(Columna publicada en Diario El Cronista Comercial)Si los estrategas electorales del Gobierno siguen jugando con fuego, tarde o temprano, se pueden quemar.
Si Jaime Durán Barba insiste en confrontar de manera directa con Cristina Fernández, se corre el riesgo de inflarla demasiado, al punto de hacer que gane las PASO, y quede en posición inmejorable para triunfar en las elecciones generales de medio término.
Esa fue la gran jugada que los amarillos desarrollaron durante la pasada campaña presidencial.
Entonces fue todo demasiado finito y los planetas de alinearon a favor de Cambiemos.
La certeza de que el candidato a presidente Daniel Scioli, al final, no alcanzaría el 40% más uno de los votos, era la idea central.
Y que Macri lo superaría, porque había más argentinos que no querían más populismo autoritario ni mentiras que los que sostenían que la profundización del modelo K, era la otra gran cuenta. ¿Hubieran dado los números si Florencio Randazzo, en vez de rechazar la oferta de Cristina para ser candidato a gobernador, la hubiese aceptado? Ahora eso no importa.
Lo que importa es que en las primeras encuestas electorales Cambiemos y la Unidad Ciudadana están demasiado parejos. Y que un poco más abajo aparecen Sergio Massa y Margarita Stolbizer.
Como si fuera una competencia de tres tercios. Y, por supuesto, se ensayan lecturas para todos los gustos.
La del oficialismo es: estamos ganando por poco, pero las PASO van a funcionar como una primera vuelta; cuando los que no quieren volver al pasado se den cuenta del peligro de que Cristina meta a dos senadores, muchos de los votos de Massa y de Florencio Randazzo van a ir a Esteban Bullrich y Gladys González.
La lectura de 1País es: lo mejor que le puede pasar a la Argentina es jubilar, de manera definitiva, a la ex presidenta, y eso es algo que vamos a hacer nosotros; imaginate a Sergio y Margarita primeros y a Cambiemos segundo, o también al revés; la sacaríamos de la cancha para siempre.
Y la lectura del cristinismo es: vamos a ganar las PASO y después las generales, porque el voto original a Randazzo nos va a servir después para quedar primeros.
Por supuesto, todavía no se discute, con argumentos serios, cuál es el modelo de país que pretende cada espacio. Y menos, todavía, qué significa, por ejemplo, el hecho de que ex presidentes como Carlos Menem, con una flamante condena a siete años de prisión por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, o Cristina Fernández, con tres procesamientos por delitos graves como la jefatura de una asociación ilícita o el lavado de dinero agravado, vayan a obtener una banca en el Senado para ser protegidos por los fueros y garantizar su impunidad y su no ingreso a la cárcel.
Se podría conjeturar, también, que en la audaz apuesta a todo o nada que plantean los estrategas de Cambiemos hay una invitación a la sociedad a elegir entre dos proyectos. El que propone el Gobierno es, todavía, incierto. No implica un crecimiento de la economía rápido y explosivo; sugiere, sin explicitarlo abiertamente, más sangre, más sudor y más lágrimas.
Y conlleva una pelea frontal con los representantes del sistema de poder permanente que forman parte del pasado. Esto es: los empresarios que siguen viviendo, directa o indirectamente, de la teta del Estado; los sindicalistas que no quieren perder sus privilegios y no están dispuestos a modificar el vetusto contrato colectivo de trabajo y menos los convenios por actividad; los jueces que se enriquecieron garantizando impunidad a los corruptos y los dirigentes políticos que orbitan alrededor de este enorme satélite.
Lo que plantean Massa y sus aliados tampoco está tan claro.
Ellos saben, igual que el Gobierno, que la Argentina tiene un déficit de cerca de u$s 600.000 millones por año, y que si no se lo baja cuanto antes, la economía va a terminar explotando. Pero no dicen como lo bajarían si ellos fueran gobierno. Sugieren, en cambio, que el déficit se licuaría con el mayor crecimiento de la economía.
Y proponen que ese crecimiento sea alentado con el consumo interno, la elevación del poder adquisitivo del salario y no el endeudamiento externo ni el ajuste. ¿No es esto, demasiado parecido a lo que propone el viejo Frente para la Victoria, ahora camuflado en la nueva agrupación de Cristina, Daniel Scioli, Fernanda Vallejos y Mónica Macha, la esposa de Martín Sabbatella?
¿Y cuál sería la propuesta de fondo, de parte del propio Randazzo? ¿Reconocer los errores del gobierno anterior, pero no asumir la culpa de los pecados? ¿Haber cumplido, mientras Néstor y Cristina se la pasaban mintiendo? ¿Correr a Macri y a María Eugenia Vidal por izquierda, sencillamente porque siempre fue peronista y eso le da chapa de dirigente sensible frente a los que menos tienen?
En octubre, sostienen los estrategas del Gobierno, no solamente estarán en juego unas elecciones de mitad de mandato. También se pondrá en juego la madurez de la mayoría de los adultos de la Argentina. Habrá que ver para creer.