No hay que tener una sensibilidad política especial para asegurar que el gobierno de Cristina Fernández y Néstor Kirchner está pasando por uno de sus peores momentos. Solo algunos ejemplos bastan para probarlo:

. En pocas horas más, perderán el control real de ambas cámaras del Congreso.

. Esto les impedirá imponer la agenda política, y en cambio deberán gastar mucha energía en empezar a defenderse de lo que viene: los cambios en el Consejo de la Magistratura para que los jueces puedan trabajar sin presiones, la discusión por la coparticipación y las modificaciones que pretende hacer la oposición en la manera de medir que tiene el INDEC muestran con crudeza la verdadera dimensión de la pérdida de poder K.

. La creciente inflación real y sus consecuencias directas e indirectas, desde el aumento de la pobreza hasta el incremento de los delitos, pasando por las constantes expresiones de descontento social, configuran un escenario más preocupante todavía.

. Dentro del Frente para la Victoria (FPV) en particular, y el kirchnerismo en general, se está empezando a registrar una evidente tendencia a abandonar un proyecto político con destino de derrota.

Tiempo de descuento

Kirchner sabe que está perdiendo poder todos los días. Tiene mil y una dificultades para resolver una cantidad innumerable de frentes abiertos. El más urgente es evitar que la oposición en el Senado le propine una derrota tan sonora como la que sufrió el pasado 3 de diciembre en Diputados. Pero tampoco es menos urgente la necesidad de contar con los 6.500 millones de dólares del Fondo del Bicentenario. ¿Cómo hará para evitar que la espiral del aumento del precio de la carne termine? ¿Tendrá suficientemente controlado el frente judicial, donde todos los días una denuncia nueva lastima a alguno de sus hombres de confianza e incluso a él mismo?

Su ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, trabaja para construir una opción de poder que no lo incluye y que busca contener a quienes hoy todavía le responden, como el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli.

Luis D´Elía le acaba de demostrar que no es un incondicional, sino un dirigente social interesado.

Ni siquiera José "Pepe" Pampuro, el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, o ministros como el del Interior, Florencio Randazzo, están dispuestos a entrar junto a él y Cristina al cementerio que les espera si la dinámica política sigue aumentando el aislamiento del matrimonio presidencial.

¿Estará pensando el ex presidente en un adelantamiento “controlado” de la entrega del poder que incluya la anulación de las internas abiertas y el anticipo de las elecciones presidenciales?

Todos los que pretenden suceder a Cristina juegan al ajedrez en un tablero común. Los más atentos, como Carlos Reutemann, Julio Cobos, Mauricio Macri, Francisco De Narváez, Daniel Scioli, Eduardo Duhalde y Elisa Carrió ya saben que veintidós meses son un tiempo demasiado largo para que esta administración ejerza el poder con “normalidad”.

Derrotado, golpeado, operado de carotida y cada vez con menos votos, Kirchner sigue siendo un animal político excepcional. Si no terminó de perder su olfato, tampoco debería ignorar que a su reloj de arena del poder le está sobrando un tiempo que le puede terminar jugando en contra.

Los que lo conocen bien esperan con ansiedad una próxima jugada sorprendente que lo devuelva al centro del ring, y en posición ofensiva.

Publicado en El Cronista