Aunque el seleccionado argentino salga campeón del mundo, contra Brasil, en el Maracaná, el procesamiento de Amado Boudou, acusado de coimero, y la recesión económica, que seguramente se profundizará, dejarán al Gobierno en general y a la Presidenta, en particular, en el peor de los escenarios.
Eso es lo que le están tratando de decir, como pueden, a Cristina Fernández, tanto Carlos Zannini como Máximo Kirchner. Ellos no piensan igual en casi nada, pero coinciden en el siguiente diagnóstico: ya no tiene ningún sentido sostener al Vicepresidente.
Es que sobre la cabeza de Boudou, caerá, en los próximos días, una tormenta perfecta. Porque avanzarán, a razón de una o dos por semana, muy malas noticias judiciales. Y no solo las que conciernen al expediente de la exCiccone.
También las habrá sobre la causa por presunto enriquecimiento ilícito; la falsificación de los papeles de un auto importado para no incluirlo en los bienes gananciales de su primer divorcio; la compra de 18 cero kilómetro sin licitación cuando era ministro de Economía; el uso indebido de avionetas y helicópteros de un empresario del juego y su responsabilidad en el pago de más de $ 7 millones a The Old Fund para reestructurar la deuda de la provincia de Formosa con el Estado Nacional.
"Esto no da para más. Amado es indefendible. De hecho, ya no hay casi nadie que acepte dar la cara por él. Es mejor terminar esto cuanto antes que soportar el goteo y la agonía de acá hasta el final del mandato"", explicó, en estricto off the record, un integrante del gabinete que no quiere nada al vicepresidente.
Él, igual que las tres o cuatro personas que hablan con Cristina Fernández casi todos los días, cree que la salida es un pedido de licencia. ""Descomprimiría la situación de inmediato. Dentro y fuera del Gobierno. En el Senado, donde el clima es irrespirable. Y en el Partido Justicialista, donde los gobernadores y los precandidatos a Presidente se empiezan a preparar para la campaña electoral de 2015"", analizó la misma fuente.
Hasta la semana pasada, la versión de que Jorge Capitanich se había reunido con Boudou para decirle que su licencia o su renuncia no eran una opción porque la Presidenta no estaba pensando en eso era tomada como palabra santa.
Ahora, esa información fue sepultada por otra conjetura: la que sugiere que Zannini será el que hablará con el vice, en los próximos días o las próximas horas, para pedirle que se tome una licencia, hasta que se aclare su situación judicial.
Esto es exactamente lo que piensa, por ejemplo, el senador nacional Aníbal Fernández, uno de los que quiere competir en las PASO como candidato a presidente por el Frente para la Victoria. ""Debería ser más hombre y más agradecido. Dejar de esconderse bajo la protección de la Presidenta y dar un paso al costado, en agradecimiento por todo lo que Cristina lo bancó. Si Amado no es ingenuo, y supongo que no lo es, debería estar pensando menos en él y más en el daño que le está haciendo al Gobierno y a Cristina"", palabras más, palabras menos, es lo que opina el exjefe de gabinete.
El único soporte de Boudou
Hasta la semana pasada, tanto la jefa de Estado, como el Vicepresidente y la mesa chica que contiene a Cristina Fernández, tenían una pequeña esperanza. Suponían que la Sala I de la Camára Federal podía, en ajustada mayoría de dos contra uno, dar vuelta el procesamiento dictaminado por el juez Ariel Lijo, o aliviar, de alguna manera, la sospecha de que Boudou era el dueño en las sombras de la máquina de imprimir billetes oficiales.
""También desde la Cámara recibieron malas noticias"", me explicó un fiscal que conoce como pocos los movimientos de sus colegas en Comodoro y. Según él, ni siquiera Eduardo Farah, el camarista más proclive a fallar de acuerdo a lo deseos del gobierno, está dispuesto a inmolarse ante sus colegas y ante la opinión pública. ""Todos se sienten demasiado expuestos. Y la cantidad y la calidad de la prueba que presentó Lijo es demasiado abrumadora como para desarmarla con argumentos lógicos y de técnica procesal"", agregó el fiscal federal.
""A mí, de la cancha, no me van a sacar"", repetía Boudou antes de su viaje a Honduras y Cuba. Decía contar con el apoyo de la Presidenta. Recordaba su iniciativa de estatizar a las AFJP y poner a disposición los fondos de los jubilados para hacer política social. Se remontaba al histórico triunfo con el 54% de los votos que obtuvo el Frente para la Victoria en las últimas elecciones presidenciales. Anunciaba que tarde o temprano probaría que todo es una enorme conspiración política, tramada desde adentro del Partido Justicialista, por quienes nunca le perdonaron haber llegado donde llegó en tan poco tiempo.
Pero ahora no habla ni siquiera con los más cercanos. Solo espera que la Presidenta no le baje el pulgar, porque sabe que se trata del único apoyo efectivo que le queda. ""Ella nunca me va a pedir que me vaya, porque sabe que esto no me impacta solo a mí", se cansó de repetir, Boudou, antes de su procesamiento.
Ese mensaje cifrado es ahora la única duda que tienen los que ya le sugirieron a la jefa de Estado que deje de sostenerlo. ¿Sería capaz el Vicepresidente de prender el ventilador y decir que nunca podría haber impulsado semejante movida sin la autorización explícita o implícita de la máxima autoridad del gobierno?
Publicado en El Cronista