En el medio de la efervescencia distractiva del Mundial, Néstor Kirchner ya no está solo en el Gran Escenario del Poder en la Argentina. Desde hace una semana, para su desgracia, tiene demasiada compañía. Por un lado, tendrá que enfrentarse a la figura que surja como ganadora en la zona del peronismo denominado Federal. Por el otro, deberá competir con quien resulte finalista dentro del Acuerdo Cívico y Social (ACyS). Y, como si esto fuera poco, todos los simulacros de elecciones presidenciales siguen mostrando a Fernando "Pino" Solanas como alguien capaz de quitarle muchos votos al ex presidente que no quiere dejar el poder.

Kirchner, el animal político más astuto de este país, ya habrá tomado nota y realizado sus propios cálculos. Si el peronismo disidente no se suma a las internas que él propone y elige su propio postulante, es altamente improbable que su candidatura triunfe en primera vuelta. Y, si los referentes del peronismo que no lo quieren, tienen la madurez política de llegar a un acuerdo con Mauricio Macri, es muy posible que el próximo presidente salga de esa negociación. Allí, sin duda, están sus principales enemigos políticos, a los que él, a su debido tiempo, se encargó de esmerilar. Ninguno de los que lo terminen enfrentando, sean Macri, Eduardo Duhalde, Francisco De Narváez, Mario Das Neves, Felipe Solá –e incluso Carlos Reutemann, si cambia de opinión– moverán un dedo para evitar que vaya a la cárcel si es que los fiscales y los jueces avanzan en las causas que más lo comprometen. Tampoco lo harían Julio Cobos ni Elisa Carrió. Y ni siquiera está seguro de que Ricardo Alfonsín pueda garantizarle un futuro pacífico y sin desfilar por los tribunales de Comodoro Py.

¿Qué le queda a Kirchner por hacer? Sumergirse en el incierto mundo de las encuestas y elaborar alternativas capaces de mantener fragmentada a la oposición. Sus operadores sostienen que a Néstor le encantaría competir contra cualquiera de los peronistas que "se juntaron para la foto" o contra cualquiera que resultara ganador en la competencia dentro del ACyS. Sin embargo, más allá de lo que afirman en público, saben que, si las presidenciales fueran hoy, Kirchner perdería contra Cobos, Macri, De Narváez, y le ganaría por poco a Duhalde, Das Neves, Alfonsín y Carrió, aunque la imagen positiva del primero viene creciendo de manera muy lenta.

Entre los kirchneristas más optimistas se encuentra el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. Ex menemista y ex duhaldista, Fernández supone que la estabilidad económica y las buenas noticias sobre el consumo, más la posibilidad de que Kirchner le propine un duro golpe al Grupo Clarín si se comprueba que uno de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble es descendiente directo de desaparecidos, serán elementos suficientes para transformar al ex presidente en un candidato imbatible. Otros –como un operador K que mantiene reuniones secretas con la oposición en las que promete todo a cambio de que no le vacíen la interna a Kirchner– temen que su jefe termine como Carlos Menem. Él ve a la Argentina actual demasiado parecida a la que disfrutaba del 1 a 1 de la convertibilidad y acumulaba tensiones económicas y sociales mientras algunos privilegiados compraban televisores último modelo.

Para ponerlo en un contexto mundialista: Sudáfrica 2010 lo hace acordar demasiado a Francia 1998. Pero no en términos futbolísticos, sino en asuntos más sensibles, como el humor de la mayoría de la sociedad.


Publicado en El Cronista