Hace 20 años que escribo libros de investigación periodística, pero ninguno ha tenido el impacto de El Dueño. Lo empecé a sospechar a las pocas horas de su salida, cuando una colega escribió en su página que había escuchado en un día, en tres situaciones distintas, y en diferentes ámbitos, hablar del libro como si lo tuvieran incorporado a su vida. Y lo terminé de confirmar la noche del último martes del año, cuando un mozo de la pizzería Banchero, de la avenida Corrientes, no solo me informó que lo había terminado de leer. También me hizo varios comentarios que demostraban que, en efecto, lo había leído con detenimiento y voracidad. Cuando mencioné el hecho a los directivos de la editorial Planeta, el más experimentado, me respondió: “El Dueño ya no es más tu libro. El Dueño ha sido elegido por los argentinos como un símbolo para expresar su sentimiento frente la situación política”.
El primer libro que escribí se llama Por qué cayó Alfonsín (El nuevo terrorismo económico) y fue uno de los mas vendidos del año 1990 porque intentaba responder a la pregunta sobre las causas de la salida anticipada del ex presidente. Los Dueños de la Argentina (I) fue publicado en 1992, meses después de Robo para la Corona, el emblemático libro de Horacio Verbitsky. Lo recuerdo, entre otras razones, porque la generosidad de Horacio permitió que varias veces nos entrevistaran juntos, y los encargados de ventas de las dos editoriales que los publicaron confirmaron el desusado fenómeno: muchos argentinos pedían los dos libros juntos. El motivo aparente era que Robo… se había transformado en la revelación más profunda sobre la corrupción del Estado copado por el menemismo. Y Los Dueños de la Argentina (I) fue tomado como la investigación que denunciaba a los empresarios más poderosos del país y sus irregulares vínculos con ese Estado.
Las decenas de conversaciones que vengo manteniendo con los lectores de El Dueño en la radio, en la calle, en las librerías, en las presentaciones y en la playa me permitieron reconstruir las razones de un fenómeno que trasciende al libro y a quien lo escribió, y que revela una mirada crítica hacia Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, y todo lo que representan.
Es obvio que Kirchner maneja un inmenso poder. Más poder que cualquier otro presidente en la historia reciente de la Argentina. Pero la mayoría de los argentinos con los que hablé tienen la certeza de que, además de poderoso, es un individuo malo y vengativo. Muchos me preguntaron con insistencia si no había sufrido amenazas físicas. Algunos me sugirieron que era un inconciente y que estaba loco al publicar semejante denuncia. Y unos cuantos miraron a mi alrededor, me guiñaron un ojo y me quisieron sacar de mentira a verdad: “Dale, ¿dónde tenés la custodia?”.