Cristina Kirchner

  • ¿Qué le pasa Señora Ex Presidenta?

    Como usted se refirió a mi trabajo cuando escribió en su cuenta de twitter que el audio de voz privado que el fiscal Marijuán le envió a una productora de mi programa de radio era la “prueba irrefutable de la Asociación ilícita entre el Partido Judicial y el Periodismo de Guerra”, yo me voy a tomar la libertad de hacerle unas pocas preguntas ya que nunca concede entrevistas a periodistas críticos y profesionales.

  • El sospechoso silencio de Cristina Kirchner

    No es escandaloso que la ex presidenta Cristina Kirchner, quien se la pasó hablando durante ocho años hasta por los codos, no haya dicho ni una sola palabra en público sobre la ruta del dinero K, la detención de su socio comercial e inquilino Lázaro Báez, el apresamiento de su ex secretario de Transporte Ricardo Jaime o la andanada de acusaciones contra su ex superministro Julio De Vido? ¿No es vergonzoso que su única estrategia defensiva sean las chicanas jurídicas de sus abogados para apartar de la causa de Los Sauces SA al juez Claudio Bonadio?

    El presidente Mauricio Macri, sin ir más lejos, tuvo que explicar su participación en los polémicos Panamá Papers. Al principio lo hizo mal y a medias. Después debió aclarar un poco más. Y en las próximas semanas deberá dar mayores precisiones. Es que tanto el fiscal Federico Delgado como el juez Sebastián Casanello hicieron lugar a la ampliación de denuncia del diputado del Frente para la Victoria Norman Darío Martínez, quien pidió extender la investigación para que se determine si Macri formó parte de otras empresas offshore, con qué nivel de responsabilidad y con qué porcentaje de acciones. El jefe del Estado se podrá enojar más o menos. E incluso podrá pedir al fiscal Delgado que se maneje con un lenguaje un poco más elegante y que no insista en la hipótesis de que a Macri "se le escapó la tortuga". Lo que no podrá hacer, porque sus votantes no se lo perdonarían, es jugar al distraído. O suponer que, si no lo menciona, el controvertido asunto de los Panamá Papers dejará de existir. Porque la investigación del Consorcio de Periodistas tiene la entidad suficiente como para no ser escondida ni silenciada. Y porque el Presidente tiene la obligación de aclarar hasta el último dato que genere una duda.

    Pero así como los argentinos le reclaman a Macri, con razón, que responda si cometió algún ilícito, ¿no deberían los seguidores honestos de Cristina Fernández pedirle que rinda cuentas públicamente sobre las múltiples denuncias en su contra? ¿Creen que alcanza con un acto político frente a Comodoro Py? ¿O con el último comunicado de la familia Kirchner? Estoy hablando de los militantes y adherentes anónimos. Pero también estoy hablando de la larga lista de intelectuales, artistas, economistas, periodistas, músicos, legisladores, funcionarios, ex funcionarios y otras figuras públicas que siguen apoyando al kirchnerismo. Elijamos unos cuantos nombres representativos. Demos por sentado que no figuran, entre sus prioridades de vida, alentar negociados o convalidar hechos de corrupción. Podríamos nombrar, de manera aleatoria, a José Pablo Feinmann, a Luis D'Elía, a Pablo Echarri, a Juan Manuel Abal Medina, al ex ministro Axel Kicillof, a Horacio González, a Fernando Navarro, a Ricardo Forster, a Martín Sabbatella, a Horacio Verbitsky, a Daniel Filmus o a Eduardo Aliverti. ¿En serio no tienen nada que reclamarle a su líder? ¿No los aliviaría un mínimo descargo sobre su participación en los expedientes Hotesur, Los Sauces o el de lavado que tramita el juez Sebastián Casanello?

    En su momento, el ex director de la Biblioteca Nacional encuadró algunos libros de investigación periodística en una tendencia que denominó "denuncismo". Y algunos de los periodistas mencionados anteriormente se encargaron de poner en duda la integridad moral de Jorge Lanata o la salud mental de Elisa Carrió. Pero ahora que aparecen todos los días descripciones minuciosas de ilícitos verificables o que la diputada Margarita Stolbizer presenta denuncias cada vez más serias, documentadas y comprensibles, ¿no tienen nada para interpretar? ¿De verdad consideran que basta con denunciar la existencia de una gran conspiración para hacer olvidar todo lo bueno que hizo el gobierno anterior y de paso desviar la atención de la inflación, los aumentos de tarifas, los despidos y el ajuste? ¿Les alcanza con la sobreactuada respuesta de Víctor Hugo Morales, quien aseguró que pondría las manos en el fuego por la ex presidenta sin dudarlo ni siquiera un segundo?

