(texto de la columna editorial presentada por Luis Majul el 28 de julio de 2023 en LN+) Sergio Massa está muy preocupado. Teme que sus amigos, los intendentes de la provincia, le hagan lo mismo que él le hizo a Néstor Kirchner en 2009, cuando el Frente de Todos perdió contra Unión Pro de Francisco de Narváez. Es decir: que pongan un huevo en varias canastas y no solo en la lista de candidato a presidente de Unión por la Patria, por temor a que una derrota nacional los arrastre a ellos.
Todos recuerdan el día después de aquella elección, cuando Néstor y Sergio estuvieron a punto de agarrarse a piñas en la quinta de Olivos. También recuerdan que, a las pocas horas, Cristina Kirchner le pidió su renuncia como jefe de gabinete, y que a partir de ese momento ambos lo consideraron un traidor, y un hijo de mala madre.
No es el único episodio que los kirchneristas puros guardan en la memoria. Quizá, el que más recuerden, ni siquiera sea la famosa promesa de meter presos a los ñoquis de la Cámpora, sino otro, más específico, cuando Massa consideró que si Cristina no tuviera fueros debería ir presa.
¿La falta de apoyo de algunos barones del conurbano es porque extrañan a Cristina? No, es porque Massa mide menos que Axel Kicillof, pero también porque Kicillof mide mucho menos que algunos intendentes de grandes distritos del conurbano, como La Matanza, Lomas de Zamora y José C Paz.
¿Podría algunos de esos dirigentes propiciar un corte de boleta a favor de Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich o Javier Milei? Me lo dijo ayer uno que lo hizo varias veces: ”Muchos de nosotros estamos dispuestos a acompañar a Sergio o a Kicillof, pero solo hasta la puerta del cementerio”.
Como si esto fuera poco, muchos otros intendentes están enojadísimos con Máximo Kirchner, porque no los dejaron incorporar a su gente en la boleta de diputados nacionales, donde La Cámpora cuenta con una amplia mayoría de candidatos.
El motivo de la caravana del sábado en La Matanza en la que participarán Massa, Kicillof y el intendente Fernando Espinoza, uno de los dirigentes peronistas con peor imagen de la Argentina, es ese: evitar que los votos que deberían ir al ministro de Economía o el gobernador se vayan para cualquier otra parte.
Para colmo, ni Massa tiene asegurada la recuperación de la intendencia de Tigre por parte de Malena Galmarini, ni los chicos grandes de La Cámpora tienen asegurada la victoria de Damián Selci en Hurlingham, porque estarían a punto de perder contra Juanchi Zabaleta.
¿Y por qué Cristina no sale abiertamente a apoyar a Massa? ¿Y por qué permite que Juan Grabois lo insulte de arriba abajo, poniendo en riesgo la posibilidad de quedar primero en el ranking de candidatos individuales? Los fantasmas de la traición acechan al candidato, mientras se espera que la inflación de julio vuelva a subir del 6 por ciento al 8 por ciento mensual, aunque el dato se hará público inmediatamente después de las PASO del próximo domingo 13 de agosto.
Por Luis Majul