(texto de la columna editorial presentada por Luis Majul el 27 de septiembre de 2023 en LN+) Así como Cristina Kirchner reivindica cada cinco minutos su vaticinio de que las PASO iban a ser una elección de tres tercios, ahora Mauricio Macri levanta apuestas asegurando no solo que Patricia Bullrich va a pasar a la segunda vuelta, sino que será la próxima presidenta.
El expresidente luce más suelto y menos apremiado desde que renunció a la posibilidad de volver al poder. Como ya anunció que no integrará ningún equipo de gobierno, ni el de Bullrich ni el de Javier Milei, los periodistas no le hacen tantas preguntas incómodas. Y al mismo tiempo valoran su capacidad de análisis, porque ahora conoce de verdad cómo funciona el sistema de poder.
Ayer, en TN, Macri primero vinculó, el caso Chocolate Rigau con el daño que le viene haciendo a la educación Roberto Baradel y los mapuches truchos: “Todo el mundo sabe lo que pasa en el Congreso de la provincia de Buenos Aires hace mucho tiempo. Hay que terminar con estos sistemas. Primero es ‘Chocolate’, después Baradel, después el mapuche trucho. Da dolor de panza escuchar estas cosas”.
Aunque, en apariencia, son hechos que no se podrían comparar, hay algo que los emparenta y los une: representan personas o situaciones que se sirven de la política para quitarle dinero o bienes al Estado y acumular más poder. Generan una profunda indignación en la mayor parte de la sociedad.
Así como Macri se jacta de haber pronosticado con mucha anticipación que Milei iba a ingresar al ballottage y que posiblemente consiguiera, en las PASO, el primer lugar, ahora dice, a quien quiera escucharlo:
Que la ola violeta dejará de subir, y que sería prácticamente imposible que, el próximo domingo 22 de octubre, Milei gane en primera vuelta.
Que Patricia se va a recuperar, por varias razones. Una: se trata de un comportamiento histórico de la fuerza entre las PASO y la elección general. Dos: la gente de mayor edad irá a votar en forma masiva, y lo hará por Juntos por el Cambio. Y tres: está empezando a haber muchas dudas sobre la capacidad de gobernar de Milei.
Macri pone el acento en que el líder de la Libertad Avanza no tiene un gran equipo, sino un rejunte de nombres y apellidos que a veces se contradicen, con notables diferencias. Asegura que, en la Argentina, sin gobernadores propios y con apenas en 20 por ciento de los diputados nacionales y el 10 por ciento de los senadores nacionales, se hace imposible gobernar. Y menos cuando se tienen algunas ideas tan extremas como las de Milei.
Pero además, todos los días lo hunde un poquito más, con los siguientes argumentos:
No respeta la libertad de expresión.
Se enoja demasiado con los periodistas que le preguntan, le repreguntan, o se muestran contrarios a sus ideas.
Insulta a quienes le plantean alguna diferencia.
De hecho, en las últimas horas, Macri registró que Milei se había enojado, y mucho, incluso con él, después de que el expresidente criticara sus modos y sus decisiones. Y agregó, en conversaciones privadas: “Javier tiene muy buenas ideas. A muchas de ellas las compartimos. Pero es demasiado intolerante e imprevisible como para gestionar el quilombo que se viene”.
El expresidente insiste en que Bullrich pasará a la segunda vuelta y que después vendrá una elección mejor: atravesada por la baja de expectativas hacia la figura de Milei y una nueva reivindicación para Juntos por el Cambio. Una remontada parecida a la que tuvo él mismo después de las PASO de 2019, pero con un final feliz, porque la diferencia original no es tanta.
Además, descuenta que Sergio Massa no solo no crecerá, sino que perderá todavía más votos, porque, según él, la gente ya se dio cuenta de que el candidato está regalando algo que no tiene. Algo que tarde o temprano vamos a pagar todos con inflación. O hiperinflación.
Por Luis Majul