El ex presidente Eduardo Duhalde no lanzó su candidatura ahora porque es un atolondrado. Tampoco porque su odio contra Néstor Kirchner lo haya enceguecido. Lo hizo después de mirar encuestas y estudiar la situación de cada uno de los aspirantes a suceder a Cristina Fernández. Luego de un pormenorizado análisis concluyó:
*Que su imagen negativa era todavía demasiado alta como para tener alguna chance de ser elegido presidente en elecciones libres, pero que bajaba cuando lo empezaban a considerar como el único dirigente capaz de frenar a Néstor Kirchner.
La frase que Duhalde le atribuye a un productor ganadero (“Usted puso al 'loco', ahora usted lo tiene que sacar”) parece interpretar los deseos de una buena parte de la sociedad. Y él la usa cada vez que puede para explicar por qué hoy se puso de nuevo el traje de candidato, después de asegurar que jamás volvería a intentarlo.
*Que Carlos Reutemann no quiere presentarse, porque está casi seguro que será derrotado por el vicepresidente Julio Cobos. Además, Duhalde registró otro dato: que mucha gente no vislumbra a Lole con las agallas suficientes como para enfrentar el poder kirchnerista. Y que esto último le estaría provocando al santafecino una leve pero persistente baja en la intención de voto para 2010.
*Que a Mauricio Macri le empezaron a entrar las balas K, que la candidatura de Mario Das Neves todavía no picó y que Felipe Solá podría ser un buen compañero de fórmula, pero no el hombre capaz de suceder a Cristina Fernández de Kirchner.
En este contexto, Duhalde se ve con grandes chances. Y sabe que uno de los pocos con capacidad de impedirlo es Francisco De Narváez, el único dirigente que puede poner sobre la mesa el antecedente de haberle ganado un mano a mano a Néstor Kichner. El diputado nacional ya dijo que su prioridad, por ahora, es la gobernación de la provincia de Buenos Aires, pero que no descartaba la posibilidad de presentarse como candidato al Premio Mayor. “¿Qué juez de la Argentina se atrevería a dictaminar que Francisco no puede ser Presidente por haber nacido en Colombia, si le gana las internas a Kirchner y demuestra que es el mejor candidato del Partido Justicialista?”– se preguntó la semana pasada alguien que habla con De Narváez varias veces por semana.
Duhalde quiere sacar de la cancha al empresario con el argumento de que no se puede violar la Constitución Nacional solo por el deseo de ser Presidente. Y De Narváez opina lo mismo que Macri, Solá, Das Neves y el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández. Que el ingreso de Duhalde a la pelea beneficia, primero, al propio Kirchner, porque vuelve al patagónico más competitivo por dos vías. Una: la dispersión del voto anti-K. Y dos: el hecho de que muchos argentinos, entre dos ex presidentes que “no aman”, terminen votando a Néstor, por descarte.
Duhalde sabe que es posible que no le vaya bien. Pero disfruta del alboroto que acaba de provocar con su movida. Supone que, en el peor de los casos, se transformará en uno de los dirigentes más influyentes de los próximos años. Sea como “garante” de la estabilidad de un gobierno conducido por la oposición, o como un hombre de consulta de la nueva administración peronista.
Publicado en El Cronista