(texto de la columna presentada por Luis Majul en el programa +Voces del 15 de diciembre de 2022) Hoy estuve tratando de encontrar a algún indignado que gritara o pidiera la cabeza de Alberto, de Cristina o de Massa, después de conocido el dato de la inflación de noviembre en Argentina, y viajando, sin pausa, a cerca del 100 por ciento anual.
Pero es el revés.
Gritan la inflación del 4.9 por ciento como si fuera un gol de media cancha. Una inflación que sigue siendo la quinta más alta del mundo, detrás de Zimbabwe, Líbano, Venezuela, Sudán y Turquía. Que sigue siendo la más alta del continente, después de la de Venezuela.
Pero los tipos pretenden gozarte y te enrostran que es la más baja desde febrero de este año.
Y se olvidan que seis de cada 10 niños viven bajo la línea de pobreza.
¿Qué les pasó?
¿Perdieron la calculadora?
Porque durante el primer gobierno de Cristina, nos comimos una inflación acumulada del 78 por ciento.
Durante el segundo mandato de la señora, nos fumamos una inflación acumulada del 112 por ciento.
Con Macri subió, la inflación, a 143 por ciento y ustedes pedían el helicóptero. Y ahora, con Alberto, Cristina y Massa venimos acumulando el 280 por ciento, aún con esta leve desaceleración.
¿Sigue siendo mucho no? ¿Sigue siendo mucho más que lo que dejó Macri Gato no?
Qué se yo. Después de esta nueva suba del costo de vida, hubiera esperado, por ejemplo, otra diatriba indignada de Víctor Hugo Dos Morales, parecida a la que reclamó en el medio del Mundial de Rusia, en 2018, cuando se golpeaba el pecho con la inflación de Macri, aunque no llegaba a 4 por ciento por mes y el precio dólar la parecía un despropósito.
Pero no. Ahora el converso está en Qatar, gritando los goles de Messi y de Julián Alvarez, y mendigando viáticos para los periodistas deportivos de Radio Nacional.
No sé.
Hubiese esperando que algún periodista de C5N, el conductor de Hagan algo, estuviera agitando a los colegas para pedirle lo mismo al presidente, a la vice o al ministro de Economía.
¡Hagan algo!
Porque, aún con el 4,9 igual vamos derecho a ganar el campeonato mundial de la inflación y de la pobreza también, con más del 40 por ciento y de la indigencia, que va a superar, seguro, el 10 por ciento.
Y también el campeonato mundial de la inseguridad.
Con las muertes en Rosario, en la provincia de Buenos Aires, en Córdoba o en todo el país.
¿En serio van a vender como una buena noticia el casi 5 por ciento de inflación?
Estaría bueno un mínimo de coherencia ¿no?
De verdad.
No hubiese esperado un hakakiri.
Pero hubiera estado bueno, por ejemplo, que Roberto Navarro, economista, que por entonces pedía que Macri entregara el gobierno, ahora reclamara, para guardar la proporción, por lo menos, que Alberto, Cristina y Massa modificaran el rumbo.
Pero sigue calladito ¿no?
¿Será porque le aumentaron la pauta publicitaria mucho más que la inflación?
¿Será porque le entregaron una radio AM?
¿O será porque fue elegido como el sicario mediático del Frente de Todos, para encabezar la resistencia anticipada, cuando todavía a sus patrones les falta un año de gobierno más?
Ah. Ya sé.
Deben estar preparando el lanzamiento de la candidatura de Sergio Massa ¿no?
Por otra parte, se ve que la portavoz del presidente, Gabriela Cerruti, va a un supermercado muy particular. Porque antes de la divulgación del nuevo índice, habló de un “proceso de desaceleración de la inflación”
La presidente del Pro, Patricia Bullrich, le preguntó, entonces en qué país vive. Y Gabriela, la directora del diario de Irigoyen de Alberto, replicó. “En el mismo que vos. Que por suerte rescatamos de tu gestión en la Alianza y tu gestión en el Macrismo. Dos pesadillas”.
Pero si la gestión de la Alianza y la de Macri fueron una pesadilla, a esta ¿Cómo habría que calificarla? ¿Cómo un sueño cumplido? ¿Cómo la victoria en la batalla final de la guerra contra la inflación?
En fin. La de hoy sigue siendo la inflación anual acumulada más alta en 11 meses, desde 1991.
Repito: desde 1991.
Hace ya 31 años.
Pero si son capaces de eliminar el índice de pobreza, como hizo Kicillof, con la excusa de que publicarlo era sinónimo de estigmatizar a los pobres.
Si al entonces jefe de gabinete Aníbal Fernández le daban cuerda y era capaz de decir que había más pobreza en Alemania que en la Argentina sin ponerse colorado ¿Por qué no van a pretender convertir esta baja de inflación en una final de fútbol épica?
Entonces, ya que estamos en modo mundial, dejame que use el lenguaje futbolero para decirte:
· No te comas el amague.
· No gastes guita a cuenta.
· No creas en todo lo que te venden los reyes del relato.
Porque los datos son los datos.
Y 4,9 por ciento en noviembre es menos que 6.3 por ciento en octubre, pero es demasiado pronto para asegurar que se trata de un proceso consolidado de desaceleración inflacionaria.
Buenas noticias, e incontrastables, resultan otras.
Como la confirmación, por parte de la Corte Suprema de Justicia, de la condena de Milagro Sala a 13 años de cárcel por haber encabezado una banda criminal que le robó millones de pesos al Estado y extorsionó a cooperativistas.
Y fue por unanimidad.
Lo firmaron Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz, Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti.
¿Qué dirán ahora Cristina Kirchner y Alberto Fernández, quien en junio viajó a Jujuy para abrazarla y decir que Milagro era víctima de una “clara persecución”?
No habría que abandonar el asunto, bajo la premisa que el juego terminó.
Porque Milagro Sala sigue cumpliendo arresto domiciliario, a pesar de que debía estar alojada en una cárcel común.
Porque Alberto Cristina y Massa sigue ayudando a Milagro Sala con la entrega de 20 mil planes sociales para su gente, sobre los 50 mil que van a la provincia de Jujuy, y dicen que ella los sigue usando para hacer política.
Y para organizar su venganza.
El caso de la líder de la Tupac Amaru es muy relevante, porque se trata del espejo en el que Cristina Kirchner no se quiere ver reflejada.
La vice acaba de ser condenada y sus amigos y sus hijos le piden ahora que cambie la dirección de su defensa, porque con el relato y los ataques a la Corte, los medios y la oposición no parece ser suficiente.
Los chicos grandes de la Cámpora, excepto su hijo, también le piden que revise la estrategia del renunciamiento, que incluye una inflexión de voz que, lejos de poner en discusión el fallo, se transformó en un meme contra ella.
Un sticker, un ringtone o una canción que compite para el podio del hit del verano, junto con el ¡Qué mirá, bobo! ¡Andá pa Allá!, instalado en millones de teléfonos del mundo, por obra y gracia de Leo Messi.
Condenada, pero con dos instancias de apelación.
Condenada, y con la etiqueta de corrupta en la frente para siempre.
Y a este fallo, igual que la alegría de millones de argentinos por haber llegado a la final, no hay nadie que nos los quite.
No hay nada que lo pueda borrar.
Escrito por
Luis Majul