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Una denuncia de La Cornisa sobre la ANSES provocó la primera baja en el gobierno. Sin embargo todavía hay más de un millón de personas sin cobrar el Ingreso Familiar de Emergencia (EFI). El próximo domingo 3 de mayo a las 21, en una nueva edición de La Cornisa por La Nación +, se van a dar a conocer otros dos escándalos que salpican a la Administración Nacional de Seguridad Social: “Los defraudados” y “Los estafados”.

El despido de Alejandro Vanoli de la ANSES, la reacción tardía para quitarse de encima el mote de “sacapresos” y la muletilla de echarle la culpa a los medios y las redes sociales cada vez que las papas queman, demuestran que el gobierno nacional está en su peor momento desde que se declaró la pandemia. Fortalecido y con una altísima adhesión al declarar, en tiempo y forma, el aislamiento social obligatorio -una de las cuarentenas que, hasta ahora, se ha demostrado como una de las más eficaces del mundo- la administración se empezó a complicar cada día más a la hora de instrumentar medidas concretas.

No se puede ni se debe jugar con las expectativas de la gente. No se puede ni se debe, desde el poder o desde la oposición, jugar al gato y al ratón, porque la mentira tiene patas cortas. Y las medias verdades también. Alguien con autoridad, el Presidente, la vicepresidenta o el gobernador de la provincia, tienen que salir a decir cuál es la política sobre los presos y el coronavirus. A lo largo y a lo ancho del país y en el distrito más populoso de la Argentina.

Ayer en el programa Mirá que se emite por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "No se puede estar bien con Dios y con el diablo". En la misma el periodista afirmó que en el país al coronavirus se lo está usando para la impunidad generalizada: "o estás del lado de los corruptos, o estás del lado de los que denuncian, investigan y son víctimas", afirmó. 

Alberto Fernández es el presidente con más poder de toda la historia reciente de la Argentina. Gobierna por decreto, bajo una emergencia económica, financiera, social, alimentaria, de salud, educación y, como si esto fuera poco, también manda en vastos sectores de la justicia. En los próximos días puede enviar al país al default, y nadie podría evitarlo. Opina sobre todo y sobre todos.

Ayer, los jefes de los gobiernos de la Ciudad, y las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, se preguntaban si lo de Alberto Fernández, anunciando un permiso para salir de los domicilios hasta un radio de 500 metros durante una hora, para todo el país, había sido un error involuntario, de comunicación, ambos, o una jugada política multipropósito. Como sea, los que pagaron el costo político de salir a aclarar fueron ellos. Se sabe: no gozaremos de ese beneficio ninguno de los habitantes de estos cuatro distritos.

Hoy en la emisión del programa La Cornisa por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "Alberto aferrado a la pandemia, Cristina, a su ego y un fondo millonario". En la misma el periodista se refirió al presidente Alberto Fernández y a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el contexto de la pandemia. "Cristina quiere posicionarse a la izquierda de Alberto y recuperar la centralidad perdida", afiró Majul en un fragmento del comentario. 

El domingo 26 de abril a las 21 horas, en La Cornisa por La Nación +, se presentará una nueva investigación exclusiva. Su título: “La Cajita Feliz”.

Cuando todavía no se terminaba de acomodar en su nuevo rol de protector y cuidador de los argentinos con miedo al coronavirus, Alberto Fernández ya aparece en el medio de una tormenta perfecta. La demanda de alimentos al Estado es cada vez mayor, y más sostenida, y no alcanza a ser satisfecha. Para colmo, se paralizó unos cuántos días, como consecuencia de la denuncia de sobreprecios que cobraban los intermediarios y pagaba tarde y mal, el propio Estado.

Alberto Fernández dice que no quiere perder el contacto con la gente de a pie. Lo dice, y, en parte, lo hace, desde siempre. Cuando era jefe de gabinete llevaba a Estanislao al colegio en su propio auto. Era una manera de pasar aunque sea unos minutos juntos, ya que estaba separado de la mamá. La semana pasada se metió en una barriada de Lanús, para comprobar cómo se cumplía allí la cuarentena. Como si eso fuera poco, definió a su administración como “un gobierno de científicos”.