Cristina Fernández viuda de Néstor Kirchner vive en un mundo paralelo, ajeno a la realidad. Dice que el que se le sigue es un juicio político, pero los dictámenes de los fiscales están repletos de datos que prueban la existencia de una asociación ilícita. Sostiene que se la juzga por decisiones políticas, pero Gerardo Pollicita e Ignacio Mahiques demostraron que tanto ella como Néstor Kirchner direccionaron plata del presupuesto nacional hacia el ex empleado bancario y monotributista al que transformaron en el rey de la obra pública.

Afirma que no se puede condenar a nadie por actos de gobierno, pero los fiscales ya demostraron que 17 ex funcionarios se mantuvieron en sus puestos desde 2003 hasta 2015 para facilitar los siguientes delitos: la entrega de proyectos de obra pública sin control ni auditoría; el cobro de Austral Construcciones por rutas que no se terminaron; el sobreprecio de las obras asignadas y el retorno de dinero a la familia Kirchner, a través del pago de alquileres de inmuebles o la concesión y administración de sus hoteles.

Cristina Fernández y el ex ministro de Planificación Julio De Vido deliran, mienten o toman a los argentinos por ignorantes. Ambos argumentan que Austral Construcciones se encontraba en el puesto número 40 del ranking de empresas que ejecutaban obra pública. Lo que no aclaran es que la denuncia por la que fueron citados a indagatoria esta semana no se refiere a la obra pública en general, sino a los proyectos de rutas y caminos impulsados y autorizados por Vialidad Nacional. Tampoco explican que Vialidad, gracias a la firma de De Vido y del ex secretario de Obras Públicas José López, otorgó a Austral Construcciones cerca del 80% de los contratos de rutas de la provincia de Santa Cruz. Y no dicen ni mu sobre la responsabilidad que les cabe como encargados de mover y direccionar fondos.

En efecto: Néstor Kirchner, Cristina Fernández, De Vido, José López, Nelson Periotti y el primo hermano del ex presidente Santiago Carlos Kirchner, entre otros, pusieron la firma para facilitar la entrega de 2200 millones de dólares al grupo de empresas constructoras comandadas por Lázaro Báez.

En los dos dictámenes de los fiscales se explica cómo lo hicieron. Y también se explica por qué resulta tan evidente el entramado berreta de semejante organización criminal. Es que Lázaro no tenía ni los medios ni la capacidad para manejar semejante negocio. Por eso fue tercerizando labores y presentando un solo equipo técnico para una decena de obras que se debían hacer en simultáneo.


De todo el alegato desopilante presentado por Cristina a través de su abogado Carlos Beraldi y bendecido por Raúl Eugenio Zaffaroni -cada vez más alejado del derecho y más cercano al discurso político que aborrece del dato y la información-, en lo único que vale la pena detenerse es en el papel de otras empresas de construcción. En especial, de aquellas que prestaron su nombre para participar de licitaciones truchas o formar parte de competencias simuladas, cuando de la mera lectura de las planillas surge que estaban cartelizadas.

Lo más increíble de la estrategia de defensa de Cristina Fernández es que sea tan pobre desde el punto de vista técnico. El lunes, frente al juez Julián Ercolini, la ex presidenta perdió la gran oportunidad de defenderse con los argumentos, los documentos y las pruebas en la mano. Su defensa declamativa probablemente sirva para mantener el voto cautivo y la fidelidad de gente como Luis D'Elía, quien comparó la supuesta persecución a Cristina con la que sufrieron, en su momento, Juan Domingo Perón y María Eva Duarte de Perón.

Sin embargo, no le va a servir para frenar a los fiscales ni a los jueces. Cristina supone, de manera errónea, que es el presidente Mauricio Macri quien agita y presiona para acelerar las investigaciones que podrían terminar en su condena. Pero está equivocada. Muy por el contrario, Macri está preocupado por la posibilidad de que sea la figura de asociación ilícita la que se use para procesar a su antecesora. Desde hace más o menos un mes, el jefe del Estado pregunta a los abogados de su mesa chica, palabra más, palabra menos, lo siguiente: "Si Cristina es condenada como jefa de una banda de delincuentes, ¿quién me asegura que mañana, por un testimonio sin demasiado sustento, no se me inicie una causa a mí?" Le respondieron con pura lógica: "Nada te lo asegura. Lo único que te lo puede garantizar es que no firmes cualquier cosa". La demora en retomar los proyectos de obra pública se explican, en especial, por este resquemor.