Ahora que empezó la cuenta regresiva para el inicio del Mundial de fútbol en Brasil, considero oportuno comentar parte de la entrevista que mantuve el 8 de mayo con el vocero de la Asociación del Fútbol Argentino, Ernesto Cherquis Bialo. Es que fue desopilante. Le pedí que informara la lista de dirigentes del fútbol argentino que viajarán a Brasil, con todo pago. Se hablaba de unas 500 personas. Quería saber, además, de dónde saldrá el dinero para costearlo y si también participarán del tour los hijos y las esposas de esos dirigentes. Le pregunté si la AFA pagará las entradas que son tan difíciles de conseguir para cualquiera.

Cherquis me respondió como si el organismo donde trabaja fuera una empresa privada y si su presidente, el eterno Julio Grondona, no debiera rendir cuenta de nada. Le expliqué entonces que, desde 2009, cuando el Gobierno decidió sostener con fondos públicos a los clubes de fútbol, la AFA no sólo tenía la obligación ética de informar sino que estaba obligada por ley. El vocero primero lanzó una carcajada. Después intentó darme un clase magistral de finanzas y ética pública. Informó que "al fútbol lo banca el negocio del fútbol" y que los fondos para el Fútbol para Todos (FpT) son aprobados, t odos los años, por el Congreso de la Nación; por lo tanto, dijo, nadie tiene derecho a reclamar.

Le di entonces el ejemplo de La Fundación Sueños Compartidos y de la Universidad de las Madres. Supuse que Cherquis no ignoraba las causas abiertas por sospechas de administración fraudulenta. Intenté hacerle comprender que se trata de organizaciones no gubernamentales, pero que reciben fondos del Estado y que, por lo tanto, debían ser auditadas y controladas como cualquier empresa del Estado. Le di el ejemplo de Lotería Nacional, parte de cuyos fondos van a parar al Ministerio de Desarrollo Social, razón por la cual sus autoridades debían responder por el manejo de esos recursos. Comenté que la presunta negligencia en el control de la recaudación de las tragamonedas es lo que llevó al fiscal Guillermo Marijuán a imputar a todo el directorio de Lotería. No puedo asegurar cómo terminará el proceso, pero sí me atrevería a pronosticar que el control, a partir del escándalo en las salas de juego de Cristóbal López, va a ser más estricto y que, posiblemente, la Auditoría General de la Nación será autorizada a revisar las cuentas sospechadas.

Algo parecido debería suceder con el dinero que el Estado les da a los clubes de fútbol. La información es pública hasta que el dinero llega a la cuenta de la AFA. A partir de esa instancia, el rastro se pierde y no hay santo que pueda determinar cómo se mueve la ruta del dinero que maneja Grondona. Se supone que todos los clubes de primera A, primera B y primera C reciben un porcentaje por derechos de televisación que deben cobrar de manera transparente y verificable. Pero todas las versiones de los dirigentes de los principales clubes son coincidentes. Afirman que Grondona les da dinero cuándo y cómo quiere. Que juega con la desesperación de los directivos con las cuentas en rojo. Que los necesitados y los desesperados son una abrumadora mayoría, con algunas excepciones conocidas, como los representantes de Vélez o de Lanús. Que el déficit de todos los clubes de primera del fútbol argentino ascendería a más de 1600 millones. Y que el dinero del Fútbol para Todos (FpT), en vez de mejorar a los clubes y el juego, está contribuyendo a agrandar el agujero negro cuyos billetes maneja el dueño del Fútbol de la Argentina.

Cherquis me explicó que los ingresos de la AFA no dependen solamente del dinero que le da el Gobierno a FpT. Que la AFA también recibe plata de los sponsors del seleccionado y de los partidos que juega el equipo nacional. Le sugerí entonces que para evitar confusiones pusiera los números sobre la mesa. Que informara a los oyentes el total de ingresos que recibía la entidad que preside Grondona desde 1979, que después discriminara el origen de los fondos, que dijera qué porcentaje de dinero recibe cada uno de los clubes y si lo hacen a través de un protocolo transparente, que no dependiera del humor del mandamás.

Igual que hizo en su momento el presidente de Lotería Nacional Roberto Armando López, Cherquis habló de la transparencia y el decoro con que la AFA manejaría sus cuentas. Juró que cada uno de los balances fue presentado en tiempo y forma desde 1979. Aceptó que hay dirigentes y clubes "negligentes" que no administran bien sus ingresos, pero que eso no es culpa de Don Julio y que deberían ser investigados por la Justicia penal. El vocero utilizó no pudo o no quiso contestar ninguna pregunta concreta. Ni a cuánto ascienden los ingresos de la AFA, ni qué porcentaje representan los millones del FpT del presupuesto total, ni de dónde sacó Grondona los cientos de millones que de un día para el otro le entregó a Independiente para que el club les pagara a sus empleados, ni cuántos van a ser los dirigentes que van a viajar a Brasil pagados por AFA, ni de dónde sacará la Asociación el efectivo para solventarlo. Se fue por la tangente. Habló del nuevo torneo largo cuando nadie se lo preguntó. Trató de vender al público un nuevo "buzón" informando que Grondona pretendía "legalizar" las apuestas de fútbol online que hasta ahora son ilegales. Batió el parche del secuestro de los goles cuando el fútbol lo manejaba el Grupo Clarín. Negó que Grondona fuera socio de la agencia de viajes Rotamund, pero reconoció que posee, entre otros bienes, una estación de servicio. Consideró que la violencia en el fútbol no es responsabilidad de la AFA sino que le compete a toda la sociedad. Desmintió que Don Julio hubiera recibido alguna coima para levantar la mano y posibilitar la elección de Qatar como sede para el Mundial 2022. También confesó que una sola conversación con Grondona en el restaurante La Raya le sirvió para dejar de criticar al dirigente de fútbol que hasta ese momento había comparado poco menos que con el diablo.

Cherquis prometió enviar los números y la lista completa de dirigentes que viajan al Mundial invitados y pagados por AFA en cuanto tuviera la información a mano. Fue escuchado por decenas de miles de personas. Sería bueno que no nos tomara por tontos y cumpliera su promesa.

Publicado en La Nación