    En las últimas horas parecería haberse desinflado una operación en la que se intentó presentar, con poco éxito, a Mauricio Macri como socio indirecto de Lázaro Báez a través de su primo Ángelo Calcaterra. Los mismos militantes del kirchnerismo que se vuelven ciegos y sordos frente a las denuncias y los hechos comprobados que involucran, por ejemplo, al coimero Ricardo Jaime trataron de instalar la idea de que Calcaterra es tanto o más corrupto que el presunto testaferro de Néstor y Cristina. Supongamos, por un momento, que se confirme la sospecha. Que aparezcan las evidencias que prueben que Calcaterra está a punto de vender su constructora como una acción preventiva para evitar problemas con la Justicia. Demos por cierto que Casanello hace lugar al pedido del detenido Báez, investiga su sociedad con Calcaterra y descubre que el primo de Macri es tan corrupto como el rey de la obra pública. Que ganó licitaciones a dedo, con sobreprecios y sin el debido control. Que lavó dinero y que repartió coimas entre los funcionarios del gobierno anterior. ¿Cuál sería el problema? Sería muy saludable para el país que sufriera la condena correspondiente, por más daño político que le generara al jefe del Estado. Y siempre habrá periodistas y medios críticos dispuestos a publicar los hechos tal como sucedieron.

    Sin embargo, la mera agitación de los Panamá Papers, los despidos, las decisiones de política económica que afectan a los que menos tienen nunca será suficiente para que los ex funcionarios implicados en causas de corrupción sean relevados de responder ante la Justicia. Y menos cuando se trata de alguien tan relevante como una ex presidenta de la Nación. Por eso urge que Cristina rompa el silencio y comience a responder preguntas sencillas. Por ejemplo: ¿de dónde sacaron dinero para comprar tantos hoteles, terrenos e inmuebles? ¿Por qué siempre les entregaron la explotación de sus hoteles a empresarios vinculados a los contratos de obra pública a los que ellos mismos beneficiaron con sobreprecios, la vista gorda en materia de control, privilegios en el pago de impuestos y otras irregularidades? ¿Por qué sólo alquilaron sus propiedades a empresarios con los que el Estado hacía negocios, como Lázaro Báez y Cristóbal López?

    Si Cristina pudiera responder de manera sencilla y clara, todos los argentinos dormiríamos un poco más tranquilos.

    Publicado en La Nación

     

  • Mauricio y Cristina, en un momento crucial

    Tanto el presidente Mauricio Macri como su antecesora, Cristina Kirchner, atraviesan un momento crucial. Lo que ocurra en los próximos 60 o 90 días terminará definiendo no sólo buena parte de sus vidas. También configurará el rumbo hacia donde se dirigirá el país en los próximos años. Digamos, para ser más precisos, que se pondrá en juego, por un lado, el "modelo económico y social" por el que apuesta Cambiemos. Y además se empezará a determinar hacia dónde se disparará elmani pulite "a la bartola" que, lejos de dar señales de agotamiento, amenaza con seguir avanzando a un ritmo de vértigo.

    Se sabrá, en definitiva, si después del proceso de "sinceramiento" de le economía, bajará la inflación y se iniciará el círculo virtuoso del crecimiento, o si el malhumor social ganará la carrera contra el tiempo y pondrá a Macri en una situación parecida a la atravesó el gobierno de Fernando de la Rúa. Le atribuyen a la ex presidenta haber vaticinado: "Si Macri arregla con los fondos buitre se garantizará ocho años de gobierno". Quizá sea una lectura simplista y apresurada. El pronóstico del propio Macri no incluye, por ahora, su propia reelección. Sin embargo, el Presidente sí parece impregnado de un optimismo a prueba de balas. Dice, por ejemplo, cuando le preguntan por el futuro inmediato: "La inflación bajará a menos de dos puntos mensuales en septiembre. Las inversiones están llegando todos los días, el blanqueo será tan exitoso como la salida del cepo y el acuerdo con los holdouts. La Argentina se transformó en la niña bonita del planeta. Si el país recibiera solo el 1% del capital del mundo dispuesto a invertir, el futuro que nos espera no tendrá antecedentes en la historia reciente".

