En el "círculo rojo" que muy bien definió Mauricio Macri, conviven ahora mismo los influyentes que vaticinan que la Presidenta no terminará su mandato, con los optimistas que aseguran que las empresas argentinas que cotizan en bolsa multiplicarán por cuatro o cinco su valor ni bien asuma el nuevo jefe de Estado. A esta película se la podría denominar: Argentina 2015, el año de la incertidumbre. Los economistas de todas las tendencias se muestran preocupados porque aseguran que el Gobierno no tiene de dónde sacar más dólares y pronostican, para después de octubre, como mínimo, nuevas restricciones para los viajes y las compras en el exterior. Por esa vía se terminarán yendo, solo este año, casi la misma cantidad de dólares que se gastan en importar energía: entre 12.000 y 15.000 millones.
Algunos de estos economistas, atiborrados de consultas, enviaron a sus clientes un cuadro con preguntas y respuestas sobre qué medidas podría tomar el gobierno después de perder las próximas elecciones. Incluyen, entre las decisiones, el quite inmediato de los subsidios a las tarifas de los servicios públicos y una devaluación compulsiva, de un día para el otro. Esas dos, precisamente, son el tipo de acciones que Cristina Fernández no tomaría nunca, a menos que una parte del peronismo, incluidos el gobernador Daniel Scioli o el intendente de Tigre, Sergio Massa, la presionaran para que lo hiciera, con la intención de que se haga cargo Ella y no el futuro presidente de pagar parte de la fiesta de la década desperdiciada. ¿Cuál de las dos Cristinas prevalecerá? ¿La responsable y dispuesta a tomar decisiones impopulares que le hagan perder más votos? ¿O la que se ve a sí misma como fundacional y que sería capaz de denunciar una enorme y supuesta conspiración para voltearla con tal de no "hacerle el juego a la derecha"? ¿Quién gobernará durante los próximos dos años? ¿La mujer política generosa y con actitud de allanar el camino para que a su sucesor no le explote la bomba de tiempo que Ella está ayudando a construir? ¿O la misma que pensó seriamente en irse del Gobierno y tirárselo por la cabeza a las corporaciones durante aquella madrugada de furia en que el vicepresidente Julio Cobos ejecutó su voto "no positivo"?
Los integrantes del círculo rojo que le prestan más atención a la dinámica política que los análisis económicos vislumbran un conflicto adicional que haría más difícil la transición entre el lunes 28 de octubre de este año y el día de diciembre de 2015 en que la Presidenta entregue la banda a su sucesor: el humor de los fiscales y los jueces que trabajan en Comodoro Py. Un ex funcionario del gobierno de Menem con aceitados contactos en la Casa Rosada y la justicia federal me dijo: "Hace más de una década que Carlos dejó de ser Presidente y (Domingo) Cavallo superministro de Economía. Sin embargo todavía andan desfilando por los pasillos de los tribunales federales. Ninguno de los dos era un santo. Pero te aseguro que, al lado de (Ricardo) Jaime o (Néstor) Kirchner, parecen dos nenes de pecho". La fuente, generalmente muy bien informada, consideró que "algunos fiscales y algunos jueces los están esperando para pasarles una enorme factura". Y no solo aludió a cuestiones procesales, sino también patrimoniales. "¿Cuánto vale la libertad de las grandes estrellas del firmamento kirchnerista?", se preguntó. "Valen lo que consideren ciertos fiscales, ciertos jueces y ciertos abogados penalistas que esas estrellas estén dispuestas a pagar por no ir presos", se respondió. El influyente explicó que los distintos procesos contra Menem y Cavallo no solo se "estiraron" por las chicanas procesales de sus abogados. También se alargaron porque algunos funcionarios judiciales que manejaron los expedientes creyeron la leyenda de que el expresidente había acumulado 10 mil millones de dólares, una suma suficiente como para pagar la libertad no solo de él mismo sino de muchos de sus colaboradores.
Uno de los políticos argentinos que tenía más claro el enorme problema de la sucesión presidencial era Néstor Kirchner. Se lo explicó con claridad a un empresario de medios en enero de 2008, cuando recién se terminaba de acomodar en sus oficinas blancas de Puerto Madero y acababa de decidir que no le daría Telecom al Grupo Clarín y que en cambio lo enfrentaría, para evitar que la dinámica de los acontecimientos lo terminara llevando a la cárcel. "En Argentina no hay términos medios. O sos reelecto o vas preso. Para evitar lo segundo tenés que tener dos cosas: a los medios de tu lado y plata para evitarlo", me contó el empresario que el expresidente le dijo. Y que en ese contexto decidió emprender la batalla final contra el grupo de medios más importante de la Argentina que ya esbozaba sus primer críticas al "modelo". Ahora, después de las PASO y a la espera de las legislativas de octubre, la Ruta del Dinero K tiene la apariencia de un asunto más propio de Leo Fariña y Karina Jelinek que de Lázaro Báez y la Presidenta. Y las causas contra Amado Boudou todavía aparecen en las páginas interiores o los recuadros de la mayoría de los medios de comunicación. Pero si Cristina Fernández sigue valorando la mirada de su compañero de militancia y de poder, debería empezar a pensar cómo salir de la encrucijada que tarde o temprano se verá venir. Tiene dos años completos para encontrar una solución para su futuro personal.
Publicado en El Cronista