A la Presidenta, al ministro de Economía y al Jefe de Gabinete del gobierno argentino casi nadie los toma en serio. De otra manera, no hubiera pasado desapercibida la explosiva denuncia que alimentaron los tres sobre una enorme conspiración de cinco puntos de los fondos buitre para generar una crisis todavía peor a la sufrida por el país a partir del año 2001. A la primera alerta lo hizo pública Axel Kicillof, quizá el alto funcionario más enamorado, después de la propia jefa de Estado, de la teoría de la conspiración permanente y del dogma La Culpa Siempre la Tienen los Demás. La escuché en 6, 7 Rocho como le dice al programa de propaganda Jorge Lanata de la propia boca del ministro, quien le concedió una entrevista radial el periodista Marcelo Zlotowiagzda. Por cierto: no oí a Zlotogwiazda repreguntar de dónde había sacado semejante teoría. No estoy diciendo que no lo haya hecho. Solo preciso que durante el tramo de la conversación que mandó recortar el mercenario Diego Gvirtz lo único que se escuchaba de parte de Marcelo era asentimiento. El ministro detalló los cinco puntos de la supuesta maniobra. El primero: un ataque sostenido a la moneda para forzar una brusca devaluación. El segundo: un ataque personal contra la Presidenta. En este caso puso como ejemplo las publicaciones de los medios que mencionaban de qué manera vivió Florencia Kirchner en New York mientras se dedicó a estudiar cine. El tercero: el intento por impedir el pago local de los próximos vencimientos de la deuda en dólares. El cuarto: el bloqueo del financiamiento de la Argentina en cualquier otro mercado. Y el quinto: la intención de esperar a 2016 para arreglar el asunto de la sentencia del juez Thomas Griesa en el próximo gobierno. Horas después, la propia Presidenta se sumó a la denuncia y agregó otro punto inquietante: la supuesta contratación de medios y periodistas en la Argentina y otros países para atacar al gobierno y financiar a políticos y sindicalistas de la oposición. Cada uno de los puntos de la Gran Conspiración en marcha merece un análisis en particular. Primero: el más ostensible ataque a la moneda para forzar una nueva devaluación no es un fondo buitre ni es un buitre. Vive aquí y crece cada día más; se llama inflación, o costo de vida y, a pesar del renovado esfuerzo para ocultar su aumento detrás de las estadísticas oficiales del INDEC, ya nadie duda que se acercará bastante a la escandalosa cifra del 40% anual. Ni el analgésico de los Precios Cuidados ni las amenazas de aplicación de la nueva ley de abastecimiento parecen ser suficientes para contenerla. Segundo: el ataque personal contra la Presidenta no debería inquietar ni a ella misma ni al gobierno, si es que Florencia Kirchner puede justificar su forma de vida en Manhattan o el gobierno puede probar que la denuncia de los vínculos financieros y patrimoniales de Cristina Fernández con Lázaro Báez y Cristóbal López son un invento de los lobbistas de los buitres, y no la constancia de hechos que podrían ser investigados por la justicia nacional e internacional. Tercero: el supuesto impedimento de los fondos buitre para que los demás acreedores no reciban el pago la deuda en la Argentina podría ser parte de la lógica de su estrategia judicial para cobrar antes y cobrar más. Igual, alguien debería decirle al ministro que es el propio Banco Central de la República Argentina el que está poniendo en cuestión al Banco Nación como agente de pago. Cuarto: los fondos buitre no necesitan alertar al mundo para bloquear el financiamiento de la Argentina en cualquier otro mercado. De hecho, a la Argentina no le prestaba casi nadie y si le prestaba lo hacía a unas tasas impagables, mucho antes de que sucediera el default técnico. Ni siquiera le resulta tan fácil instrumentar el canje de monedas con China, a pesar de las idas y vueltas públicas que se conocen sobre la negociación. El quinto punto de la conspiración Kicillof es, todavía, más difícil de entender. ¿Cuál sería la razón lógica para que los representantes de los fondos buitre quieran esperar para cobrar hasta 2016 para así arreglar la sentencia de Griesa con el próximo gobierno? Los fondos buitre tienen una lógica: cobrar la deuda cuánto antes y cuanto más, mejor. Y el gobierno debería seguir la lógica de la defensa del interés nacional, más allá de los jueguitos para la tribuna. Esto es: pagar lo que corresponde, sin resignar soberanía, pero evitando que la bola de nieve termine arrasando al gobierno que viene, por decisiones de mero cálculo político. Sobre la denuncia que hizo la jefa de Estado de que los fondos buitre contratan a medios, periodistas, sindicalistas y dirigentes de la oposición argentinos, el gobierno debería dar la lista, con nombre y apellido, número de factura y detalle de los servicios prestados. Sería un material muy valioso para entretenernos por lo menos una o dos semanas. Solo me atrevería a hacer a la administración una última sugerencia. Que instruyan a sus propios periodistas pagos para que confirmen o desmientan la participación de fondos buitre no solo en YPF sino en emprendimientos hoteleros de empresarios que son considerados muy amigos del poder.
Publicado en El Cronista