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Cuando todavía el gobierno no termina de asimilar el impacto de la derrota sin precedentes que sufrió el peronismo el pasado domingo 12 de septiembre, la bomba atómica que arrojó Cristina sobre el Frente de Todos con la publicación de una carta contra el Presidente; los audios de Fernanda Vallejos calificando a Alberto Fernández de enfermo, ocupa, ciego, sordo y mudo y ahora también la escandalosa frase del candidato Daniel Gollán sobre la foto del cumpleaños de Fabiola y “la platita” amenazan con impactar todavía más en el ánimo del electorado, preanunciando otra paliza de similar magnitud.

A continuación la columna completa de ayer de Luis Majul en el programa +Voces por La Nación Más: "Compra desesperada de votos urgentes". Mirá el video:

Lo dijo Alfredo Cornejo la semana pasada y lo volvieron a repetir los referentes de Juntos por el Cambio que ayer se reunieron para acordar y publicar un documento conjunto: el presidente y la vice son “dos grandes irresponsables”. Desesperados por la derrota más apabullante desde la constitución del peronismo, ahora quieren hacer en cinco minutos todo lo que no hicieron en un año y medio.

Los argentinos deberíamos tener mucho cuidado. Volvió Aníbal Fernández al gobierno, otro empleado de Cristóbal López en el corazón del poder; un dirigente que no tiene problemas en ensuciar a un fiscal muerto, que no le puede contestar; alguien capaz de robar algunos votos a un compañero peronista con tal de ganar la interna. Lo más curioso es que también volvió Julián Domínguez, el dirigente que denunció que Aníbal le robó los votos. El clima está demasiado enrarecido. La oposición debería estar alerta.

Es casi imposible que Alberto Fernández y Cristina Fernández se pongan de acuerdo en cómo gobernar. La fórmula presidencial contra natura fue craneada para ganarle la elección a un cascoteado Mauricio Macri, y no para gestionar de manera eficiente. Ya no es un secreto para nadie que, puestos a funcionar, son como el agua y el aceite.

(Columna de hoy de Luis Majul en La Cornisa - texto y video) Con su explosiva carta del jueves, Cristina, furiosa y negadora, incapaz de asumir su enorme responsabilidad por la tremenda derrota, rompió todo. Porque dejó al presidente grogui, al borde del knock out, y al gobierno, hecho pedazos, atado con alambre, herido de gravedad, y con rumbo incierto.

Mala perdedora. Irresponsable. Tóxica. Dañina. Todas estas calificaciones y adjetivos le caben a la vicepresidenta que ayer hizo públicas, en una carta larguísima, las diferencias con el presidente de la Nación. Egocéntrica, agresiva, sin medir las consecuencias de lo que acaba de hacer, la misiva no solo terminará de consolidar la peor derrota electoral de toda la historia del peronismo. Además pone en cuestión la propia continuidad del gobierno, con un Presidente que duda entre sacársela de encima, aceptar, de manera sumisa lo que ella propone o renunciar, cuando todavía no supera la mitad del tiempo de su gestión.

Desde la misma noche del domingo de la derrota, Cristina teme que su situación personal, y la de sus hijos Máximo y Florencia, vuelva a convertirse en una pesadilla sin retorno. Es decir: que la pérdida de votos en el Senado y Diputados coloque a los tres a tiro de una decisión judicial que incluya la posibilidad de ir presos. Esta es la verdadera razón que explica por qué la vice presidenta pretende que Alberto Fernández cambie a medio gabinete. Ella venía pidiendo las cabezas de Santiago Cafiero, Martín Guzmán, pero también las de Claudio Morori, Matías Kulfas, Felipe Solá, Vilma Ibarra, Julio Vitobello y Matías Lammens, entre otros.

CFK, Máximo Kirchner y el gobernador que grita pero no gobierna, Axel Kicillof, son de lo peor de la política. Porque son tan responsables como el presidente de esta enorme derrota. Sin embargo, se hacen los ofendidos y mandan a sus perritos falderos a pedirle a Alberto un cambio de gabinete ya.

En la inesperada y estrepitosa derrota del Frente de Todos, son más responsables unos que otros. La más responsable es Cristina Fernández.