Sergio Massa ganará el domingo por una diferencia más cercana a los 10 puntos que a los 5 y se proclamará, de manera explícita o implícita, candidato a presidente 2015. Eso es lo primero que responde el intendente de Tigre a quienes preguntan sobre sus próximos pasos. También anunciará la puesta en marcha de la Agencia Gubernamental de Control, desde donde impulsará proyectos destinados a "marcar agenda nacional", con el objetivo de "no desaparecer" entre la "nebulosa de la Cámara de Diputados". Su objetivo es mantener alta la presencia en los medios, el terreno donde se dirimirá quién será el sucesor de Cristina Fernández. Daniel Scioli, por su parte, hará lo mismo, pero de distinta forma. Repetirá, en público, que sus ambiciones siguen intactas. Mostrará encuestas donde se afirma que está primero en la consideración de los argentinos como postulante a jefe del Estado. Y trabajará, dentro del Partido Justicialista, para impulsar una interna que lo transforme en el candidato "oficial".

 

Algo parecido hará, dentro del Frente para la Victoria, el gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, uno de los pocos que saldrán muy bien parados después del domingo 27. Urribarri terminó de confirmar las altas posibilidades que tiene de ser un futuro "presidenciable" cuando desde dentro del Gobierno plantearon la falsa idea de transformarlo en próximo jefe de Gabinete. "Le quieren bajar el precio porque tiene votos y su imagen positiva en la provincia supera el 70%", me dijo un asesor del gobernador.

 

La apuesta de Mauricio Macri tiene otra lógica. El jefe del gobierno de la ciudad está seguro de que Gabriela Michetti superará el 40% de los votos y se impondrá al segundo por entre el 12 y el 15%. Presentará la diferencia como una de las mayores de los distritos más poblados. También descuenta que Sergio Bergman superará a Elisa Carrió por más de dos puntos y que Miguel del Sel y Héctor Baldassi harán una muy buena elección en Santa Fe y Córdoba. El equipo de Macri imagina un peronismo fragmentado. Entre Massa y Scioli, en el mejor de los casos. O entre Massa, Scioli y el candidato de la Presidenta "yendo por afuera". El líder de Pro ya se apropió de dos conceptos: "tercera vía" y "desarrollismo". Tercera vía, en su simplificación máxima, sería Estado regulador sí, pero populismo clientelista y autoritario no. Endeudamiento para mejorar la infraestructura y bajar la pobreza sí, pero no para volver al desastre de los 90. Lucha contra la corrupción sí, pero no " denuncismo como el que agitan Carrió y Pino Solanas". El secretario general del gobierno de la ciudad, Marcos Peña, dice que Pro todavía tiene tiempo para ganar votos y territorio en la provincia de Buenos Aires. También cree que en los próximos dos años millones de argentinos se declararán hartos del peronismo en todas sus variantes y que habrá un espacio para algo "nuevo y distinto de verdad".

 

En cambio, la primera mirada del denominado panradicalismo es, sobre todo, hacia adentro. Hay una fuerte tendencia que busca replicar la experiencia de UNEN en la ciudad de Buenos Aires hacia todo el país. Una interna abierta en las PASO 2015 en la que participen Julio Cobos, Hermes Binner y Carrió, entre otros, es un sueño que está en la cabeza de la mayoría. Cobos desde Mendoza y Binner desde Santa Fe pondrán sobre la mesa el triunfo del domingo y la diferencia lograda sobre el segundo. Carrió debería superar a Bergman para reivindicar su derecho a ser candidata a presidenta. Pero tanto Macri como Cobos y Carrió parecen tener, pensando en 2015, los pies sobre la Tierra. La apuesta de ellos es obtener por lo menos el 25% de los votos en la primera vuelta, pasar a la segunda y rezar para que la fragmentación achique y disperse al peronismo.

 

En la discusión por el voto peronista también va a terciar el gobernador de la provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota, con el resultado de la elección del domingo en la mano. El que quiera llegar a la recta final tendrá que sentarse a hablar con él, tarde o temprano. Pero las dos grandes preguntas son qué pasará con la economía después del domingo y cuál será el futuro del proyecto político que fundó Néstor Kirchner y hoy lidera Cristina Fernández sin la posibilidad de ser otra vez reelegida. Los analistas tradicionales están bastante confundidos: desde que se supo que Ella tenía un hematoma en el cerebro, una corriente de empatía y compasión hizo que su imagen positiva subiera hasta casi el 50%, pero nada parece indicar que eso se haya trasladado a la candidatura de Martín Insaurralde o haya servido para quitarle millones de votos a Massa.

 

Además, todos los encuestadores viven corriendo detrás de los denominados "imponderables". ¿Cómo terminan impactando la convalecencia de la Presidenta, el video de Juan Cabandié, el último choque del Sarmiento en Once y los últimos hechos de violencia política, social y de inseguridad? Nadie lo sabe con precisión. Cómo tampoco nadie alcanzará a medir con rigor cuánto le suma o le resta al intendente Insaurralde el beso en la boca y con los ojos abiertos a Jessica Cirio, mientras tomaba un helado de limón en el barrio de Las Cañitas.

 

Scioli dice, a quien quiera escucharlo, que los que apuesten a una crisis económica perderán las elecciones de 2015. Que la economía nacional se irá recuperando si el Gobierno empieza a tomar decisiones lógicas, como pagarles a las empresas extranjeras que recurrieron al Ciadi. Lo que no dice, pero sí piensa, es que una "radicalización" del proyecto lo puede alejar de su sueño de manera definitiva. Incertidumbre es la palabra que más se repite en el círculo rojo que Macri mencionó y que la Presidenta puso de moda. Incertidumbre política, porque los "imponderables" se están empezando a transformar en una mala costumbre. Incertidumbre sobre quién gobierna la Argentina, porque la verdad es que nadie puede responder con precisión quién lo está haciendo ahora. Y porque la pésima comunicación oficial sobre la salud de Cristina termina multiplicando las especulaciones más delirantes. E incertidumbre económica, porque los analistas se dividen entre quienes creen que la bomba de tiempo que Cristina intenta dejarle a su sucesor le puede estallar a Ella misma, se puede desarmar sin graves consecuencias o puede explotar en cualquier momento, antes o después de diciembre de 2015.

 

Publicado en La Nación