La muerte del fiscal Alberto Nisman puso el país, otra vez, patas para arriba. Hay todavía tanto ruido y tanta angustia alrededor de su desaparición física que parece necesario, una vez más, empezar por el principio, el más básico, el más despojado, para después pensar y tratar de entender lo sucedido.
El pasado domingo, antes de la cena, fue hallado muerto en el baño de su departamento el fiscal que había terminado de imputar y pedir declaración indagatoria nada menos que a la presidenta Cristina Kirchner y el canciller Héctor Timerman, por considerarlos responsables del encubrimiento de
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