(texto de la columna de Luis Majul en el programa +Voces del 25 de noviembre) Lo anticipó ayer Sergio Massa, ante un grupo de poderosos empresarios, pero es algo que saben de memoria los encuestadores más serios: si el gobierno no baja la inflación, el Frente de Todos, con Cristina, Alberto y él mismo a la cabeza, pierden las elecciones del año que viene.
Le faltó agregar algo que flota en el aire.
Algo que muchos sospechan pero que no se nombra: la hipótesis de que antes, caiga el gobierno, como producto de una corrida cambiaria que incluya una devaluación descontrolada, o una hiperinflación.
Para colmo, una duda inquietante se acaba de agregar a este panorama incierto.
¿Cuál es el verdadero estado de salud del presidente?
Y en el caso de que pida o se vea obligado a tomar una licencia ¿Quién se haría cargo del gobierno mientras tanto?
Porque cada vez que la portavoz afirma algo, parece suceder luego todo lo contrario. Ayer, por la radio, el profesor Juan Carlos De Pablo, envió a la oposición, un mensaje muy preocupante. Dijo que si la bomba explotara antes de diciembre de 2023, tendrán un problema mayor, porque deberán hacerse cargo de un país en llamas.
Mucho peor al que tenemos ahora.
Las principales consultoras vaticinan un 2023 horrible. Con una inflación desbocada. Y una posible devaluación que lleve el dólar a niveles astronómicos. Y con un tendal de pobres e indigentes. Las grandes empresas y los bancos ya tienen en su escritorio las proyecciones para 2023 y 2024.
Este es un promedio de los resultados:
Inflación 2022: por encima del 100 por ciento.
Inflación 2023: 107 por ciento.
Inflación 2024: con cambio de gobierno incluido, 140 por ciento.
Inflación 2025: 40 por ciento.
Tipo de cambio oficial:
2022: terminando en 175 pesos
2023: 341 pesos
2024: 1.140 pesos.
Para llegar, a 2025, en 1.485 pesos.
Hay que hacer algunas precisiones:
Hablar de 2024, es pura ficción.
A 2023 hay que dividirlo en tres.
1) Hasta julio o agosto, suponiendo que Massa siga en pie.
2) Con el resultado de las PASO, que podrían anticipar o no el cambio de gobierno.
3) Y con la transición de octubre a diciembre, con la presión de expectativas sobre el nuevo gobierno, y la inflación en niveles del 5, 6 o 7 por ciento mensual.
Los analistas económicos más prestigiosos tampoco descartan un episodio disruptivo, porque entienden que la deuda en pesos se está volviendo impagable.
O, para decirlo de otra manera: que para pagarla habría que emitir, y que eso llevará, quizá, a niveles de inflación más cercanos a una hiper.
Entre quienes piensan que la deuda en pesos es impagable estaría Hernán Lacunza, ministro de Economía in pectore de Horacio Rodríguez Larreta.
Los empresarios consultados, a Massa, ya le tomaron el tiempo.
Dicen que, como el ministro no puede bajar la inflación, está preparando el terreno para echarles la culpa de todo.
Como hacen Cristina y Máximo. Como hace Alberto, ante el fracaso de la gestión. Solo que ahora la nueva cantinela es contra el club de los supuestos devaluadores.
Y los mismos empresarios temen que el acuerdo para intercambiar información financiera con los Estados Unidos, anunciado por Massa, sea puro humo.
O que vuelvan a publicar listas de argentinos que compran dólares o tienen sus cuentas en el exterior, aunque las posean dentro del marco de la ley. Y no en negro. O sin declarar.
Ya lo hicieron varias veces.
Ya la propia Cristina, la emprendió, desde el máximo cargo de poder, contra el “abuelito amarrete”.
Temen, los empresarios, que el gobierno vuelva con la cantinela de que hay que pasar los dólares de los ahorristas a plazo fijo en pesos, por decreto, como hizo en junio de 2012, por consejo de Víctor Hugo Morales, quien sabe tanto de economía como yo de física cuántica.
En ese caso:
Impondrán como uno de los ejes de campaña el mito de la fuga de dólares.
Cristina volverá a argumentar que ella volvió a comprar dólares y se los mandó a su hija Florencia para que los guardara en una caja de seguridad porque no confiaba en Macri, cuando en realidad lo hizo para que la justicia no le embargara su fortuna mal habida.
Pero Massa necesita dólares y sabe que la única manera de conseguirlos es volver a implementar un dólar soja.
Aspira a recaudar, como máximo, 4 mil millones de dólares, y como mínimo, 2 mil millones de dólares, una vez el campo liquide parte de las ocho millones de toneladas de granos que todavía tiene en su poder.
El problema es que Máximo se opone, con la cantinela berreta de que hacerlo, implica arrodillarse ante las cerealeras y entregarles el país.
¿El tiempo de Massa se agota?
Él mismo se encargó de lanzar el rumor de que se estaría preparando un nuevo blanqueo.
Para eso hace falta algo que este gobierno no tiene: reputación, confianza, y la certeza de que todos quieren ir para el mismo lado.
Hoy, por ejemplo, Marcelo Bonelli escribió que los empresarios amigos del ministro, José Luis Manzano, Marcelo Mindlin y Sebastián Eskenazi apoyarían un plan económico que le atribuyen al ex viceministro de Economía de Axel Kicillof, Emmanuel Alvarez Agis, un consultor sobrevaluado que propone:
Devaluar fuerte
Ajustar tarifas
Subir salarios
Aumentar las retenciones al campo.
Una suerte de Plan Verano, que, según Bonelli, emularía el Plan Primavera de Raúl Alfonsín. En realidad, Alvarez Agis, se lo anticipó a un periodista de c5n en noviembre del año pasado.
Pero en el Instituto Patria también lo vetaron.
Es más: Cristina lo habría sacado carpiendo, porque lo considera un traidor.
Para colmo, el contexto político está más que enrarecido.
El martes que viene Cristina hará uso de sus últimas palabras, en la causa Vialidad.
En los próximos días, se esperan fallos de la Corte contrarios a los deseos de Cristina y el kirchnerismo.
Los más importantes: el dinero de la Coparticipación que La Nación le quitó a la Ciudad, direccionó a la provincia y quizá se resuelva devolver a la Ciudad.
Y la confirmación de la condena para Milagro Sala en la causa Pibes Villeros.
Y quizá el próximo martes 6, antes del último fin se semana extra large, los tres jueces del Tribunal Oral Federal número 2, Jorge Gorini, Andrés Basso y Rodrigo Giménez Uriburu, tomarían la decisión de condenar a Cristina.
Los abogados de la vice están haciendo lobby en los medios para instalar la idea de que solo la condenarán por administración fraudulenta, un delito con una pena máxima de 6 años.
Pero los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola consideran que los jueces no tendrían otra alternativa que aplicar el Código Penal, cuando habla de Asociación Ilícita. Y eso implica un pedido de prisión de 12 años.
Será para alquilar balcones. Porque se trata de los mismos jueces a los que la vice les faltó el respeto desde el minuto uno del juicio oral.
Escrito por Luis Majul