En el gobierno nacional, pero también en casi todas las gobernaciones y algunas intendencias del conurbano de la provincia de Buenos Aires, en particular, están preocupados por lo que pasó en el sur de Rosario, la semana pasada. ¿Fueron los narcos, fueron activistas políticos o fueron los propios vecinos los que intentaron saquear supermercados, tal como sucedió el año pasado, cuando se acercaban las fiestas de Navidad y Año Nuevo, primero en Bariloche y después en el norte da la provincia de Buenos Aires? También están preocupados los dueños de los hipermercados y supermercados de todo el país. Los datos oficiales que ellos manejan mes a mes sostienen que está creciendo, sin pausa, el porcentaje de robos de mercadería. Y en especial el hurto de los alimentos. Es verdad que el robo no es protagonizado por clientes sino también por empleados. Y que el crecimiento de los supermercados más chicos es el dato que estaría incidiendo en la "merma" final de mercadería.

 

En 2012, la pérdida del sector por ese motivo trepó a $ 1430 millones, según el último censo publicado por el grupo Hasar. Ahora se espera un aumento que quizá supere los $ 1.500 millones. Pero se trató y se trata, en el fondo, de pequeños robos individuales. Sin embargo, la pregunta latente es: ¿habrá peligro de saqueos y corridas, como sucedió durante otros fines de año, acechando a la vuelta de la esquina? Las respuestas están divididas entre los economistas y políticos que tienen dos Argentinas en la cabeza. Unos sostienen que la macroeconomía está mal, pero que la clase media y baja todavía no lo están sintiendo en el bolsillo. Ellos piensan, por lo tanto, que los saqueos son un fantasma a los que, por lo menos, para estas fiestas, no se les debe temer. Los otros afirman que los montos de los planes sociales y los subsidios y pensiones del Estado, incluida la asignación por hijo, están muy atrasados con respecto a la suba real del precio de los alimentos. Y en especial los artículos de primera necesidad, como la leche, el pan y los cortes de carne más populares. Este grupo de expertos considera que el ajuste ya llegó, y que su rechazo masivo se podría expresar en cualquier momento. El sábado pasado, en el matutino La Nación, el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, hizo declaraciones impactantes. No solo confirmó que sus pares están "desesperados" por el avance narco en sus provincias. Además reveló que hay 72 detenidos por los intentos de saqueos en el sur de Rosario, atribuyó la ola a provocadores políticos o a alguna banda de narcos y emitió otra señal de alerta: "Un intento pequeño de saqueo se empieza a contagiar y se transforma en un fenómeno en cadena". Después puso el dedo en la llaga: "Ojo: intento de saqueos también hubo, esta semana, en San Fernando". ¿Bonfatti intenta defenderse explicando que Santa Fe no es la única provincia tomada por el narcotráfico y las necesidades sociales o está queriendo decir que los intentos de saqueos empezarán a encenderse como reguero de pólvora?

 


La irrupción de Jorge Capitanich como jefe de Gabinete impuso un talante de cierta normalidad en el clima político de la Argentina. Falta saber si este nuevo estado de ánimo puede contagiar, también, al clima social. El exintendente de Tigre, Sergio Massa, por las dudas, permanece en estado de alerta "político" y "social". Político, porque siente que todavía no puede capitalizar, como corresponde, el desplazamiento de Guillermo Moreno, el preacuerdo de YPF con Repsol, su idea de volver a tomar deuda para mejorar la economía e invertirla en infraestructura y planes de inversión. En ese sentido, está esperando que Capitanich tome otras decisiones de fondo, como presentar un verdadero plan antiinflacionario, para determinar cómo perciben estos cambios la mayoría de los argentinos. Y el alerta social es porque no quiere que pequeños grupos de "activistas" sociales se acerquen al corredor norte de la provincia de Buenos Aires para generar inestabilidad en su zona de dominancia.

 


El año pasado aplastó el intento de saqueos enviando a decenas de empleados municipales a pararse en la puerta de los principales hipermercados y supermercados de Tigre. Lo mismo les sugirió a sus pares de San Fernando y Vicente López, entre otros distritos. Su reacción casi inmediata impidió otros males mayores. Y ahora, aunque se prepara para asumir su banca, dejó a su sucesor instrucciones precisas con el fin de evitar situaciones parecidas. Massa, junto con el gobernador Daniel Scioli y el jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, trabajan para que los dos años que le quedan a Cristina Fernández como presidenta transcurran con un mínimo de normalidad. A los diputados provinciales que lo acusaron de "arreglar" con Scioli, Massa les respondió que son unos irresponsables. Que lo que hizo fue conseguir mayor presupuesto contra la inseguridad y bajar el nivel de presión impositiva que había impulsado el gobernador. "¿Qué iban a decir si no salía el presupuesto por culpa de los diputados del Frente Renovador? ¡Nos iban a acusar de incendiar la provincia!"

 


Lo mismo les mandó a decir Scioli a los kirchneristas de paladar negro que empezaron a acusarlo de jugar con Massa. "Ustedes hacen política conspirativa, pero yo tengo que gobernar. Gobernar es ceder y acordar. Y eso es lo que estoy haciendo. Con Massa y también con el Partido Obrero de Néstor Pitrola". Macri es la figura política que completa la trilogía de los autodenominados "líderes responsables". Primerió en su lectura a Massa y a Scioli cuando les dijo a Eduardo van der Kooy y Julio Blanck, por tevé, que Cristina "se está haciendo del PRO" en referencia al acuerdo con Repsol. Pero, además de la ironía, es otro de los que no quiere saber nada con los saqueos o el estallido. "El funcionamiento normal de las instituciones me acerca a mi sueño presidencial. Si esto se va a la miércoles, nos vamos a la miércoles todos", suele reflexionar, cuando alguien le habla del tema.

 

Publicado en El Cronista