(texto de la columna editorial presentada por Luis Majul el 17 de mayo de 2023 en LN+) Robó, huyó y lo pescaron, es una película de 1969, dirigida y protagonizada por Woody Allen, sobre un ladrón de bancos que se enamora, pero no puede parar de afanar. Pero robó, huyó y la pescaron podría titularse la historia de Cristina; una vida política acaba de llegar a su casi final, con la negativa a presentarse como candidata a cualquier cosa, con el argumento de que en cualquier momento le impiden competir, igual que a Manzur y a Uñac.
Que robó, no es un secreto para nadie. Tres jueces la condenaron a seis años de prisión, y inhabilitación para ejercer cargos públicos de por vida. Pero que no pueda presentarse a competir por esa decisión, es decir, la proscripción, es una burda mentira. Porque le quedan dos instancias de apelación, y tiempo para presentarse y ejercer el cargo público de cualquier la categoría a la que aspire.
Los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola la acusaron de robar cerca de mil millones de dólares a través de los contratos de obra pública que le cedió a su socio y testaferro, Lázaro Báez, y los jueces confirmaron la defraudación al Estado.
Que huyó porque tiene miedo de perder, igual que su colega ya fallecido, el expresidente Carlos Menem, se da cuenta hasta un niño de ocho años. Por más que le quiera agregar épica a la aparatosa huida, ella, su hijo, y los chicos grandes de La Cámpora, sabían que Cristina podía llegar a recibir la peor derrota de su vida. Con una imagen negativa promedio de casi el 75 por ciento, y siendo percibida como la principal responsable del peor gobierno de la historia, iba camino a salir tercera, detrás de Juntos por el Cambio y de Javier Milei.
Algo parecido, desertar, hizo Menem en 2003, cuando, después de ganarle la primera vuelta a Néstor Kirchner, renunció al ballotage, con la pretensión de dejarlo a su adversario sin peso ni autoridad. Ya sabemos que Cristina robó, acabamos de probar que huyó. Solo nos queda contar cómo la pescaron.
Fue con la ayuda de dirigentes valientes, quiénes la denunciaron cuando la mayoría de los políticos del sistema callaban, y un grupo de periodistas que hicimos lo que teníamos que hacer, a pesar de los aprietes y las amenazas. Ahora, como casi toda su vida política se basó en la mentira, acaba de romper el dogma peronista de que primero está la patria, después el movimiento y luego los hombres.
Entonces toda la secta y sus socios crujen ahora detrás de la fuga. Desde Sergio Massa, a quien parece que ahora no quiere apoyar, hasta los chicos grandes de La Cámpora, porque sienten que van a perder las multimillonarias cajas. Si hasta su preferido, Axel Kicillof, se mostró ayer desorientado, como admitiendo que están siendo derrotados, al decir “vamos a dar vuelta la elección en la Provincia”.
Por Luis Majul