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Sergio Berni fue a la tele ayer a la noche, donde le tiraron mil centros para que pudiera explicar el “éxito” del operativo desalojo de Guernica, después de cien días de ocupación. Repito: cien días de ocupación. En vez de hacer una fuerte autocrítica para que explicara porqué no la pudo evitar, informó que, en la provincia de Buenos Aires, se producen 20 intentos de tomas todos los días. Por supuesto, no le preguntaron si es su gobierno el que las alienta. El solo aclara que las evita, sin que se enteren los medios.

Hace muy poco, para justificar su postura ante la usurpación del campo Casa Nueva, propiedad de parte de la familia Etchevhere, un periodista afirmó: “yo soy anti-grieta”. Más allá del periodista en cuestión y de la dudosa categoría donde se ubica, un profesional serio, a esa altura del conflicto, debería trabajar con datos duros. En este caso, hay un dato incontrastable: la constancia de la escritura en la que Dolores Etchevhere cede su parte de la sucesión. Este es, precisamente, uno de los problemas de los auto-percibidos "anti-grieta". Ignoran o subestiman los hechos. Se sienten más cómodos, instalados en el falso escenario de “las dos campanas”.

Uno de los más graves problemas de este gobierno es que para justificar su existencia, todos los días alimenta el resentimiento y el odio de clase un poquito más. El que mejor y con más brutalidad lo personificó fue Luis Delía, en aquella confesión que le propinó ante los micrófonos al genial Fernando Peña. “Odio tu plata. Odio tu casa, tus coches y tu historia. Odio a la gente como vos, que defiende un país injusto e inequitativo y que vive en San isidro”.

Ayer, en mi comentario editorial, en Mirá, el programa que hacemos de lunes a jueves para La Nación +, después de leer por tercera vez la carta de Cristina Fernández, concluí que a la vicepresidenta le hacía falta un buen psicoanalista. No fue una chicana. Lo pienso de verdad. Y no solo porque ella reconoció, al comienzo del texto, lo mal que se lleva con el psicoanálisis y su evidente tendencia a la negación.

No es un problema de grieta o de poder. Es un problema de rumbo. No se sabe adónde van ni el gobierno ni el presidente. Pero la sospecha sobre dónde estamos yendo, a pesar de navegar sin rumbo, es generalizada: al naufragio; o, si estuviéramos en tierra, a chocar contra la pared. El dólar a 200 pesos es la muestra más cabal de la falta de rumbo.

En la emisión de hoy del programa La Cornisa por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "Con Cristina Kirchner y con Grabois, el dólar no tiene techo". A continuación el video completo.

A continuación el video de la columna de Luis Majul de ayer en el programa Mirá (lo que te digo) por La Nación Más: "Con un dólar a $190, Cristina Kirchner se apura porque el tiempo se le acaba". 

Aunque, desde que empezó la pandemia, se autoimpuso el límite de no hablar, en público, sobre las elecciones del año que viene, todo parece indicar que María Eugenia Vidal será candidata, y que de nuevo representará a la provincia de Buenos Aires.

Por estos días, Argentina está rompiendo varios récords. El de enfermos por COVID, el de muertos. El de caída de su economía. El de la brecha entre el dólar oficial y el dólar blue. Pero en las últimas horas, se está acercando al podio mundial de uno en particular, que concentra a todos los demás: el récord de impunidad.

A continuación el audio completo de la columna de hoy de Luis Majul en CNN Radio: "Por qué viene fracasando el plan Vamos Viendo"