    Su apuro por pasar del modo "populista con bomba de tiempo" incluido al modelo "ordenador" que le permita poner la proa "hacia el desarrollo" le impidió detenerse en el alto impacto social que produjo y sigue produciendo el "sinceramiento". Desde la imposibilidad práctica de los clubes de barrio de pagar un aumento de agua, luz y gas hasta el parate en las empresas de no más de cinco empleados y de sectores sensibles de la economía como el de la construcción y la industria automotriz. Para él, la discusión sobre la ley denominada antidespidos es un caso testigo donde se juegan cosas "más profundas" que una "derrota política" en el Congreso. El jefe del Estado cree que, en este tema, se pone de manifiesto "el modo clásico de la manipulación de la realidad" que según él practica parte del peronismo, mezclado con la discusión sobre el rumbo económico que, para él, es innegociable. "No es verdad que se están produciendo despidos masivos. No es cierto que con el proyecto los empresarios vayan a salir corriendo a tomar gente. Lo que quieren hacer es poner en tela de juicio mi autoridad política. Si la ley sale, la voy a terminar vetando", explicó. A Macri no le sorprendió que los soldados más "fieles" del Frente para la Victoria y parte del Frente Renovador se pudieran llegar a juntar para intentar torcerle el brazo. "En el fondo, lo que pretenden es que al Gobierno le vaya mal, porque sienten que es la única forma de que a ellos les puede ir un poco mejor", se le escuchó decir. De cualquier modo, Massa tiene más tiempo que Cristina o que Daniel Scioli para construir su propio futuro.

    La ex presidenta debería estar afligida por la posibilidad de terminar condenada y eventualmente privada de su libertad en un plazo no demasiado lejano. Hay dos lecturas diferentes sobre la cuestión. Ambas atraviesan a distintos sectores del gobierno y de la oposición. La primera es una hipótesis clásica, basada en la historia reciente del sistema judicial. Según esta corriente, lo que estamos viviendo ahora es sólo una movida pour la galerie. Y se desinflará en el momento exacto en que "el sistema" empiece a enfrentar la posibilidad cierta de meter a Cristina presa. Ellos explican, como sostiene Elisa Carrió, que las pruebas estaban "desde hace tiempo" y que las decisiones de magistrados como Sebastián Casanello y Julián Ercolini se debían haber tomado mucho antes. Desconfían. Otros en cambio creen que se trata de una dinámica sin retorno. O, para usar una figura, de un cohete lanzado hacia la Luna que nadie podrá detener hasta que llegue a destino.

    Entre el esquema de análisis de unos y otros se repiten las mismas diferencias que había entre quienes sostenían que Scioli había ganado antes de competir y quienes, con las encuestas cualitativas en la mano, afirmaban que Macri tenía una posibilidad de llegar a la presidencia. Los socios del club de los escépticos repiten: si antes transaron con los operadores judiciales de Néstor y Cristina, ¿por qué de ahora en más se van a comportar diferente? La respuesta más corta es sencilla: porque ahora cambiaron las condiciones estructurales. La respuesta más larga contiene datos que están a la vista, y otros menos evidentes. Para empezar por lo más obvio: Ricardo Jaime está preso, y el mismo Julio De Vido, hasta hace poco un "intocable", podría ser procesado en las próximas horas por la misma causa, la de la compra de vagones en mal Estado, por lo que tarde o temprano podría correr la misma suerte del ex secretario de Transporte. Para seguir, Lázaro Báez, testaferro y socio de Néstor Kirchner, también vive dentro de una cárcel, y ya no sonríe más. Los escépticos dicen que esto sucedió sólo por el impacto que tuvo en la opinión pública el video de Daniel Pérez Gadín y Martín Báez contando plata. Los analistas menos tradicionales y más informados explican que fue el fiscal Guillermo Marijuan el que facilitó las condiciones para que Leo Fariña hablara; que más allá de las chicanas, Casanello está trabajando a "derecho" y con celeridad, que la Sala II de la Cámara Federal presiona en el buen sentido para impulsar la investigación y que el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, se constituyó en garantía para que nada se detenga. Los incrédulos afirman que hasta que la larga mano de la Justicia llegue a la propia Cristina y se empiece a tramitar el juicio oral pasarán por lo menos nueve años. Pero quienes están al tanto de los expedientes Hotesur, Los Sauces y la ruta del dinero K creen que los tres terminarán formando parte de una megacausa que será elevada a juicio oral, a más tardar, el año que viene.

    Un último dato: entre los más optimistas se encuentra el propio Macri, quien le hizo saber a Carrió, la semana pasada, que no hará nada para obstaculizar este proceso. Lo mismo les mandó decir a los que pretendieron extorsionarlo, en nombre de Lázaro, Cristóbal López y De Vido. "No voy a levantar el teléfono para impedir que nadie vaya preso", los paró en seco. Les aclaró que ni siquiera la amenaza de complicarles la vida a su padre, Franco; a su primo Angelo Calcaterra, o a su amigo Nicolás Caputo van a hacerlo cambiar de opinión.

    Publicado en La Nación