como “comunismo satánico” “ciencias ocultas herméticas” y “coach anti psicópatas”.
También a grupos de odio vinculados con ideología neonazi.
En su brazo izquierdo tiene un tatuaje que hace referencia a la rama ocultista del nacional socialismo, el partido político que fundó Adolf Hitler en 1935, responsable del exterminio de 6 millones de judíos.
El tatuaje de Montiel representa a un Sol negro, una mezcla de tres símbolos clave en la ideología nazi: la rueda solar la esvástica y la runa de la victoria.

Pero ¿Cómo llegamos hasta aquí?

¿Quiénes serían los verdaderos responsables? Todo comenzó el lunes 22 de agosto, con el alegato y la decisión de Diego Luciani y Sergio Mola, de pedir una prisión de 12 años para Cristina, como presunta jefa de una asociación ilícita que tomó más de 3 mil millones de dólares del Estado para enriquecerse ella y sus cómplices.

A partir de ese momento, Cristina perdió el equilibrio, y empezó a decir y hacer cualquier cosa:
Poco después, ella y sus seguidores montaron una suerte de 17 de octubre trucho, disfrazado de vigilia permanente, que fue acompañado con declaraciones cada vez más extraviadas, de los principales dirigentes del oficialismo.
Desde el presidente, con su infeliz alusión al fiscal Alberto Nisman, hasta Máximo Kirchner, quien, horas antes del intento de magnicidio, diciendo: “ellos están viendo a ver quien mata al primer peronista”

Todos somos grandes y podemos sacar nuestras propias conclusiones.

Y hay que repetir una y mil veces que al responsable de este intento de magnicidio se le debe caer con todo el peso de la ley.

Pero nos gustaría compartir con vos nuestra experiencia como receptores de los ataques de quiénes ostentan el poder, y a veces parecen dispuestos a todo.

En 2011 nos acusaron falsamente de evadir de impuestos.

Demostramos ante la justicia, con sentencia firme, que era una burda mentira.

Antes y después, nos amenazaron varias veces.

Por teléfono, a través de las redes sociales.

Y en la calle también.

En una oportunidad, la intimidación pública llegó en forma de afiches contra miembros de mi familia, que mandaron a confeccionar y colocar Hugo y Pablo Moyano, como probamos, mostrando los videos de quiénes, donde y cómo los pegaban.

A los pocos meses de asumir este gobierno, un grupo de delirantes que integraban, entre otros, los Moyano, pero también el abogado Cristina, Carlos Beraldi, intentaron, a través de una operación muy berreta, meternos presos. (Parafraseando a Máximo Kirchner “aunque sea por 24 horas”).

Pero tampoco pudieron.

El miércoles 17 de agosto, el ministro de Justicia y Seguridad de la Ciudad, Marcelo D´Alessandro, nos preguntó si necesitábamos una custodia después de las irresponsables declaraciones de uno de los periodistas favoritos de Cristina, Fernando Navarro.

Ahora, algunos pretenden generar una conmoción todavía más grande, para que nos callemos la boca de una vez.

¿Vos creés que lo van a lograr?

Por Luis Majul