El imperio de Cristóbal López está a punto de caer. El zar del juego, del petróleo y de los medios ya se desprendió de su parte del casino y de los tragamonedas del hipódromo de Palermo y busca desesperadamente vender las empresas del Grupo Indalo que todavía puedan ser rentables. Cristóbal está desmotivado, cabizbajo y aturdido. En menos de un mes deberá prestar declaración indagatoria ante el juez Julián Ercolini, acusado de eludir el pago de impuestos de manera fraudulenta, mientras compraba bancos, compañías de seguro y medios de comunicación que ya no puede financiar ni mantener.
Durante los últimos días se lo vio caminando solo, sin custodia, en el ala este de la costanera de Puerto Madero. Casi no responde las llamadas, pero sigue manteniendo el mismo celular, con la característica 0297, perteneciente a Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut, muy cerca de Rada Tilly, su lugar en el mundo, la casa a la que quiere regresar cuando "esta pesadilla termine". Cuenta con el apoyo "incondicional" de sus hijos y de su pareja, la modelo Ingrid Grudke. De vez en cuando consulta Telegram. También se lo puede ver moviéndose con lentitud, al ritmo que le marca su entrenador personal, en el gimnasio privado del edificio donde vive, el Madero Center. Se trata del mismo complejo donde posee dos inmuebles la ex presidenta Cristina Kirchner y por los que Indalo les paga un alquiler. En uno, el del cuarto piso, vive la ex mujer de su socio, Fabián de Sousa, junto con su hija y su nueva pareja. Otro fue acondicionado como una superoficina. En su momento, López hizo refacciones que le costaron casi un millón de dólares.
La cuestión es que Cristóbal también deberá declarar ante el juez Claudio Bonadio, que tramita la causa Los Sauces, para explicar por qué le paga a Cristina 25.000 dólares por cada alquiler si el precio de mercado apenas supera los 20.000. "Para coima es bastante poco", repiten, en su defensa, sus hombres de confianza. Sin embargo, para la Justicia es suficiente. Porque demuestra "incompatibilidad manifiesta". Porque el pagador del alquiler a la ex presidenta, es decir, él mismo, es un "empresario" que recibió ocho áreas petroleras en Santa Cruz; la autorización para operar, hasta 2032, miles de máquinas tragamonedas en uno de los casinos más grandes del mundo, y los beneficios irregulares por los que dejó de pagar a la AFIP 1200 millones de dólares.
Cuando su cabeza deja de dar vueltas, Cristóbal tiene tiempo para recordar la anécdota de cómo obtuvo Néstor Kirchner los famosos departamentos con cocheras de Madero Center. Dice que todo comenzó cuando Kirchner se enteró de que Cristóbal se iba a comprar uno y le dijo: "¡Qué lindo! Quiero uno igual. O mejor dos". Pero López le respondió: "Néstor, no es un emprendimiento nuestro. Si querés uno, tenés que hablar con Jorge Brito. El fondo de inversión que los proyecta es de él". Cristóbal contó a sus pocos amigos que entonces Kirchner, en el mismo acto, llamó a Brito y le pidió "uno o dos" departamentos. López dice que no está muy seguro de que el ex presidente los haya pagado. Pero volvió a tener presentes aquellos inmuebles cuando, tiempo después, Néstor lo llamó y le dijo: "¿Viste el departamento del que te había hablado? Bueno. Me quedé con dos. Pero los tengo vacíos. Ahora necesito que me los alquiles". Y su amigo, a partir de ese momento, se los alquiló. Y todavía sigue pagando la cuota mensual, de manera puntual. Para justificarse, el hombre pregunta: "¿Qué empresario argentino se podía dar el lujo de decirle que no a Kirchner?"
Pero ahora Cristóbal se la pasa haciendo cuentas. Hay una, en particular, que lo obsesiona: la suma que podría acumular si vende todo lo que pretende liquidar y se queda sólo con lo que sabe manejar, como las compañías que ofrecen servicios a las petroleras. Hay un fondo de inversión ruso que parece interesado. El señor López piensa que puede obtener, a lo sumo, 450 millones de dólares y que, con ese monto, podría liquidar 6000 de los 8000 millones de pesos que la AFIP dice que debe. Piensa obtener una quita. Es que a Cristóbal, todavía, no le "cayó la ficha". "Está irreconocible. Todavía no puede entender en la posición en que se encuentra", me explicó alguien que, hasta hace poco, hablaba con él muy seguido. López, en la intimidad, le echa la culpa de casi todos sus males a su socio De Sousa, dueño del 30% de la mayoría de sus negocios, con excepción del juego. Fue De Sousa, según Cristóbal, quien tomó la decisión de no pagar el impuesto a los combustibles para financiar a todo el resto del grupo. Fue De Sousa, según Cristóbal, el que acató sin chistar la exigencia de Cristina de comprarle a Daniel Hadad las radios y el canal de cable C5N, porque él nunca quiso saber nada con el negocio de los medios. Y fue De Sousa, además, según Cristóbal, el que se jugó un pleno a favor de Aníbal Fernández gobernador de Buenos Aires y Daniel Scioli presidente de la Nación.
Los periodistas de C5N todavía recuerdan, con sorna, la tarde del domingo 25 de octubre del año pasado, en que De Sousa puso sobre la mesa de su oficina una botella de champagne francés en un balde de hielo, para abrirla en el momento justo en que los datos oficiales de la primera vuelta confirmaran el triunfo de los candidatos del Frente para la Victoria. Estaban allí los responsables periodísticos Paco Mármol, Patricio Malagrino y Marcelo Salomone. Mármol, uno de los pocos que tenían espacio para contradecirlo, le sugirió antes del cierre de la votación: "Yo esperaría un poco para descorchar". Pero De Sousa, sin ningún tipo de dudas, no lo dejó terminar. De hecho, él y Cristóbal, como agradecimiento al servicio que le habían prestado a Scioli desde la pantalla de C5N, ya habían obtenido el compromiso de nombrar a un hombre de su confianza en YPF.
Pero ahora Cristóbal corre de un lado al otro para tratar de solucionar "asuntos menores". Uno es la pérdida mensual de la unidad Indalo Medios. Entre 25 y 40 millones de pesos, dice. Radio 10, Mega, Pop y Vale son los únicos que generan una pequeña rentabilidad. Pero no alcanzan a compensar la pérdida que producen C5N, CN23, Ámbito Financiero, El Argentino y Buenos Aires Herald. Otra preocupación es cómo disponer de sus bienes, ahora inhibidos debido a las deudas previsionales. Pero lo que Cristóbal le sigue reprochando a su socio De Sousa es el contrato que firmó con Marcelo Tinelli. "Ideas del Sur es un agujero negro. Un edificio con 300 trabajadores adentro. Marcelo vendió su parte y no tiene contingencias. En la destemplada carta que le envió al Presidente, Cristóbal maldijo el día en que aceptó la exigencia de Cristina de comprar medios. Muy pronto va a terminar maldiciendo el día en que conoció a su socio, quien todavía sigue con la idea de jugar a la política y con la fantasía de que Macri va a "caer" dentro de poco.