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No fue la mesa chica de Mauricio Macri sino un periodista que lo suele criticar quien terminó de convencer al Presidente de que no solo Cristina Fernández, sino una buena parte del peronismo, preferiría que le fuera mal.

El Presidente parece condenado a vivir en estado de alerta permanente: a la crisis derivada del litigio con el Correo debería incorporar la posibilidad cierta de una derrota electoral en la provincia de Buenos Aires. Y no sería una noticia sin consecuencias. Porque repercutiría en su margen de maniobra para gobernar.

¿Cómo está la economía hoy? ¿Qué proyección de crecimiento real tendrá el país en 2017? ¿Cuándo las posibles mejoras se van a notar en el bolsillo y en la vida de la gente? Para intentar abordar estos temas, el equipo de Majul910 dialogó con el destacado economista Mario Blejer. El ex presidente del Banco Central en primer lugar afirmó que en el actual escenario lo fundamental es conseguir una estabilidad ascendente: "Lo importante es lograr un crecimiento de la economía sostenido y sustentable, y que no se de con espasmos de subas y caídas. Porque la volatibilidad genera ansiedad y eso aleja inversiones". Al margen de eso, fue optimista al pronosticar un crecimiento del 4 o 4,5 por ciento para 2017 y una inflación del 17 o 18 por ciento para inicios del 2018.

La imagen de Mauricio Macri bajó cerca de nueve puntos desde que se conoció la polémica del Correo. Y por primera vez desde que asumió, el Presidente tomó conciencia cabal del verdadero poder de daño de Cristina Fernández y de su mesa chica ‘de inteligencia paralela’. Ni él ni los principales hombres del Gobierno, ahora, tienen dudas. Según este análisis, la ex presidenta, junto a personajes a quienes consideran ‘oscuros y resbaladizos’, como el ‘dipu-espía’, Rodolfo Tahilade, Horacio Verbitsky y la procuradora Alejandra Gils Carbó –a través de los fiscales que le responden– estarían impulsando, de manera coordinada y subrepticia, un sistemático operativo de destrucción de la imagen del Jefe de Estado. Es decir: un serio intento de transformar a Macri en Fernando De la Rúa no por la vía de la crisis social y económica, sino con la instalación de la idea de que el Presidente es tan corrupto como la misma Cristina Fernández, Ricardo Jaime o el mismísimo José López.

Al gobierno de Mauricio Macri, más que comunicación, le falta política. Tres o cuatro ejemplos van a servir para ilustrar e argumento. El viernes pasado, César Milani fue detenido acusado de torturar, haber desparecido y probablemente matar a integrantes de una familia perseguida por la dictadura. El dato pega en el corazón de uno de los capitales simbólicos más importantes del cristinismo: la política de derechos humanos. No hay manera de justificar sin parecer un cínico o un hipócrita o una mala persona, como fue que la expresidente lo nombró Comandante en jefe del ejército. Tenés que ser Juan Cabandié, quien en vez de llamarse a silencio pidió celebrar su detención. O Guillermo Moreno, que podría mentir hasta el infinito, sin hacerle asco a nada: ni a la negación de las estadísticas oficiales ni a la subestimación el plan criminal sistemático de la dictadura.

El Presidente no tiene un pequeño problema de comunicación. Tiene un problema mucho más grave, complejo, profundo y abarcativo. Tiene un problema político. Y uno de los grandes. Uno de esos que aparecen cada tanto y amenazan con destruir su base electoral.

La polémica por el acuerdo entre el gobierno nacional y el grupo Macri, por la deuda que esa empresa mantenía con relación a la privatización del Correo, se mantiene y parece crecer día a día. Por ese motivo, para tratar de aclarar cualquier duda a nivel legal, el equipo de Majul910 dialogó con Gregorio Badeni, que es un destacado abogado constitucionalista.

El actual embajador argentino en Ecuador y ex senador por Córdoba, Luis Juez, dialogó hoy con el equipo de Majul910. Locuaz y directo como siempre, desde aquel país el dirigente ofreció su opinión sobre algunos temas que son noticia en estos días y que han generado gran repercusión. Sobre el acuerdo entre el gobierno y Socma (de la familia Macri) por la deuda por el Correo Argentino, dijo: "lo veo mal". Acerca de la situación económica del país señaló que "hay gente que la está pasando mal y lo tenemos que decir". Por último, también se refirió a las elecciones de 2017: "hay muchas viudas de Néstor Kirchner".

Pocas cosas en su vida afectaron más a Cristina Fernández como la difusión del audio de la conversación con Oscar Parrilli. Ella lo sabe, y por eso trata de cambiar el eje de la discusión.

En el submundo de los espías, las pinchaduras de teléfonos y las filtraciones son un secreto a voces: Cristina Fernández maneja una organización paralela de inteligencia destinada a ensuciar a dirigentes y periodistas que se atrevieron a denunciarla. Una célula residual. Un resabio del enorme y aceitado aparato que manejaba cuando todavía era jefa de Estado. De hecho, a poco de asumir, los nuevos funcionarios de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) le informaron al Presidente que los muchachos de Oscar Parrilli se habían llevado la CPU con las "carpetas digitales" de decenas de miles de empresarios, sindicalistas, fiscales, jueces, dueños de medios y periodistas y otros personajes "influyentes". ¿Con qué intención se las robaron? Para "vender los datos" o usarlos de ariete en operaciones. Esta, y no otra, es la verdadera razón por la que la ex presidenta y el propio Parrilli ahora denuncian que hay un plan para espiarlos y perseguirlos a ellos. Están probando de su propia medicina. Sólo que ésta tiene un origen legal y la de ellos era non sancta.

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