Querido Fernando:
Puto lindo.
Actor. Artista.
Alma desesperada que pide amor sin límites.
¿Estarás ahora un poco más tranquilo?
¿Te sentirás ahora verdaderamente en paz?
Quiero que sepas que te mentí.
Que cuando este verano, arriba de un avión que se movía demasiado me preguntaste si asistiría a tu próximo velatorio y te respondí ni en pedo, en realidad no cumplí.
Porque ni bien me enteré, sentí un impulso irrefrenable de verte.
Necesitaba saber si estabas muerto en serio.
Necesitaba saber si no sería otro de tus chistes de humor negro.
Necesitaba constatar tu coherencia brutal.
Verificar la prueba de tu sentencia, cuando me dijiste una noche, hace ya bastante:
-Prefiero morirme joven a tener una vida de mierda.
Así que fui a verte y a tocarte. Entonces comprobé, una vez más, la absoluta fidelidad entre tus palabras y tus actos.
Estabas radiante. Con tus uñas pintadas de colores, tus collares y esa túnica tan delicada e intensa a la vez.
Estabas sonriente, sin la más mínima huella del dolor que soportaste las últimas horas.
Estabas lindo, haciendo juego con la música y los íntimos festejos de la gente que te amó.
Te hubieras cagado de risa si hubieses escuchado el contundente epitafio que me recitó al oído Miguelito Rep:
-Molestó bastante. Dejó su marca. Vivió y murió como se le cantó el culo.
Insoportable y molesto Fernando Peña:
Tenías razón.
A la mayoría de la gente no le pasa nada. Vive como una sombra y muere porque le toca. Sólo algunos, unos pocas almas revoltosas, eligen como vivir. Pero vos fuiste más allá. Porque también decidiste, con asombrosa aproximación, cuándo y cómo morir.
El mundo sería un lugar mejor si muchos pudiéramos hacer lo mismo.
Carta a Fernando Peña
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- Escrito por Luis Majul