Mauricio Macri y Sergio Massa compiten por arriba y por abajo, por derecha y por izquierda, como si las elecciones nacionales fueran hoy y en cada gesto se estuvieran jugando la Presidencia de la Nación.
El tremendo ruido que hizo la foto del líder del Frente Renovador con el senador nacional por Jujuy Gerardo Morales no repercutió tanto en la opinión pública, pero cayó como bomba en profundidad en todo el escenario político. Esa imagen le sirvió a Macri para comprender que Massa no se va a dar por vencido así nomás. Y que el ex intendente de Tigre les va a prometer a los candidatos a gobernador del radicalismo todo el apoyo para sus campañas sin pedirles, en apariencia, nada a cambio. Bueno, nada no: les va a solicitar una inocente y poderosa "instantánea" como la que se acaba de tomar con Morales, para que todo el mundo suponga que Massa "arregló" con la totalidad de la UCR, aunque sólo sean acuerdos distritales.
Massa apareció en otra foto junto a José Cano, precandidato a gobernador de Tucumán. En las próximas horas se esperan más novedades por el estilo, para solaz del ex intendente de Tigre. El jefe de gobierno de la ciudad, salvo excepciones, eligió una estrategia que no parece asegurarle el éxito instantáneo: "improvisar" un candidato Pro en cada distrito, para quitarles votos a los postulantes radicales, si es que no aceptan apoyar la candidatura presidencial de Macri. El ejemplo más claro es Ramón Díaz, ex director técnico de River, en la provincia de La Rioja.
"La foto de Massa con Morales es una foto del aparato. Del sistema. Del no cambio. Massa no da puntada sin hilo y Morales tiene la misma lógica de señor feudal de todos los caudillos del Noroeste, aunque se ponga traje de demócrata y le ladre a [el vicepresidente Amado] Boudou en el Senado. A nosotros, en el fondo, esa foto nos hace bien. Porque es una imagen de la vieja política", consideró un hombre muy cercano a Macri.
Es un análisis un tanto sesgado, por varias razones. Una: porque al ex presidente de Boca no le habría disgustado aparecer sonriendo junto a Morales si eso le hubiese garantizado más volumen político en Jujuy. Dos: porque tampoco se podría decir que la supuesta candidatura de Ramón Díaz se puede considerar una movida de la nueva política, sino más bien del viejo menemismo, cuando reclutaba figuras de la farándula, el deporte o la tele para competir con los dirigentes "tradicionales". Y tres: porque el concepto "vieja política" está formulado con la idea de laboratorio que agita el consultor Jaime Durán Barba: la que afirma que Macri no necesita de ningún aliado perteneciente "al sistema" para ganar las elecciones de punta a punta.
Pero ¿a quiénes define Durán Barba como el sistema? "A los dirigentes que están más pendientes de las alianzas de cúpula que de las necesidades de la sociedad", dicen los hombres de Macri. A quienes no se los asocia de ninguna manera con la idea del cambio, agregan. Eso mismo, la bandera del cambio, es la verdadera competencia ideológica y semántica de fondo que mantienen, todos los días, Massa y Macri, en los medios, en los barrios y en cada rincón de la Argentina. En esto coinciden los gurúes electorales de ambos: quien logre expresar mejor la idea del cambio es el que va a terminar entrando en primera vuelta, y seguramente ganando la segunda, 70 a 30, contra el candidato del Frente para la Victoria al que le vaya mejor.
"El cambio somos nosotros. ¿Acaso no fue Sergio el que tuvo el coraje de enfrentar a todo el aparato del Estado para ganarle al candidato de Cristina y reducir a cero la posibilidad de la Presidenta de discutir una nueva reelección?", se preguntó alguien que habla por boca de Massa. "El Frente Renovador es más de lo mismo. El verdadero cambio es Mauricio. Porque es el único que se opuso a este modelo desde el principio, y no, como Massa, a partir de que Kirchner lo echó", interpretó alguien que habla por boca de Macri. Le pregunté entonces por qué Pro apoyó a Massa en las elecciones del año pasado. "Por pura necesidad: para evitar que volviera a ganar el Frente para la Victoria", respondió, sin anestesia. "Pero una cosa es eso y otra es comprar, junto con Massa, a todo el paquete completo, como Alberto Fernández y Juanjo Álvarez", remató. Fernández y Álvarez son dos de los dirigentes a los que Macri y Durán Barba suelen definir como los más claros exponentes del sistema. Los que, según ellos, siempre caen bien parados, gobierne quien gobierne, desde 1983 hasta acá.
Para el ala "rupturista" de Pro, Mauricio no sólo debería incluir en eso que llaman "sistema" a todo el "pejotismo clásico", sino también al "radicalismo populista". Es decir: a quienes votaron algunas de las leyes clave que impulsó el oficialismo y alentaron "acuerdos silenciosos" con el Frente para la Victoria de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. "Con ellos no queremos ir ni hasta la esquina", precisan. En esta particular caracterización de ciertos dirigentes, los hombres de Macri dicen, también, que hay otros políticos "antisistema" con los que vale la pena sentarse a conversar e incluso hacer un acuerdo electoral y programático.
Los dos nombres que aparecen de inmediato son los de los precandidatos a presidente, el senador nacional Ernesto Sanz y la diputada nacional Elisa Carrió. "Si fuera por Ernesto y por Lilita, ya habríamos hecho una alianza o un acuerdo hace rato", descuentan. En realidad, tanto Macri como la senadora Gabriela Michetti hablaron con Sanz más de una vez para tratar de lograr un entendimiento. Michetti está convencida de que Sanz, como presidente de la UCR, debería plantear, en su partido, que el verdadero camino hacia la victoria es "un acuerdo inteligente y amplio" con Macri, "el candidato de la oposición a quien mejor le va en las encuestas". Ella cree que cada día que pasa será peor para Sanz, porque cada uno de los candidatos radicales de cada provincia y de cada intendencia se declararán "libres" para aliarse con quien mejor les parezca. Y que el senador por Mendoza, entonces, terminará perdiendo autoridad. Sanz, por supuesto, duda, porque no quiere cargar con la mochila de ser quien termine "rompiendo" a la UCR, pero en el fondo no le disgustaría compartir la fórmula con Macri, para "pensar y hacer un país distinto".
Algo parecido sostiene Carrió, sólo que todavía no encuentra su lugar en 2015 e insiste en su sueño de transformarse, algún día, en la presidenta "honesta" de un gobierno "honesto".
¿Es demasiado pronto para hacer especulaciones tan firmes? Parece que sí. Porque la economía se está deteriorando de manera acelerada. A principio de año, los economistas llamaban la atención sobre la posible caída de la venta de autos y su impacto en el resto de la industria. Ahora no hay sector que no registre una importante retracción. Desde las economías regionales hasta las inmobiliarias. Desde la construcción hasta la alimentación. ¿Se viene otro nuevo cepo dentro del cepo y ya no se podrá comprar más dólar ahorro? Las malas noticias cada vez parecen más malas y eso podría generar un mayor deseo de cambiar este modelo de verdad. Por eso Massa y Macri anticipan su pelea de fondo. Porque ambos están pescando en el mismo río, lejos de la continuidad y cerca del cambio.
Publicado en La Nación