¿Qué tienen en la cabeza Néstor Kirchner y Cristina Fernández? La Corte Suprema les pide mesura y respeto por la división de poderes y la Presidenta lo confunde con un intento de censura, y le responde con un desmesurado misil político al enviar a uno de sus legisladores a presentar un proyecto de ley que investigue la vida privada de los jueces. El ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, les informa en diciembre pasado que no se puede hacer uso de las reservas para pagar la deuda a los acreedores privados por decreto y les sugiere que lo hagan pasar por el Congreso. Entonces, Néstor Kirchner toma su Magnum para matar mosquitos e inicia una escalada de tensión que incluye el desplazamiento de Redrado, su reemplazo por Mercedes Marcó del Pont, decenas de presentaciones judiciales, un discurso inaugural de sesiones ordinarias en el que la jefa del Estado informa al Parlamento que va a gobernar por encima de ese poder y decenas de idas y vueltas en el propio Congreso, que podrían terminar con la funcionaria fuera de su puesto y la aprobación del Senado del uso de las reservas para pagar la deuda, que era, en el fondo, lo que les aconsejaba el ex presidente del Banco Central.
¿Qué tienen los Kirchner en la cabeza? Con la resolución 125 que aumentaban las retenciones a la soja y otros productos del campo les pasó lo mismo. Se trató de una decisión administrativa equivocada, que pudo haberse corregido sin poner a los pequeños y enormes productores en una misma bolsa y sin generar un falso debate entre los mal llamados piquetes de la abundancia y el Estado supuestamente justo. Sin embargo terminaron entrampados en su propia lógica de amigos y enemigos y no solo perdieron la votación en el Senado. También transformaron al vicepresidente Julio Cobos en un héroe, fueron derrotados en las elecciones legislativas y obtuvieron un récord político internacional: pasar de una imagen positiva del 70 por ciento a una de poco más del 20 por ciento dos años después, sin hiperinflación, ni corralito, ni corralón, ni una crisis parecida a la que en diciembre de 2001 terminó con el gobierno de Fernando de la Rúa.
¿Qué tienen en la cabeza? Cualquiera que no piense exactamente como ellos es considerado un destituyente, un empleado de Clarín, parte de una derecha promilitar y golpista o cómplice del Partido Judicial. A los que no siguen sus órdenes al pie de la letra y pretenden usar un poco de sentido común, como el senador José Pampuro, los llaman por lo bajo traidores y les ponen fecha de vencimiento, como si fuera una cosa, y no una persona con ideas propias, equivocadas o no.
¿Qué les pasa con el periodismo? Al margen de su obsesiva pelea contra el grupo Clarín, también dividen a la prensa entre incondicionales y títeres de las corporaciones mediáticas que no tienen pensamiento propio. Y lo que es peor: usan a muchos periodistas gráficos, radiales, productores de televisión y filósofos que antes gozaban de cierto prestigio como ariete para destruir a otros colegas. Es decir: embarcan en su Guerra Santa Contra Todos a gente honesta que se kirchneriza y empieza a comportarse como el matrimonio. Es decir: en personas egocéntricas, vanidosas, narcicistas, enamoradas de su propia voz, sus propias ideas, incapaces de escuchar a los demás, pero siempre dispuestos a descalificarlos.
En los últimos días de apasionante debate político se escucharon distintas hipótesis para responder a la pregunta de qué les pasó. La más repetida y extendida es que siempre fueron así, y que esa manera de ser les dio a ambos resultados muy positivos. Que el Kirchner democrático y que peleaba con enemigos impresentables como la mayoría de los miembros de la anterior Corte Suprema era un simulador que solo esperaba acumular más poder para volver a ser el auténtico. Para que se entienda: el político sin escrúpulos que coloca en la categoría de mafiosos a los intendentes del conurbano hasta que transa con ellos, o el que defiende con la misma pasión la privatización de YPF o la estatización de las Administradoras de Fondos de Jubilados y Pensionados (AFJP).
Pero también hay otra hipótesis que todavía no fue lo suficientemente explorada. Y es la que tiene que ver con el aumento del aislamiento, la paranoia y autismo político que supone el ejercicio cotidiano del poder, con la dinámica y el contexto en que lo ejercen los Kirchner.
¿Y cómo lo ejercen? Casi siempre encerrados, entre cuatro paredes, en su refugio de su casa de El Calafate o detrás del paredón de la Quinta de Olivos, arriba de los aviones oficiales o las aeronaves privadas y leyendo, mirando o escuchando los diarios, las radios y los canales que hablan bien de ellos, como si no existiera otra verdad que la que repiten en su pequeño mundo blindado todos los días.
Uno de los empresarios que más se benefició con su cercanía me dijo un día que Kirchner no tenía testaferros porque para eso es condición necesaria poseer amigos. "Néstor es el hombre más desconfiado, más perseguido y más solo que conocí en toda mi vida" completó, con una mezcla de admiración y tristeza.
¿Qué tienen en la cabeza los Kirchner?
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- Escrito por Luis Majul