(texto de la columna editorial presentada por Luis Majul el 30 de agosto de 2023 en LN+) Según varios encuestadores y analistas, la ola violeta que consagró a Javier Milei como el más votado en las PASO de hace 17 días está en su pico más alto y no hay indicios de que se pueda detener, o herramientas para neutralizarlo.

Ayer, cerca del mediodía, me encontré en el ascensor con dos chicos de 19 y 21 años. Ambos muy educados y amables. Les pregunté a quién iban a votar. Ambos me dijeron que lo harían por Milei. Les pedí que me dieran sus argumentos. Respondieron: porque todos los demás fracasaron.

Les repregunté si sabían qué proponía y cómo se sentirían en el caso de que no lograra. Me volvieron a contestar que todos los demás nos habían llevado al desastre, y que no les importaba tanto un nuevo fracaso más. Me pidieron una foto, me agradecieron la charla y siguieron con lo suyo.

Me quedé con la impresión de que no había ningún argumento que pudiera convencerlos de cambiar el voto. Por lo menos, ninguno de los argumentos que se intentaron usar hasta ahora. Ni siquiera el de su presunto desequilibrio emocional o la muy particular relación que tiene con sus perros.

En otras conversaciones, otros votantes de Milei lo enfrentan con la siguiente afirmación: “Ya probamos con personas que parecían más racionales, y así nos fue” o “¿Quién está más loco, Milei o Cristina?”. Tampoco funciona la táctica de transformarlo en una caricatura. Cuando sus adversarios lo quieren convertir en un meme o intentan ponerlo en ridículo, él sigue adelante, como si fuera un héroe de historieta.

En las últimas horas, se viralizaron un par de videos donde Milei aparece maltratando a Teresita Frías, una periodista en Salta que le hizo una pregunta sobre keynesianismo. También otro donde se pone en evidencia que estaba apoyando, a cambio de dinero, a una inversora especializada en Bitcoins acusada de perpetrar una estafa piramidal. Hoy, en LA NACION, Hugo Alconada Mon recordó el episodio con la periodista que derivó en una causa judicial y un pedido de disculpas formal.

Milei tuvo que volver a Metán, donde un psicólogo lo evaluó y advirtió sobre el “peligro” y los indicadores de riesgos de esas reacciones violentas. También determinó que eran esporádicas. Alconada recordó que en Metán Milei ganó con el 49.2 por ciento de los votos, seguido por Sergio Massa con el 23.9, Patricia Bullrich con el 9.1, Horacio Rodríguez Larreta con el 7.6, mientras el 39.8 por ciento decidió no ir a votar. Nada parece hacerle mella.

Especialistas que analizaron a otros dirigentes parecidos, explican que la única manera de quitarle votos, o detener el subidón, es volver a conectar con el votante confrontándolo con las posiciones de Milei más controvertidas. Del tipo: ¿te gustaría vivir en un país donde estuviera legalizada o despenalizada la venta de órganos? o ¿cómo te imaginás que va a ser la educación en un país donde puedas acceder a ella a través de un voucher?

Si ahora ganás 200 mil o 300 mil pesos, ¿creés que con la dolarización su salario va a valer, de la noche a la mañana, 200 mil o 300 mil dólares? O también: ¿estás de acuerdo con llamar a un plebiscito para volver a discutir la despenalización del aborto, una ley que fue aprobada hace menos de tres años?

Por su parte, Milei decidió mantener silencio, porque lo que lo hace crecer es la inflación, que viaja a una velocidad de híper, la suba constante del dólar que ayer volvió a saltar hacia la estratosfera, y el enojo y el hartazgo de la mayoría de la sociedad, como el de la señora a la que ayer, Viviana Canosa, la nombró, simbólicamente, como la nueva ministra de la cartera del sentido común.

Por Luis Majul