Néstor Kirchner no se rinde. Y ahora camina exultante por los jardines de la Quinta de Olivos. Su operación Basura Para Todos funciona a las mil maravillas. Y hasta le podría estar dando un respiro en las encuestas de imagen.

La Operación Basura consiste en "ensuciar" a todos y cada uno de los que defienden intereses contrarios al gobierno actual. Desde la jueza María José Sarmiento, la magistrada que falló en contra de la pretensión de dictar decretos de necesidad y urgencia para echar mano de las reservas del Banco Central, hasta el senador Luis Juez, uno de los dirigentes que abrazó el kirchnerismo con entusiasmo y que ahora los acusa de corruptos, autoritarios y prepotentes. Desde el vicepresidente Julio Cobos hasta la diputada Elisa Carrió. Desde los empresarios que se atreven a criticar el modelo, como Cristiano Ratazzi, hasta los senadores más o menos K como Guillermo Jenefes, cuyas empresas de medios acaban de ser atacadas después de haber admitido que votaría a favor de una mejor distribución de los fondos que recauda el impuesto al cheque. Desde los legisladores que más trabajan, como Federico Pinedo, hasta los más "cándidos" como Gerardo Morales. Ninguno logra quedar afuera del barro. El ex presidente ha conseguido ponerlos "en el mismo lodo, todos manoseaos".

Hay que reconocerlo: poseen mucha experiencia, son los mejores en la materia, y tienen con qué.

Lo ensayaron a partir de 2005 contra Eduardo Duhalde, cuando tenían casi todos los medios y el apoyo social de su lado. En unos pocos meses, con la invalorable ayuda de Luis D’Elía, Duhalde pasó de ser uno de los mejores presidentes de los últimos años a jefe de una Mafia de los Barones del Conurbano. Su imagen en las encuestas se derrumbó de manera estrepitosa. El resultado, para Kirchner, fue más que positivo. Duhalde todavía pelea por bajar su imagen negativa mientras el Gobierno se apoya en los intendentes más cuestionados de la provincia de Buenos Aires.

Lo repitieron durante 2007 con Enrique Olivera, al que le atribuyeron una cuenta en el exterior que jamás poseyó.

Durante 2009 eligieron a los enemigos que más daño electoral les estaban infringiendo: Francisco de Narváez y Mauricio Macri. A uno lo involucraron en la causa de la efedrina. A otro lo presentaron como el protagonista principal de la novela de las escuchas dirigida por Norberto Oyarbide, al mismo tiempo que, con menos ruido, empezaba a preparar el sobreseimiento por la causa de presunto enriquecimiento ilícito contra Néstor Kirchner.

Ahora la Operación Basura la practican contra la oposición parlamentaria en su conjunto y con los líderes opositores en particular, porque saben que en ellos está depositada la mayor expectativa de quienes ya no los quieren más.

Y lo hacen sobre una base firme. Montados sobre errores inexplicables de la oposición. Solo para citar dos: la atolondrada intención de rechazar el pliego de Mercedes Marcó del Pont antes de escuchar su descargo y la falta de cohesión entre senadores y diputados que desean ponerle límites a la prepotencia kirchnerista.

El resultado, otra vez, es el mejor que podía obtener el ex presidente y la jefa de Estado. El Congreso está paralizado. La Administración puede seguir gobernando sin control. Y la imagen de la mayoría de los presidenciables está bajando todos los días un poco, al compás de la furiosa campaña oficial que los presenta como incapaces, partidarios del ajuste, rejuntados sin proyecto, traidores, empresarios sin experiencia política y dirigentes ambiciosos que solo piensan en sus proyectos personales.

Ahora mismo, dirigentes como Carlos Reutemann, Julio Cobos, Francisco De Narváez, Mauricio Macri, Elisa Carrió, Fernando "Pino" Solanas, Eduardo Duhalde, Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz, Hermes Binner, Margarita Stolbizer y Gabriela Michetti –sólo por citar a los más renombrados– deberían proponer un acuerdo mínimo indispensable, antes de que el Operativo Basura Para Todos se haga carne en mayoría de la sociedad y sea demasiado tarde.

Publicado en El Cronista