Para Néstor Kirchner, los periodistas son actores políticos, igual que Julio Cobos, Mauricio Macri y Elisa Carrió. Y los dueños de los medios más influyentes son figuras maquiavélicas que se dedican a poner y sacar presidentes de acuerdo a sus intereses de negocios. Jamás distinguió entre periodistas corruptos que lo apoyan y periodistas honestos que critican o denuncian al Gobierno cuando un funcionario comete un hecho de corrupción. Tampoco diferenció entre medios profesionales y medios oportunistas montados para sustentar proyectos políticos.

Así como el ex presidente nunca terminó de comprender que el "campo" al que eligió de enemigo en marzo de 2008 no eran los latifundistas improductivos que conoció en la Patagonia sino, en su gran mayoría, miles de productores con unas cuantas hectáreas propias o alquiladas, tampoco nunca quiso entender la lógica profesional de los medios de comunicación, en la Argentina y en el resto del mundo.

Kirchner, ni bien asumió como primer mandatario, intentó seducir a unos pocos dueños de medios y decenas de periodistas a quienes se propuso conquistar, con su estilo directo y campechano, con la promesa de un proyecto político honesto y casi revolucionario que sacaría a la Argentina de su enorme frustración. Y lo hizo como si tuviera enfrente a un intendente del conurbano, un gobernador que necesita fondos o un diputado o senador cuyo voto es necesario para aprobar un importante proyecto de ley.

"Tenés que apoyar el proyecto, porque esto es más grande y más importante que la próxima nota", les pidió, palabra más, palabra menos, a muchísimos colegas que tuvieron la oportunidad de tener un "mano a mano" con él durante los dos primeros años de su gobierno. Y en muchos casos, algunas veces de un día para el otro, los colocó en la categoría de enemigos, antes de que cualquiera pudiera explicarle la diferencia entre Rudy Ulloa y hombres de medios que pretenden seguir haciendo periodismo y no una carrera política o ganar dinero de manera inescrupulosa.
Su forma binaria de entender casi todo hace imposible que comprenda que un medio puede publicar una buena noticia para el Gobierno, como la importancia simbólica del encuentro entre Barack Obama y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y al lado una no tan positiva, como la derogación en Diputados de los Decretos de Necesidad y Urgencia para el uso de las reservas del Banco Central.

Una mañana de perros, en la que los gritos del entonces presidente se podían escuchar apenas se abría la puerta de su despacho, su jefe de Gabinete, Alberto Fernández, trató de explicar a Kirchner la lógica de los medios en general y de Clarín en particular.

-Néstor, tenés que entender. Clarín no es como L'Osservattore Romano, que no puede hablar mal del Papa porque es el diario del Papa. Clarín, como la mayoría, "vende" algo que se llama noticias.

Kirchner le respondió que ningún diario importante se funde "por ignorar una noticia" y por más grave que ésta sea.

Fernández comentó entonces que ningún medio serio iría contra la lógica de su negocio, que es publicar información. Y agregó que si los lectores sospechasen que su diario no publica las principales noticias, dejarían de comprarlo, porque se rompería el contrato de confianza. Kirchner dio por terminada la charla así:

- Vos lo decís porque sos amigo de ellos. Lo decís porque a vos te tratan bien.

Desde su propia lógica de amigo o enemigo, el ex mandatario parece haber encontrado una manera de enfrentar a los dueños de los medios y los periodistas que no están con el proyecto: incorporándolos, de prepo, a una lucha endemoniada donde Vale Todo, incluso la mentira más burda, como en el juego de lucha libre que terminó con la muerte del joven de San Fernando que peleó dentro de una jaula con su contrincante, sin límites ni reglas. El ex presidente cuenta para su cometido con algunos colegas convencidos, quienes cruzaron la línea del periodismo para transformarse en militantes rentados del proyecto K.

Pobre del que se atreva a escribir u opinar algo "inconveniente": enseguida será detectado y colocado, con nombre, apellido y otras señas particulares, en la lista del tiro al pichón de la venganza K. Y mejor que mientras tanto no le pase nada: encima lo acusarán de hacerse la víctima con fines inconfesables.

Especial para lanacion.com